La cita era a las seis de la tarde. A las cinco, con el sol aún a pleno, las esquinas de los alrededores del Congreso Nacional eran pequeños hervideros de personas que pintaban consignas, armaban banderas o carteles. Gente que se reconocía y se amuchaba con sus referentes partidarios u organizaciones feministas. Para las cinco y media de la tarde, las columnas autoorganizadas, muchas de ellas al compás de tamboriles, confluyeron: hacia la avenida Rivadavia, las de los partidos políticos, que estaban más cercanas al Congreso; hacia Avenida de Mayo, las más alejadas, las de las organizaciones de mujeres que encabezaron la marcha hacia la Plaza de Mayo. 
A las seis en punto, al grito de “alerta/alerta/ alerta que camina/la lucha feminista por América latina/”, la bandera de Ni Una Menos inició la marcha. 
Detrás, con su bandera verde, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito replicaba con “a la iglesia católica apostólica romana /que se quiere meter en nuestra cama/
le decimos que se nos da la gana de ser locas, travestis y lesbianas/ aborto legal... en el hospital”.
Un poco más atrás, avanzaban las integrantes de la Campaña Nacional Contra las Violencias hacia las Mujeres (CCVM) con su bandera violeta, seguida por las mujeres de MuMaLa (Mujeres de la Matria Latinoamericana). Luego, se abría todo un mar de banderas partidarias y de organizaciones sociales: Partido Obrero, CTA, PTS, Frente Popular Darío Santillán, Mujeres Telefónicas, entre otras.
A diferencia del luto que tiñó la última marcha con la consigna Ni Una Menos, ayer predominó el color en todas sus formas: pañuelos, remeras y pelos teñidos de violeta; paraguas multicolores con la bandera LGBT; el verde, de la campaña por el derecho al aborto, en banderas, y bengalas que tiñeron el aire de la 9 de Julio.
Además del ritmo que imponían las consignas coreadas desde las diversas columnas a medida que avanzaban por avenida de Mayo, hubo un grupo de mujeres percusionistas que interpretaban ritmos en tumbadoras, acompañadas por bailarinas cuyos bailes pusieron ritmo y furia a la marcha.
Cuando las columnas atravesaban la avenida 9 de Julio, las mujeres dedicaron a los uniformados que se apostaban a los costados un sentido “yo sabía /yo sabía/que a los violadores los cuida la policía”, mientras entre la multitud una joven mostraba su cuerpo pintado con la leyenda: “No quiero piropos”.
“En los contextos de pobreza y ajuste las mujeres somos las que sufrimos las peores consecuencia”, dijo a PáginaI12, Raquel Vivanco, de Mumala. “A pesar de este grito, el gobierno sigue sin escucharnos, y sin llevar adelante las políticas públicas que prevén las leyes vigentes en materias de derechos humanos de las mujeres”, añadió la dirigente. 
“Es una jornada histórica de la agenda de las mujeres, del feminismo, sobre todo en Latinoamérica, y permite visibilizar cuestiones, además del femicidio, como la situación laboral de las mujeres, invisibilizado y precarizado. Porque sin empoderamiento económico de las mujeres no hay independencia”, dijo, en el mismo sentido, Florencia, una de las manifestantes.