Javier Mascherano se fue del predio de la AFA en Ezeiza el domingo por la mañana con la sensación (no la convicción) de que seguirá siendo el director técnico del Seleccionado Sub 20. El presidente Claudio "Chiqui" Tapia escuchó su informe sobre la eliminación argentina del Sudamericano Sub 20 de Colombia y, en principio, decidió ratificarlo en su cargo. Más que los paupérrimos resultados alcanzados (tres derrotas en cuatro partidos), Tapia evaluó la continuidad del proyecto y lo importante que resulta, en su opinión, la presencia de Mascherano dentro del mismo. 

En principio, es una buena señal que Tapia no se haya dejado llevar los vientos del exitismo que impera habitualmente en el futbol argentino y no haya escuchado las voces de algunos dirigentes que en voz baja le endilgan a Mascherano "no transmitir mística ganadora". Le siguen facturando las tres finales consecutivas que perdió como jugador de la Selección mayor (Mundial Brasil 2014 y las Copas América de Chile en 2015 y Centenario en Estados Unidos en 2016) más su actuación en el Mundial de Rusia 2018. Pero la firme y rápida decisión de Tapia de sostenerlo pese a todo, no debería soslayar que la patinada de la Sub 20 en Cali ha sido un dato muy negativo para el fútbol argentino. 

Mascherano y Scaloni, en todo caso, bien podría representar dos caras de una misma moneda. Los dos fueron apuestas apuntaladas en su momento sólo por la visión y el olfato de Tapia.  Asumieron sin experiencia previa, como representación de lo nuevo. Pero mientras Scaloni, con el respaldo del gran equipo de trabajo que componen Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala, condujo a la Selección Argentina a un título del mundo, Mascherano, sin ese respaldo calificado, no pudo conseguir que la Sub 20 avanzara en un grupo en el que clasificaban tres de los cinco equipos participantes al Hexagonal final. Hubo muchas oportunidades para rectificar el rumbo y poder seguir después de la inesperada derrota inicial ante Paraguay. La Sub 20 no aprovechó ninguna.

La generación que representa el recambio más cercano para la Selección campeona del mundo, la que llegará con 23 o 24 años a la Copa de 2026, no dio la talla en Colombia. Faltó una línea clara de juego y el nerviosismo y los errores de todo tipo se generalizaron luego de aquel comienzo infeliz. Muy pocos jugadores (Nicolás Paz, Gino Infantino y Brian Aguirre) justificaron haber llegado hasta allí. Seguramente Mascherano apeló a toda su experiencia e hizo lo que estaba a su alcance para rescatar a su equipo de la confusiòn. Pero por lo visto, el mensaje no llegó.

Siguen resonando los ecos felices de la gesta mundialista en Qatar y hay espalda de sobra para aguantar los malos momentos. Sólo por eso y porque se siente con más crédito que nunca, Tapia le ratificó la confianza a Mascherano al frente de la Sub 20.  El futuro dirá del acierto o no de esta decisión.