Celebrando la presentación de “La Mujer Maravilla”, la poeta cuenta que en este último libro dejó de callar, y se prepara para lanzar su primer ensayo sobre el daño y la cura.

“Hace poco alguien le preguntaba a Diana Belessi si su poesía nacía del dolor y ella contestó que no. Yo no podría decir lo mismo”, confiesa la poeta y escritora Claudia Masin mientras se prende uno de los siete cigarrillos armados que lleva en una latita. Está de visita en la Ciudad de Buenos Aires. Desde que se enamoró de una cordobesa, esa pasó a ser su ciudad de residencia y cada tanto junta fuerzas para pasar por Resistencia, donde nació. La trajeron por estos lados algunos eventos de literatura a los que sistemáticamente Claudia es convocada como mujer reconocida de la literatura y poesía nacional. Esta vez vino a dar un anuncio, presentó La Mujer Maravilla y yo, su reciente poemario editado por Caleta Olivia.

Desde pequeña Claudia es una lectora voraz. En la biblioteca de su padre en Chaco, dónde había muchas cosas inapropiadas para niñas, encontró la novela La Vida Tranquila de Marguerite Duras. Con ese libro comenzaría su primer acercamiento al lenguaje poético. “Yo quería leer y escribir con esa intensidad, esa capacidad de transmisión directa de las emociones que afecta directamente al cuerpo”, cuenta. 

Al llegar a Buenos Aires para estudiar, Claudia comenzó un taller de escritura con Diana Bellesi. Como cualquier joven, llegó influenciada por la vida y obra de Alejandra Pizarnik. Allí Bellesi le dice: “Basta del modelo de poetas mujeres sufrientes y suicidas”. Comienza el reconocimiento de grandes escritoras de poesía como: Irene Gruss, Susana Villalba, Mercedes Roffé, Sharon Olds, Mery Oliver, entre otras. “Siempre preferentemente mujeres”, agrega.

Aunque se formó para ser psicoanalista, Claudia Masin lleva editados más de diez libros de poesía. Ha sido traducida a varios idiomas, obtuvo premios y reconocimientos. Actualmente se dedica a dar talleres de escritura y está pronta a publicar su primer ensayo. Todavía guarda como tesoro las sobras de la primera edición de Bizarría, su primer libro de poemas publicado en 1997 cuando tenía 25 años. 

Con La vista, inauguró poemarios basados en films y con el que obtuvo el premio Casa de América de España en 2002. Este año se publicó la segunda edición de “La Desobediencia” (Contexto, 2018), su poesía reunida. Aquí cierra -por así decirlo- un camino recorrido en el arte de enunciar poéticamente el dolor, la búsqueda por embellecerlo hasta el punto de poder perderle el miedo. 

La rebeldía y la imaginación son para Masin las herramientas para crear mejores mundos, y sobre todo, mejores seres en el mundo. De ahí su poder, un superpoder que queda en evidencia con su reciente publicación La Mujer Maravilla y yo. Su escritura y ella dan un giro para que pueda ser esa mujer: “Que sólo es posible al entrar en contacto con el daño, mirarlo de frente aunque de pavor, y repararlo con arte, con amor, entre otras cosas”.

Cómo se hace / para que no estalle el mundo / entre dos que se quieren / y están dañadas.

El nuevo libro de Claudia es verde aborto y lleva en la tapa a la mujer maravilla con su taje azúl, rojo y dorado. Al interior, dibujos de animales selváticos confirman que no es igual a las publicaciones anteriores. Al leer se produce un descubrimiento, una especie de sensación de decirle: “Hola Claudia, te abrazo”. 

Citas de psicoanalistas que son lanzas, poemas dedicados directamente a amigas entrañables, a su pareja, escritos que hacen referencia a gurús de la vida y la poesía como Diana Bellesi, o de la política como CFK. También aparece su padre, “el varón violento”, “la familia”, “el monstruo al que hay que matar”. La Mujer Maravilla y yo vale por la voz de una autora consagrada que termina de asumirse como tal, y que lejos de quedarse en el podio, decide mostrarse hundida en el barro para irse a celebrar el amor después.

La parte dañada y la vital tienen una relación muy estrecha en la literatura de Claudia. “Pero acá me animé a expresar experiencias en cuanto a violencias y abusos que traigo de muy lejos. Me costó mucho escribirlo, porque me encontré cara a cara con cosas que hubiera preferido no mirar, no ver. Pero a la vez, si no las veía, esas cosas seguían dominando mi vida”, dice mientras revuelve el café y prende un nuevo cigarro. 

Nada de lo que ella escribe está premeditado: “Yo me dispongo a lo que la escritura tiene para decir, no planifico”. Este libro lo comenzó en la pandemia, luego de su decisión de irse a vivir a Córdoba junto a su pareja -a quién se lo dedica-, luego de dejar su casa, sus amigues. “Fijate lo que pasa en el libro desde las experiencias del daño”, explica como si lo descubriera al decirlo: “Cuando comienza se pregunta: ¿cómo hacen dos personas dañadas para vivir una relación de amor? De alguna manera el libro es un intento de respuesta, no una respuesta unívoca, allí aparecen algunas cosas que en mi vida han aparecido para lograr la posibilidad del amor, la ternura, la empatía, la solidaridad, todas palabras que hacen referencia a vivir con otre, y que hacen referencia a reparar ese daño. Apoyarse en otres y que otres puedan apoyarse en una”.

las que estamos dañadas / tenemos la capacidad de repetir el daño / o revertirlo, ese es nuestro superpoder. A pocos días de salir impreso, La Mujer Maravilla se presentó en una charla en la Feria del Libro de Resistencia. Claudia estuvo junto a la actriz Thelma Fardín y su amiga poeta Paula Jiménez España.

El libro habla del daño pero se centra en las particularidades que sufren las mujeres y las diversidades sexuales, “se trata de mi propia experiencia”. Dice la poeta que ”todes estamos dañados, pero también es cierto que las mujeres hemos aprendido a naturalizar mucho el daño y a convivir con eso”. 

La existencia de La Mujer Maravilla es posible gracias a las luchas feministas de los últimos años que posibilitaron “animarnos a decir que no, a mostrar el horror y la maravilla, atravesarlos en compañía, porque no lo hicimos solas”. En esto su involucramiento con Thelma Fardín, quien forma parte directa e indirectamente de esta publicación: “Que ella esté en la contratapa del libro es una declaración de principios. Siendo 20 años menor que yo, me transformó la vida a mí y a muchas mujeres. Escucharla y verla exponerse, seguramente con mucho miedo. Pero su valentía hizo que me pregunte sobre mis propias cobardías, y mis propias naturalizaciones. La poesía tiende a sesgar, velar y a distanciarse. Después de mi experiencia con los feminismos, y de escucharla a Thelma, supe que era necesario empezar a hablar pese al miedo, con eso encima, pero animarme a dar un paso más”.

cuando yo te amo a vos estoy haciendo algo / que él no entendería jamás / teniendo el privilegio y el permiso / la aprobación del mundo / para elegir algo superior

Masin se asume como la generación de las mujeres de 50 que fueron enseñadas por las más chicas a no callar más. “Haber podido escribir este libro y soportarlo, es un punto de inflexión porque tuve que atravesar ese miedo que nos silencia y nos encarcela. Fue sumamente liberador, parte de la alegría de poder decir cosas que en mi poesía siempre estuvieron aludidas. En este libro no hace falta rastrear, quedan a la vista”, la autora celebra las nuevas libertades, y las hace cuerpo al salir del closet de su propia escritura. 

“La literatura ligada a los movimientos LGTBIQ+ es algo que ya está instalado y de lo que me siento parte -dice Masin. Es una fuerza contrahegemónica muy importante, por el modo que tienen en convertir la posición de víctima en pura alegría. Lograr que de experiencias e historias de violencia surjan arte y propuestas que tengan que ver con el amor a la vida, es parte de la lucha por preservar un mundo hermoso y vital”.

Imagináte/ imagináte nada más / si fuéramos esa / esa yegua que lidera y abre paso. / Entonces, qué víctima ni víctima / las patas firmes sobre el suelo. 

Claudia no cree que la poesía tenga que ser panfletaria, ni le tiene que hablar a los convencides, sino todo lo contrario, “debe conmocionar, y llegar al corazón para que algo se mueva”. “Nadie sabe lo que puede una yegua” se titula el último poema de La Mujer Maravilla y yo. Puede verse una poeta de carrera cuando aparecen los versos que hablan de CFK, y que sin mencionarla directamente nos dicen: “La yegua somos todas”.

Volviendo a su poema repasa: “imaginate si fuéramos así, o si en el fondo todas descubriéramos que tenemos la capacidad de ser así. No de alcanzar ese grado de poder ni de influencia en la sociedad, pero sí tener ese poder sobre nuestras propias vidas, y nuestras propias decisiones. Pensate como una mujer poderosa, todas somos capaces de conectar con esa fuerza, ese poder. Ya lo tenés”.

Decime / de verdad te pido que lo pienses: / para qué sobrevivir si no es / para eso. Para ser esa yegua/ 

Como un sacudón a ella misma, en este libro Claudia sacude para despertar. “La fuente de nuestra vulnerabilidad es la fuente de nuestro poder, por eso hablo de amar eso que está dañado, con eso que resulta monstruoso, que da miedo” y agrega que ese es un poema que reivindica su figura, pero también a las mujeres que más o menos sostienen la esperanza de un mundo menos patriarcal, menos violento, más justo. 

La Mujer Maravilla no es la que es funcional al sistema, ocupando TV, todos los espacios de cuidado, sosteniendo la desigualdad. Es la yegua que se sabe vulnerada y decide no ser mártir. Se planta, aprendió a decir que no. La poeta ríe sobre su propia literatura e invita: “Sumémonos a esta tropilla de yeguas y vayamos por este camino más allá de nuestra ideas políticas”.

Curar, y ser curado ¿es posible?

la violencia es su casa/ no la mía

De su maestría sobre el daño y el dolor, Claudia Masin se encuentra próxima a lanzar su primer libro de ensayos Curar y ser Curado, por la editorial Furias. Es un intento de compartir lo que para ella significa una oportunidad para salir del círculo de la violencia y la repetición: el uso del arte en general, en ella la poesía y la escritura. A lo que suma el ejercicio de la compasión. “Escribir no como algo terapéutico, sino como algo más del lado chamánico, las curanderas, que actúa en lo invisible, actúa cuando no lo estás buscando”. 

Aunque ya no ejerce el psicoanálisis, Masin lo considera un buen recurso, aunque limitado. En su ensayo expresa que necesitó de herramientas artísticas, y hasta de una cosmovisión más amplia como el budismo, que también dejó entrar en su vida: “Pude entender la aceptación, no como renuncia, sino como eso que te permite dejar de sostener lo insostenible”.

“Hay una frase de H.I.J.O.S. que dice: nuestra venganza es ser felices”, trae a la mesa Claudia en relación a la idea de reparación del daño de la que habla en su ensayo. Se detiene un instante, respira para decir: “Te voy a confesar algo que sólo se lo dije a mi círculo más íntimo“. La noche anterior a presentar La Mujer Maravilla, Claudia tuvo un sueño revelador: “Era muy terrible, mataba a dos hombres de manera muy sanguinaria. Era una situación que tenía que ver con el abuso y la violencia sexual”. No hay una superación acabada del daño. Sin angustia al despertar, la autora afirma que ese sueño le reveló algo: “No se trata de combatir ese deseo de matar, eso va a seguir estando porque es humano. El tema es asumirlo, aceptarlo y tomar otro camino”.

El ensayo dialoga con La Mujer Maravilla, Claudia también toma su experiencia para teorizar. “En un poema, intenté matar al padre y no pude”, por eso lo lleva a su infancia: que vuelva a ser el chico que era / libre, corriendo entre los yuyos en el baldío /de al lado de la casa, antes / de ser ese chico maltratado / y humillado y que no crezca, que se quede ahí, / en un limbo para siempre / protegido, dispensado del mal que le hicieron, que iba a hacer.

Si la clave está en lo fallado, dice la autora, ¿qué estamos esperando para dejar de rechazar la falla? En las historias que escriben otres, que también fueron dañados, aparecen espacios de supervivencia para Masin. te hacen tener una vida/ y esa segunda vida / lo dañado es una joya/ no un defecto, el collar de ajos que mantiene / al vampiro lejos. 

Ella cita a Duras al decir: “En lo fallado hay un libro”. En Claudia hay una maestría de supervivencia, toda una literatura, un ensayo, una niña que fue dañada, una rebeldía, el superpoder de una Mujer Maravilla que toma del daño la fuerza para despertar vital. Amanecida se dispone a celebrar su vida con otres.