“Es una pérdida terrible la de Hebe por la honestidad total que representaba y porque pudo sobreponerse a la pérdida de sus hijos y transformar ese dolor en una lucha por toda la sociedad, eso es dignidad humana, por eso vine, como en el 77, y cómo estuve después, acompañando siempre”, se emociona Susana mientras camina alrededor de la Pirámide de Mayo. Este domingo por la tarde, pocos minutos antes de las 15.30 horas, junto a ella, otras personas han iniciado la mítica Ronda de las Madres. Esta vez para  homenajear a Hebe María Pastor de Bonafini, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, fallecida esta mañana. Su ausencia abraza a los manifestantes. 

Por pedido de Hebe, sus cenizas serán esparcidas el próximo jueves en la Plaza de Mayo, informaron desde Madres. Hoy, hay lágrimas y reencuentros sentidos. Un joven lleva un cartel que dice “Gracias”, es el único estandarte entre quienes inician la ronda. Ulises trajo un redoblante. Mariana un par de toc-toc y alguien, con un triángulo, marca el ritmo de un corazón latiente: es el sonido del homenaje a la “Madre de la patria” dice Lila. Junto a ellos, Carolina la hija mayor de Ulises, acompaña a su abuela Carmen “Tota” Guede, quien porta su simbólico pañuelo blanco, a iniciar la caminata.

Tota es la única Madre presente hoy en la ronda, convocada espontáneamente por integrantes de los organismos de Derechos Humanos, que se mantuvo toda la tarde, sin prisa, sin pausa, ignorando la lluvia. Como cada jueves desde hace 45 años. Y sumó a las 17 horas, a las delegaciones de HIJOS de Capital Federal, de Provincia de Buenos Aires, y de la Red Nacional de Hijos.

“Ella nos enseñó a luchar, y a perseverar cuando parece que todo está perdido”, afirmaba Charly Pisoni ante la consulta de Página/12 mientras caminaba sosteniendo la bandera de HIJOS. “Ella se transformó en un símbolo mundial, y hoy se va con ella parte de esa lucha, pero seguiremos dando la pelea, eso aprendimos, y estamos acá gracias a ella”, agregó.

La Federación Gráfica Argentina y delegados de ATE, entre ellos Daniel “el Tano” Catalano, fueron llegando a la ronda. También los artistas que siempre estuvieron con Hebe, el charanguista Rolando Goldman, la artista plástica Alejandra Fenochio. Y poco después de las 17, cuando comenzaba a llover, hizo su paso por la ronda un nutrido grupo del Archivo de la Memoria Trans: “Porque hoy es el día de la Memoria Trans y justo fallece la compañera Hebe, vinimos a acompañar” explicó Beatriz Herrera, debajo de la bandera gigante con la que marchan. Hay un respeto enrome en esta marcha. Ellas trajeron velas.

Despedir a Hebe fue motivo explícito del encuentro que pivoteaba entre la tristeza de ya no tenerla, y saber que “vamos a extrañar su claridad meridiana, sin medias tintas”, en palabras de la investigadora en comunicación Alicia Entel, también presente en la plaza; y la reflexión que impone su partida. “Esa voz poderosa no tiene reemplazo, por su autenticidad, por esa forma de decir la verdad, y sin buenos modos preguntarse por cosas profundas y denunciar el hambre, al mismo tiempo”, afirma Entel, quien viejo con Hebe a Cuba en 1984 “recién caída la dictadura”. Y destaca, como legado, el último mensaje de Hebe “en su cumpleaños 93, cuando salió a pedir por la unidad”.

Victoria Montenegro coincide y bajo la lluvia, en esta marcha, afirma que la partida de Hebe “nos tiene que interpelar más que nunca, hacernos reflexionar sobre cómo vamos a defender su legado, porque es un tiempo difícil, y lo que se viene, si no estamos juntos, será mucho peor”, advierte la diputada por el Frente de Todos.

Tota es consultada por todos los medios nacionales e internacionales que se acercan a la ronda. “Hebe nos enseñó que teníamos que salir, y estar siempre con la cabeza bien alta”, recuerda. “Las Madres nos formamos en la lucha, y acompañamos las luchas de todos los trabajadores por sus derechos” explicó. Repasó las protestas piqueteras, y las de los trabajadores de prensa. “Siempre estuvimos, también con los estudiantes que toman los colegios, porque ellos están hablando la verdad, y donde está la verdad, estamos las Madres”, afirmó.

Sobre los inicios, Tota recordó cuando en 1981, en plena dictadura comenzaron a llegar a la plaza, los jueves. “Una tarde estábamos caminando y empezaron a vallar la plaza y nos encerraron en la plaza –se asombra todavía al recordarlo—, y los milicos venían y se sentaban en los bancos para que no pudiéramos sentarnos las Madres, y si no estaban ellos, dejaban perros en los bancos”.

“Hoy la maldad está amparada por la justicia”, disparó Tota ante la prensa, en ese lenguaje llano que expresa lo obvio “sin medias tintas”. Y agrega “no sé si nosotras le devolvimos la democracia a este país, pero sí luchamos por eso y hoy, todos estos jóvenes son nuestros hijos, los que parimos durante 46 años, desde que comenzamos a marchar, y van a seguir la lucha para que la justicia sea una realidad”.

Al seguir la ronda, una mujer, Marisa, le pregunta si su sobrina puede saludarla. Lucia, casaca de Argentina y un collar con el simbólico pañuelo de las Madres, es presidenta del Centro de Estudiantes de su colegio secundario, el Esnaola. “La herida abierta en esta sociedad la fueron curando las Madres –se emociona Marisa-- y ahora una se siente más sola, por eso teníamos que venir a la ronda”, afirma, mientras Lucia llora, cobijada bajo el brazo protector de Tota.

Sobre las figuras de los pañuelos blancos, en las baldosas de la plaza, comienzan a verse flores. Y en las rejas que custodian a la pirámide, un prolijo y amoroso cartel dice: “El coraje civil de las Madres muestra un camino. No es fácil ni cómodo. Es digno. ¡Hasta la victoria siempre Hebe!”. Lo firmó Ana Paoletti en nombre de su papá, Alipio Paoletti, periodista exiliado con su familia en España quien al volver se integró al periódico de las Madres.

Las redes que tejieron estas mujeres, nacidas a la política tras la desaparición de sus hijos, militantes, le dieron forma a la recuperación democrática en la Argentina. Y consolidaron el lema de Memoria, Verdad y Justicia que hoy ampara la convivencia cívica y que la derecha se obstina en esmerilar. Sentado en un banco, un hombre llora. Se acerca una jóven y el hombre pregunta: "¿Dónde la velan? Yo quiero despedirla". "No hay un velorio, pero el próximo jueves se van a solar las cenizas, acá mismo" responde la joven. Lo mira y lo reconoce: "Usted estaba en la casa de Cristina, con una bandera originaria". El hombre asiente. Ella lo invita a marchar "venga, no este solo", le dice. "Gracias" responde el hombre, se para, y vuelve a la ronda donde algunas consignas, por momentos, rompen la quietud de esta ausencia.