El capitán Eduardo Laurent fue asesinado a sangre fría en Máximo Paz, provincia de Santa Fe, el 1 de febrero de 1928. Había sido detenido por la policía local en el marco de la campaña electoral para las presidenciales de ese año, donde se enfrentaban las fórmulas Yrigoyen-Beiro con Leopoldo Melo-Vicente Gallo (propiciada ésta por el presidente Marcelo T. de Alvear).

Santa Fe estaba gobernada por el alvearismo (Ricardo Aldao y Juan Cepeda). Este último tenía la “suma del poder público” en el sur de la provincia. Laurent era parte de una comitiva proselitista opositora, encabezada por el diputado nacional Pascual Subiza, secundado por el diputado provincial Simón Sánchez, entre otros. Su misión era organizar y controlar los comicios zonales, por encargo del propio Yrigoyen.

La policía provincial los detiene al ingresar a la localidad, los conduce a la comisaría del pueblo y ahí los “blanquea” como detenidos. Luego de unas horas en el calabozo deciden trasladarlos a Villa Constitución en dos grupos: los diputados por un lado, y el capitán Laurent y el martillero Solari por el otro.

A Laurent lo conocían de sobra y la decisión de asesinarlo ya estaba tomada. Para concretarla, planearon que un matón, es decir un parapolicial de la época disfrazado de policía, se sumara a los agentes que lo trasladaban. Y a la salida del pueblo lo balearon a sangre fría, intentando simular una fuga. Un camión que transportaba nafta y pasaba de casualidad por el lugar, les arruinó la coartada.

Como militar yrigoyenista en actividad, Laurent participó activamente en las sublevaciones radicales de 1893 y 1905. La defensa que hace el coronel Héctor Rosende frente a la Justicia Militar, cuando Laurent es encarcelado, torturado y engrillado en el último levantamiento, es una descripción anticipatoria de la actuación del ejército argentino a partir del golpe de 1930. Hay que recordar que el Código de Justicia Militar, que disponía que los militares se juzgaran a sí mismos, recién fue derogado en 2008, cuando Nilda Garré era ministra de Defensa. Para hablar en serio de Democracia, DD.HH y Kirchnerismo.

En el peristilo de la Chacarita, Andres Ferreyra, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, lo despidió diciendo: ”…el hecho brutal y bárbaro no tiene precedentes en los crímenes políticos de los últimos años, ni admite semejanza por su miserable cobardía con ningún asesinato del cual se tenga memoria (...) en la postura indefensa del ultimado, aparentemente tutelado por la garantía que significa la detención por la autoridad policial, nadie señores, había asesinado a nadie así, en esta valerosa tierra”. Nadie nunca antes había sido asesinado así en la Argentina. Es decir: el Estado que te detiene, en vez de garantizar tu integridad física, te mata indefenso.

Es el km cero del terrorismo de Estado: lo que empezó con Laurent como un hecho excepcional, terminó como un plan sistemático de represión ilegal, con 30.000 detenidos desaparecidos. “Ningún vicio termina donde comienza”, por eso hay que cortar de cuajo la más mínima insinuación reivindicatoria de las barbaries cometidas por las dictaduras.

Hebe y el pañuelo blanco de la Madres son un emblema señero de la lucha contra ese Estado Terrorista que nació con el asesinato del Capitán Laurent, y de sus derivas negacionistas. Ambos son el comienzo y el final de una etapa trágica de la historia argentina, que se abrió con el golpe de 1930 y se cerró el 10 de diciembre de 1983. Hoy la derecha ha roto el pacto democratico implícito de no matar.

Pero hay algo más que une a Hebe con Laurent y es la forma en que la derecha, con el cadáver aún tibio, intenta operar sobre la memoria para distorsionar la historia. Un tweet con más de 2500 retweets, compartido entre otros por Florencia Arietto, mostraba el velorio de Hebe custodiado por un soldado del regimiento de Patricios, sin pueblo, sin militancia, sin amor, sin vida. Era en realidad una foto trucada del traslado de los restos de Juan Manuel Fangio. Pura maldad para deslegitimar la memoria de las Madres de Plaza de Mayo. Lo mismo sucedió con el entierro del Capitán Laurent: miles de ciudadanos llevaron a pulso su féretro hasta el cementerio, con Yrigoyen presente. Una multitud pujaba por llegar a tocar el cajón. En ese evento trágico es que surge el latiguillo “calma radicales”. Lo pronunció Yrigoyen para tratar de apaciguar a sus correligionarios exaltados por el crimen.

Los diarios Época y Crítica publican abundante y concluyente material fotográfico probatorio de la multitud que acompañó el entierro. Sin embargo la cobertura de los “diarios ricos”, como llamaba Juan B Justo a La Nación y La Prensa, dijo otra cosa. Ninguno de los dos incluyó fotos del entierro; ambos pretendieron convertir un crimen político ejecutado por esbirros de la derecha radical, en un mero incidente policial (les suena?) “…el cadáver del Teniente [sic] Laurent fue entregado al dirigente de la fracción radical personalista de Máximo Paz, Dr. Gabino Ferrarotti, que a su vez dispuso que fuese velado en el local de la empresa de pompas fúnebres de ese punto. Esta mañana a primera hora concurrimos al lugar donde eran velados los restos del Sr. Laurent, cuya capilla ardiente fue instalada en un galpón interior de la casa de referencia. Durante toda la noche -según nos informaron en ese punto- no visitó la capilla ardiente ningún correligionario del extinto” , informó La Prensa el 3 de febrero de 1928. Que pedazo de canallas!!! Laurent fue velado en el Comité Nacional de la UCR en Capital Federal. Por su capilla ardiente pasaron más de 5000 ciudadanos. Y en su sepelio lo acompañaron más de 10.000 personas según las estimaciones; una verdadera multitud, especialmente para la época. La prensa oligárquica de entonces lanzó todo tipo de versiones descabelladas acerca del asesinato. Una de ella alertaba que la provincia de Buenos Aires, gobernada por el yrigoyenista Valentin Vergara, iba a invadir Santa Fe como represalia por el crimen.

Laurent, su lucha, su accionar y su ejecución a sangre fría fueron absolutamente invisibilizados. La derecha logró el crimen perfecto: todo quedó impune, incluidos sus autores intelectuales, los radicales Juan Cepeda y Manuel Rodeiro, que siguieron actuando en política como si nada hubiera sucedido. Por algo está la UCR donde está hoy.

El olvido es el crimen perfecto de la historia. La tarea por memoria, verdad, y justicia desarrollada por Madres y demás organismos de DDHH, es de una contribución extraordinaria a nuestra democracia, no siempre dimensionada en su integralidad. Sin memoria no hay historia, y sin historia hay olvido. No hay que confundir Memoria con Historia. La primera es personal, subjetiva y parcial; la segunda es colectiva, científica y totalizadora. Pero ambas son interdependientes e indispensables. Para que la Historia fluya necesitamos que no haya olvido, que no pase lo que pasó con el Capitán Laurent, cuya memoria nadie militó: el Radicalismo lo abandonó (como abandonó tantas cosas) y se lo tragó el olvido. Memoria, Verdad y Justicia es tal vez una de las consignas más certeras que parió el pueblo argentino y tuvo a Hebe como su partera más destacada e intransigente.


(*) Autor de El Asesinato del Capitán Laurent, el km cero del terrorismo de Estado, Eitorial Ciccus, 2016.