Una inusitada y asfixiante ola de calor azota a Italia, con temperaturas record que superan los 40 grados centígrados, por lo que el Ministerio de Salud decretó hasta mañana la alerta máxima en 26 de las 27 ciudades que monitorea a diario, entre ellas Roma, Milán y Venecia. La alerta rige en todo el país, desde la siciliana Palermo hasta Bolzano, en la frontera con Austria.

La llegada del anticiclón Lucifer, como fue bautizado, provocó incendios forestales y se cobró la vida ayer de una anciana. La mujer, de 79 años, fue hallada muerta en un campo junto a su casa en Sant’Omero, en la región central de Abruzos, al parecer víctima del calor provocado por el incendio de dos hectáreas de tierras vecinas.

En Roma, a los cortes de luz diarios rotativos de ocho horas anunciados por el “estado de emergencia” declarado en el lago Bracciano (la principal fuente de agua de la ciudad) y el cierre alternado en grupos de 30 cada 24 horas de los famosos bebederos públicos para ahorrar agua en medio de una sequía que ya causó más de 2000 millones de euros de pérdidas en todo el país, completan el árido escenario. Para colmo, una de las dos líneas de subte de la ciudad está cerrada en la mitad de su recorrido y fue reemplazada por un sistema de buses hasta final de agosto, lo que condiciona el movimiento de turistas. 

Las tradicionales y pequeñas fuentes instaladas en las cercanías de los puntos turísticos son las que no entraron dentro del plan de racionalización que dispuso la comuna ante una sequía que hace que la mayoría de los romanos se haya olvidado de lo que es la lluvia. En el Vaticano, los bebedores permanecen abiertos, pero no las fuentes en “solidaridad con la sequía que enfrenta Roma”. El propio papa Francisco dispuso que las dos fuentes del siglo XVII que embellecen la plaza vaticana estuvieran sin agua hasta nuevo aviso.

En el resto de la ciudad, el gobierno local dispuso el cierre rotativo de 30 bebederos cada día. Así, los vendedores ambulantes de agua ofrecen a un euro la botella de medio litro y aun así tienen éxito. En el Coliseo y sus alrededores, además de las imponentes medidas de seguridad habituales, la situación se hace más agobiante por la larga fila de ómnibus de los que baja una legión sin fin de personas, en medio del “ferragosto”, como se conoce al período vacacional italiano por excelencia, durante el mes en curso.

Desde el centro meteorológico Epson Meteo explicaron a través de un comunicado que “el pico de la ola de calor será alcanzado entre el fin de esta semana y los primeros días de la próxima y en muchos casos se superarán los records históricos para el mes de agosto”.

En el resto del país el panorama es similar. Una parte de la autopista Via Aurelia fue cerrada por varias horas debido a un incendio importante cerca de Grosseto, en Toscana (centro). El tradicional paisaje italiano, con colinas cubiertas por el grano de color oro típico del verano, este año desapareció dejando terrenos del color de un pan muy tostado.

En la localidad Capo San Lorenzo, en la isla de Cerdeña, la temperatura percibida, un índice que calcula también humedad y viento, equivalente a la sensación térmica en nuestro país, fue de 63 grados a las tres de la tarde del jueves , un record, con respecto a los 41 grados reales, según indicó la Aeronáutica Militar, de la cual dependen las mediciones meteorológicas.

En los hospitales aumentaron en un 15 por ciento en los últimos días las admisiones a emergencias y se teme por la salud de las personas enfermas, los niños y ancianos, más sensibles a los golpes de calor y con menos resistencia.

La alta humedad en el norte de la península y los vientos calientes provenientes de Africa en el sur hacen que la sensación térmica sea mayor para buena parte de los italianos, que suelen ir a la playa para las vacaciones de agosto. A la ola de calor se suma una prolongada sequía, que produjo graves pérdidas en el sector agrícola, con once regiones que enfrentan escasez de agua.

Se calcula que la producción de aceite de oliva descenderá más del 50 por ciento con respecto al año pasado y la falta de agua ha reducido también la producción de leche de oveja de un 30 por ciento (también con respecto al año anterior), lo que afecta la fabricación de uno de los quesos más populares de Italia, el pecorino.