En la noche del viernes 14 de julio, siete jóvenes –cinco chicas y dos chicos— salieron de Lanús hacia la Capital Federal, para festejar los 21 años de su amiga Candela. Luego de una “previa” con brindis y salutaciones efusivas, se subieron a un bondi y cerca de las dos del sábado 15 llegaron al lugar elegido para la celebración: La Warhol, en Córdoba 543, donde los fines de semana comienzan con fiestas inolvidables. Cuando estaban en la cola para sumarse a la música y al baile, Nacho, de 22 años, uno de los chicos, se descompuso, comenzó a vomitar y quedó tendido sobre la vereda, cerca de la entrada al boliche. Como por momentos perdía el conocimiento, sus amigos se asustaron y a las tres llamaron primero al 911 y después al 107 del SAME. La ambulancia 316 llegó a las 3,50, pero  en lugar de bajar un profesional de la salud, para asistir al joven, por la puerta trasera del vehículo descendieron un camarógrafo y un cronista que comenzaron a filmar a Nacho tirado en el piso, al estilo de “Policías en acción”. Los amigos discutieron con el hombre de la cámara y trataron de impedir –en vano— que filmaran. Los dos hombres dijeron ser “de prensa del SAME”, sin dar sus nombres ni mostrar credencial alguna. Aseguraron que realizaban un procedimiento de rutina y que “los había mandado el Ministerio de Salud” de la Ciudad, del que depende el servicio de emergencias médicas.                          

Frente a tales afirmaciones y teniendo en cuenta la irregularidad del operativo, Página/12 consultó sobre lo sucedido a la oficina de prensa del Ministerio de Salud porteño.  La respuesta fue que “no hay ningún procedimiento habitual que incluya la presencia de una cámara”. El vocero sostuvo, además, que no tienen “ninguna información sobre un hecho como el que ustedes están señalando” y dijo que las autoridades se comprometieron a realizar “una investigación para aclarar la situación que ustedes plantean”. De la ambulancia 316, mientras continuaban las discusiones entre los amigos de Nacho y los supuestos prenseros del SAME, bajaron finalmente una médica y el chofer. Nacho fue trasladado al Hospital Fernández, y de allí a una clínica privada donde se repuso de su indisposición y fue dado de alta.

Tomás y Candela, estudiantes de periodismo igual que Nacho, fueron los que relataron los hechos a este diario, a la vez que aportaron un video que tomaron ellos mismos, con un celular, en el momento en el que ocurrieron los hechos y en el que pueden verse fugazmente al camarógrafo de marras y al supuesto cronista que lo acompañaba. “Cerca de las 2,30, mientras estábamos en la puerta de la Warhol, Nacho nos dice que se sentía mal y se sienta en la puerta de un local contiguo al boliche”, explicó Tomás. A los diez minutos “empieza a vomitar, algunos nos quedamos con él y otros van a comprar agua para darle”. La preocupación crece porque Nacho “queda semi-inconsciente, tirado en la vereda, lo que hizo que el personal de seguridad de la fiesta se acercara para averiguar lo que estaba pasando”.

Candela y Laura, otra de las chicas, deciden llamar al 911 para plantearle el problema y pedir que envíen una ambulancia. La primera llamada fue a las 3,15 y luego hubo otras cuatro, la última a las 3,27. Mientras las dos chicas llamaban por teléfono, los otros integrantes del grupo le hablan a Nacho porque tenían miedo que “perdiera totalmente el conocimiento”.

El chico “respondía a lo que le decíamos, pero sólo con monosílabas, no podía armar una frase, transpiraba en exceso, el corazón le latía muy rápido y empezó a temblar”, precisó Tomás. A las 3,31 Candela recibió una llamada por medio de la cual le comunicaron que personal de la Policía Metropolitana estában buscándolos en la esquina de Córdoba y Florida. “Eran tres los policías, vestidos con uniforme bordó, y uno de ellos nos dijo que la ambulancia ya está por llegar”. Los policías se acercaron al lugar donde esta Nacho, pero sólo pidieron los datos de él y de Tomás, que se ofrece para acompañar a su amigo una vez que llegara la ambulancia. 

Los policías refuerzan los llamados al 107 del SAME y por handy le piden a los receptores que apuraran la llegada del auxilio médico. Los uniformados llenaron una planilla con los datos de Nacho y Tomás, a la vez que dejaron constancia de que llamaron siete veces al SAME “porque eso tenía que quedar asentado”, indicó Tomás, que repitió lo dicho por los policías. Candela, que estaba muy nerviosa, hizo otros tres llamados al SAME entre las 3,38 y las 3,47. El último pedido telefónico lo hizo Laura, a las 3,49. La respuesta insistente era “ya estamos llegando”, pero eso no ocurría.

“Finalmente llegó la ambulancia 316, cerca de las 4 de la mañana, casi una hora después del primer llamado al 911, pero en lugar de bajar la médica, que estaba en el asiento delantero, junto al chofer, de la parte de atrás aparecen dos hombres, uno de ellos con una cámara de video en la mano, con la intención de filmar a Nacho tirado en el piso”, denunció Tomás. Los dos hombres dijeron ser  “prensa del SAME”. Su propósito era filmar lo que estaba sucediendo con Nacho, pero sus amigos se opusieron a que lo hagan. Tomás les pidió “una autorización que les permita filmar” y los dos hombres “insistieron en que eran prensa del SAME y que tenían que realizar su trabajo”.

La discusión, de la que participaron todos los integrantes del grupo de amigos, fue subiendo de tono y como el camarógrafo seguía enfocando hacia el lugar donde Nacho estaba tirado sin recibir todavía la atención médica que habían requerido. Tomás se sacó la campera que llevaba puesta y tapó con ella el lente de la cámara.  El hombre que filmaba “tiene unos 30 años, pelo oscuro, barba tupida y tez blanca”. Tomás le dijo que para poder filmar “necesitaba un documento de licencia de imagen” y que “sólo los que estén de acuerdo podían ser filmados”.

En el momento más tenso, bajaron de la ambulancia la médica y el chofer, de contextura robusta, 1,80 metros de altura, aproximadamente, y calvo. Al principio, Nacho se resistió a que lo toquen y dijo que “lo dejen de joder”. Ante la negativa “el pelado le clavó una llave en el dedo gordo de la mano, debajo de la uña, para hacer que se levantara del piso”. En el video grabado por Laura, con su celular, y que se difundió por las redes sociales, “se escucha la voz del pelado decir ‘Nacho abrí los ojos’”. Sobre este punto, Nacho dijo después que la frase completa fue la siguiente: “Nacho abrí los ojos y coopera porque te vuelvo a pinchar”.

Mientras era atendido Nacho, los supuestos hombres de prensa del SAME “no dejaron de filmar en ningún momento”. Las cinco chicas discutieron con los supuestos prenseros y se generó una situación de mal trato hacia ellas. “El camarógrafo les dijo que estaban ahí porque los mandó el Ministerio de Salud”, pero en ningún momento mostraron credencial alguna ni dieron sus nombres. El acompañante del hombre de la cámara se enojó: “Graba, no cortes, filma todo”. Incluso se burlaron del nerviosismo de las chicas. Candela manoteó la cámara y el que la manipulaba le gritó: “Pendeja de mierda es mi elemento de laburo”. Intervino el chofer de la ambulancia y le dijo a los supuestos prenseros: “Apaguen porque estas están re-locas”.

Finalmente, Nacho es ayudado a subir a la ambulancia, acompañado por Tomás. Lo trasladaron al Hospital Fernández, pero a las cinco chicas, que se quedaron en Córdoba y Florida, les dieron datos contradictorios. A unas les dijeron lo correcto, que iban al Hospital Fernández, mientras que a otras les indicaron que el destino era el Hospital Rivadavia. Eso llevó a que las chicas se dividieran, porque no querían dejarlos solos a Nacho y a Tomás. Dos fueron al Rivadavia y las tres restantes al Fernández.

Tomás y Nacho,  en la ambulancia, viajaron acompañados por los dos supuestos prenseros. El camarógrafo le pidió disculpas a Tomás, pero le aclaró que ése es su trabajo. “Me aseguró que van a filmar porque el SAME quiere tener registro de las situaciones en las que interviene y también para campañas de concientización y propaganda”. Tomás le pidió ver la filmación que había hecho a pesar de la oposición del grupo de amigos, pero el camarógrafo se negó.  

Las dos chicas que fueron al Hospital Rivadavia, en Las Heras 2670, intentaron ser engañadas por un guardia de seguridad que les confirmó que Nacho estaba internado en ese lugar e intentó llevarlas por un camino poco iluminado. El hospital tiene una serie de edificios que se asemejan a un barrio de monoblocks y de noche la luz en los pasillos y calles es escasa.  “Las miraban de arriba abajo y a Laura, y a la otra chica, les dio mucho miedo, teniendo en cuenta todo lo que ya había pasado”. Por suerte recibieron el llamado de Candela, quien les confirmó que Nacho estaba en el Fernández, de manera que se dirigieron hacia ese centro asistencial, en Cerviño 3356. Nacho fue llevado a la sala de guardia, donde le hicieron un chequeo y le pusieron suero.

Mientras Tomás estaba acompañando a su amigo internado, las chicas estuvieron en la sala de espera de la guardia, donde fueron increpadas por el chofer de la ambulancia 316, quien les gritó a los de seguridad del hospital: “Estas son unas quilomberas”. Esta claro que el personal de seguridad del Fernández fue informado sobre lo sucedido en la puerta de La Warhol, porque comenzaron a burlarse de ellas: “¿Por qué nos están filmando? Apaguen esa cámara”, se decían entre ellos, en medio de risas y burlas.

Un policía de la Federal que formaba parte de la guardia, se les acercaba y las miraba como si fueran sospechosas de algún delito. Otros dos guardias le pidieron a Candela el número de su teléfono celular, sin motivo alguno, y ella tuvo que darles uno falso para que dejaran de asediarla. La noche del frustrado festejo de cumpleaños, terminó con los primeros auxilios recibidos por Nacho en el Fernández y con su posterior traslado al sanatorio Luis Agote, donde por la tarde le dieron el alta. El diagnóstico fue que había “tomado alcohol en exceso” luego de una jornada “de mucha actividad”, durante la cual incluso había jugado un partido de fútbol.

Antes de retirarse del Fernández, las chicas comprobaron que la ambulancia 316 del SAME continuaba en el estacionamiento del hospital y que el camarógrafo seguía dentro del vehículo.