Una noche de lluvia, al salir de una función de teatro, Federico y Matías encuentran un gato callejero recién nacido abandonado en una caja de cartón. Para los jóvenes amantes que hacía poco tiempo habían tomado la decisión de convivir, la adopción del felino al que llaman Alaska representa la consolidación de la pareja, la paz conyugal en medio del sexo desaforado y la conformación de una familia

Pero, tal como suele suceder con los de su especie, pasado unos meses Alaska recupera su espíritu salvaje: le gusta salir por las noches y volver al hogar cuando le viene en gana. En esas angustiosas esperas a que retorne Alaska y en otras tantas vicisitudes relacionadas con el amado animal, Matías y Federico aprenderán los peligros y el valor de la libertad, el justo precio que se paga por los placeres terrenales, los dilemas de la monogamia, pero también la fragilidad de las existencias. A su vez, comprender y extrapolar el mecanismo de Alaska a sus vidas, quizás le sirva para la perdurabilidad del enlace amoroso.

Sin embargo, “El mecanismo de Alaska” es mucho más que el vínculo de dos muchachos que se aman y su animal. Es la narración de una relación amorosa gay – tal como es idealizada, fantaseada, vivida por ambos- desde que los futuros novios están en las panzas de sus madres, pasando por los momentos en que se conocen, se enamoran, se buscan y se rehúyen, deciden vivir juntos, comparten tiempos de cópula loca, se adaptan a la rutina, buscan sexo casual u otros amores hasta que adoptan una hija y buscan y encuentran mil y una manera de estar juntos o despedirse con nostalgia. Avatares en el que, sin dudas, pueden verse reflejadas muchas parejas gays. La obra de teatro tiene la particularidad de remontarse hasta el 2040 donde el autor, Federico Lehmann, se imagina cómo será el futuro de los amados en medio de un contexto histórico bélico y apocalíptico.

Federico Lehmann y Matías Milanese con el libro en el que devino la obra homónima


Una pasión marica

Definida por sus artífices, Federico Lehmann y Matías Milanese -que además de ser dramaturgos, directores y actores, son novios-, como una antología de pasión y representación marica, “El mecanismo…” hace honor a esa nominación. En efecto, en breves, conmovedoras y por momentos hilarantes páginas, Lehmann resume gran parte de la historia cultural de las diversidades sexuales en Argentina. Con ritmo trepidante, se evocan algunos hitos de la representación de los gays durante el siglo XX: la recurrencia a la tragedia desaforada en la obra de teatro “Los invertidos” de José González Castillo o el affaire sexual entre Silvio Astier y la marica en “El juguete rabioso” de Roberto Arlt; la resistencia en tiempos oscuros simbolizada en la canción “Lucas” interpretada por Rafaella Carrá; la ominosa tapa de  la revista “Siete Días” publicada en plena democracia con la foto de Carlos Jaúregui abrazado a un amante bajo el título “Los riesgos de ser homosexual en Argentina".

El recorrido histórico llega hasta épocas de mayor apertura: Sandra y Celesta cantando “Mujer contra Mujer”; los personajes del "puto lindo" Fernando Peña; el “habla Marica” de Pepito Cibrián; Florencia Trinidad declarándose mujer y argentina en televisión… Y, mientras tanto, la inefable Mirtha Legrand persistiendo en torturar a lxs invitadxs de sus legendarios almuerzos como la vez que increpó a Cris Miró preguntándole si debía llamarla señor o señorita o  descolocó a Roberto Piazza interrogándole si un hijo de una pareja homosexual no corría el riesgo de ser abusado.

“El mecanismo de Alaska” tiene la excepcionalidad de ser el guión de una obra de teatro que, merced a la belleza de su prosa y su poética, puede trascender la representación escénica y conmover y ser disfrutada al ser leída. Si uno de los tópicos de la ficción -o autoficción basada en la relación con Matías Milanese- ideada por Lehmann es la obsesión de dejar algo en el paso por el mundo y el recuerdo eterno del amor de una pareja, lo consiguió con creces. Al mismo tiempo, “El mecanismo de Alaska” podría sumarse al listado propuesto de representaciones culturales gays que favorecen la ampliación de derechos de las diversidades sexuales.

Con su transposición al papel, la obra de teatro que hizo furor durante el año pasado, ganadora del Premio Estímulo a la Creación del Complejo Teatral de Buenos Aires y el Banco Ciudad y una de las más bellas historias de amor entre varones jamás escritas, se convierte en un acontecimiento literario. Probablemente, una vez terminado el libro, la sombra de Alaska -como muchas veces sucede con algunos seres luminosos que pasan de manera fugaz por las vidas- gravitará por largo tiempo sobre sus lectores, de manera análoga a como transformó de manera definitiva las existencias de los personajes centrales.

“El mecanismo de Alaska”. Una obra de Los Pipis. Escrita por Federico Lehmann. Policarpo Q. Editado por Enriqueta Nacif.