El periodista y ganador de un premio Pulitzer, Seymour Hersh, acusó a la Marina de Estados Unidos de estar detrás de las explosiones registradas en los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 en septiembre de 2022. Hersh explicó en su sitio web que los responsables del supuesto sabotaje son buzos estadounidenses que habrían colocado explosivos durante unas maniobras de la OTAN, y que los mismos fueron activados por la Marina noruega meses después. 

A días de cumplirse el primer aniversario de la guerra en Ucrania, las reacciones no se hicieron esperar: Rusia exigió una investigación internacional del sabotaje al gasoducto, mientras que Estados Unidos definió a las acusaciones de Hersh como "una completa ficción". Los gasoductos, que conectan Rusia con Alemania por debajo del mar Báltico, están en el centro de las tensiones geopolíticas desde que Rusia cortó el suministro de gas a Europa, en represalia contra las sanciones occidentales por el ataque a Kiev. 

Los detalles del supuesto operativo

"El pasado mes de junio los buzos de la Armada estadounidense, que operaban al amparo de un ejercicio de la OTAN ampliamente publicitado y conocido como 'Baltops 22', colocaron los explosivos que, al ser activados por control remoto tres meses después, destruyeron tres de los cuatro gasoductos Nord Stream", indicó Hersh citando una fuente con conocimiento directo de la planificación de la operación. Según el periodista estadounidense, el 26 de septiembre un avión de la Marina noruega lanzó una boya hidroacústica que detonó los artefactos explosivos.

"A los pocos minutos, los charcos de gas metano que quedaban en los gasoductos destruidos podían verse esparciéndose por la superficie del agua, y el mundo se enteró de que había ocurrido algo irreversible", relató Hersh en un extenso artículo plagado de detalles del operativo. Los preparativos para el sabotaje llevaron nueve meses y habrían sido coordinados por el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan.

Aunque Hersh basa las sospechas en una fuente con acceso directo a las negociaciones, su artículo contiene informaciones y declaraciones públicas de autoridades estadounidenses del más alto nivel que permiten pensar en la hipótesis de un ataque ordenado por Washington. En una comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado a finales de enero, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, expresó su satisfacción por la desaparición del gasoducto.

"Al igual que usted me complace mucho, y creo que a la Administración también, saber que el Nord Stream 2 es ahora un trozo de metal en el fondo del mar", le dijo una orgullosa Nuland al senador republicano Ted Cruz. Incluso el siete de febrero, menos de tres semanas antes del inevitable inicio del ataque ruso en Ucrania, el presidente Joe Biden se reunió en su despacho de la Casa Blanca con el canciller alemán Olaf Scholz. En la rueda de prensa posterior, Biden afirmó desafiante: "Si Rusia invade... ya no habrá Nord Stream 2. Le pondremos fin".

Un gasoducto de importancia estratégica

Las fugas del Nord Stream se dieron en pleno mar Báltico, frente a la isla danesa de Bornholm. Un informe danés-sueco concluyó que las fugas fueron causadas por explosiones submarinas correspondientes a cientos de kilos de explosivos. El Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia catalogó las explosiones de ataques terroristas y el 30 de septiembre reveló que tenía pruebas que apuntaban a la implicación de países occidentales. 

La ruta directa que unía a Rusia con Alemania evitaba que el gasoducto tenga que pasar por Ucrania, lo que significaba un negocio perfecto para los alemanes: se proveían de abundante gas natural ruso barato y, en paralelo, los distribuidores germanos podían vender el gas sobrante por toda Europa Occidental.

De mantenerse ese escenario, Washington temía que países como Alemania se mostraran reacios a suministrar a Ucrania el dinero y las armas que necesitaba para vencer a Rusia. Para Hersh, esa inquietud llevó a Biden a autorizar a Sullivan para que reuniera a un grupo de expertos que orquestaron el supuesto sabotaje. 

Rusia pide una investigación internacional

El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo este jueves que el artículo publicado por Hersh "demuestra nuevamente la necesidad de una investigación internacional sobre estos ataques sin precedentes contra una infraestructura crítica" y sostuvo que "es imposible dejar esto sin determinar quiénes fueron los responsables y castigarlos". Peskov matizó que "algunos puntos del artículo pueden ser rebatidos y otros necesitan pruebas", pero "es notable su profundidad de análisis".

Horas antes el presidente de la Duma Estatal de Rusia, la Cámara Baja del Parlamento, Viacheslav Volodin, había pedido una investigación internacional para "llevar a (el presidente estadounidense) Joe Biden y sus cómplices ante la justicia, así como pagar indemnizaciones a los países afectados por el ataque terrorista". El miércoles la Casa Blanca negó estar detrás de las explosiones y desestimó las acusaciones. "Esto es totalmente falso y una completa ficción", aseguró Adrienne Watson, vocera del Consejo de Seguridad Nacional. 

En el pasado Hersh generó otras polémicas en Estados Unidos, al publicar un informe que cuestionaba la versión del gobierno de Barack Obama sobre el asesinato en 2011 del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, y otro en el que acusaba a los rebeldes sirios de organizar un ataque con gas sarín en agosto de 2013 en Damasco. En 1970 conquistó el Pulitzer por su trabajo sobre la masacre de My Lai a manos de una unidad militar del Ejército estadounidense durante la guerra de Vietnam.