En 2022 la Argentina presidió por primera vez el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas, el principal foro internacional destinado a la promoción y protección de los derechos humanos en todo el mundo. El órgano ejerce tres roles claramente diferenciados: a) evalúa la situación de los derechos humanos en los 193 Estados miembros de la ONU, sin excepción, a través del Examen Periódico Universal; b) aborda las situaciones emergentes que por su urgencia y gravedad requieren la atención especial del Consejo; y c) discute y adopta nuevas normas y estándares de protección internacional de derechos humanos. Estas tres responsabilidades se desarrollaron plenamente a pesar de un contexto geopolítico sumamente desafiante.

A lo largo de este año, el Consejo aprobó un total de 100 resoluciones, declaraciones de la Presidencia y decisiones; celebró dos sesiones especiales y dos debates urgentes; y mantuvo diálogos interactivos con 14 mandatos de procedimientos especiales de países, 45 mandatos temáticos y 10 mecanismos de investigación; además de organizar 11 foros y reuniones sobre temas fundamentales. Esta intensidad de trabajo llevó a que el Consejo se transformara en 2022 en el órgano intergubernamental de todo el sistema de la ONU con mayor presencia en las redes sociales. Esto es el reflejo de la importancia que tiene el Consejo dentro del sistema de Naciones Unidas, al ser el órgano líder en materia de derechos humanos, uno de los tres pilares de la organización junto con la paz y la seguridad internacionales y el desarrollo sostenible. Pero, además, existen varios factores que contribuyeron a esa proyección sin precedentes del Consejo en el debate público internacional desde su establecimiento en 2006.

En primer lugar, el poder de la tecnología. La gente ’de a pie’, empoderada a través de las redes sociales, se interesó más en nuestro trabajo porque los temas que tratamos y las decisiones que adoptamos tocan directa o indirectamente la vida de todos y cada uno de los habitantes de este planeta. Nuestra constituency es 8 mil millones de personas. Y, sin bien el uso de las redes sociales tiene un lado oscuro --sobre el cual el propio Consejo se ha ocupado también este año, aprobando resoluciones sobre desinformación o ciberacoso-- también nos ha permitido recuperar la noción más pura del concepto de derechos humanos: la empatía por el sufrimiento de otro ser humano sin tener un interés personal. Adicionalmente, las modalidades virtuales permitieron la participaron directa de víctimas de violaciones de derechos humanos de todo el mundo en los debates del Consejo, así como la de dignatarios de todas las regiones.

En segundo lugar, lo hecho por el Consejo este año impactará claramente en los derechos de presentes y futuras generaciones. Además de seguir abordando temáticas tradicionales que lamentablemente siguen estando muy presentes y que dieron origen a una decena de tratados internacionales de derechos humanos, este año continuamos expandiendo la frontera de la protección internacional de los derechos humanos. A modo de ejemplo, el Consejo designó este año un relator sobre el impacto del cambio climático en los derechos humanos y adoptó tres nuevas resoluciones relacionadas con las tecnologías emergentes y sus impactos en los derechos humanos: la neurotecnología y los derechos humanos, sobre el ciberacoso y sobre las implicaciones para los derechos humanos de las tecnologías nuevas y emergentes en el ámbito militar, incluyendo las armas letales autónomas. También incursionó en temas como el daño en la salud de varias generaciones en islas del Pacífico derivado de los ensayos de armas nucleares. Por primera vez, el Consejo celebró una sesión presidida y protagonizada por más de 200 niños y niñas que discutieron sus preocupaciones y sus ideas para mejorar nuestro trabajo. Presidiendo Argentina tuvimos el privilegio de que la imagen de Mafalda inspirara sus debates en la emblemática sala XX del Palacio de las Naciones.

En tercer lugar, el Consejo de Derechos Humanos ocupó un espacio central en las discusiones geopolíticas frente a la inacción de otros órganos ante eventos transformadores de las relaciones internacionales, como una guerra en el corazón de Europa a partir de la agresión de Rusia a Ucrania. Una semana después de que el sistema de seguridad colectiva establecido por la Carta de la ONU en 1945 --creado para prevenir o reaccionar frente a esta situación-- quedara paralizado por el derecho a veto ejercido por la propia Federación Rusa en el Consejo de Seguridad, el Consejo de Derechos Humanos -donde Rusia también era miembro pero donde no existe el derecho de veto- decidió debatir urgentemente esta situación y aprobó el establecimiento de una comisión de investigación de las violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario cometidas en el contexto del conflicto, el primer mecanismo de esta naturaleza en la historia aprobado para investigar a un miembro permanente del Consejo de Seguridad.

Lamentablemente, situaciones de graves violaciones de derechos humanos no se registran solamente en Ucrania. Por ello, el Consejo se encargó también este año de poner en funcionamiento mecanismos de investigación de violaciones de derechos humanos en Nicaragua y en Irán, y renovó los mecanismos ya existentes en Etiopía, Venezuela, Libia y la República Democrática del Congo. La grave situación de mujeres y niñas en Afganistán fue además objeto de un debate urgente, mientras que las atrocidades en Mariupol impulsaron en mayo la organización de una sesión especial que amplió el mandato de la comisión establecida en marzo. Más recientemente celebramos una sesión especial sobre las violaciones de derechos humanos en Irán a partir de la trágica muerte de Mahsa Amini y establecimos por primera vez un mecanismo de investigación y de rendición de cuentas en ese país. En todas estas comisiones de investigación fue responsabilidad de la presidencia del CDH el nombramiento de los expertos independientes, en consulta con los Estados y la sociedad civil.

En un mundo crecientemente polarizado, la presidencia argentina priorizó el diálogo constructivo con todos los actores --los 47 Estados miembros, los 146 Estados observadores, las ONGs, la prensa, y el mundo académico-- a fin de mantener en funcionamiento un componente central del sistema universal de protección internacional de los derechos humanos para que complemente y refuerce el pilar de desarrollo y el de la paz y seguridad internacionales. También asignó especial atención a la paridad de género y propuso que el 70% de las 23 designaciones de relatores y expertos que tuvieron lugar este año fueran mujeres.

La protección de expertos y de defensores de derechos humanos frente a ataques y actos de represalias merecieron especial atención por parte de la presidencia. Se destaca en particular la firme reacción frente a la negativa del Gobierno de Nicaragua de permitir que una experta nicaragüense en temas indígenas regresara a su país desde Ginebra tras haberlo criticado. Y, mientras mantiene su reclamo para que las autoridades de Nicaragua reviertan su decisión, gestiones en las que intervino directamente la presidencia permitieron que la experta se reunifique con su familia en Ginebra.

Por ello en el Día Internacional de los Derechos Humanos cabe una mirada histórica al analizar lo andado por el CDH en 2022. Con la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos un 10 de diciembre como hoy en 1948, la humanidad arribó a un nuevo contrato social que representa una idea revolucionaria desde el punto de vista del derecho internacional. El Holocausto nos llevó a evolucionar como humanidad para hacer realidad el Nunca Más. Luego de siglos de atrocidades masivas toleradas y justificadas, como los genocidios, el colonialismo, la esclavitud y la tortura, decidimos que cada persona tiene derechos más allá de su nacionalidad, cultura o religión, y que la comunidad internacional está obligada colectivamente a protegerlos.

Esta idea puso la piedra fundacional del derecho internacional de los derechos humanos. Pero esta revolución es muy joven. 74 años en términos históricos es un microsegundo. En el Consejo de Derechos Humanos pudimos ser testigos de cuanto hemos avanzado. Pero sobre todo de cuanto camino hay por delante para lograr el pleno respeto de los derechos humanos en todo el mundo. Las deudas en derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales son enormes. Pero contamos con una herramienta fundamental de la comunidad internacional para abordar esos desafíos y disminuir el sufrimiento de millones de víctimas de violaciones de derechos humanos en todo el mundo.

El Consejo de Derechos Humanos es una herramienta clave para garantizar que el desarrollo y la paz y seguridad internacionales sean sostenibles y la Argentina tuvo en 2022 la responsabilidad de dirigirla. Un barco con una carga muy valiosa en medio de un tsunami geopolítico, con tres eventos transformadores de las relaciones internacionales como los efectos de la pandemia, el cambio climático y una guerra en el corazón de Europa con efectos globales. Esta delicada poli-crisis está atravesada por su grave impacto en los derechos humanos. Y siendo hoy también el día en que la Argentina decidió incorporar la democracia y los derechos humanos como parte de nuestra identidad democrática en 1983, cabe iniciar una reflexión colectiva hacia el 10 de diciembre de 2023, donde coincidirán la celebración de los 40 años de la recuperación de la democracia en la Argentina con los 75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Una constelación de astros que nos invita a reflexionar nuestro lugar en el mundo y el valor de la defensa de los derechos humanos para toda la sociedad argentina.

(*) Federico Villegas, Embajador, Presidente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.