Desde Santiago

El partido del José Antonio Kast, se impuso en la elección de los 50 consejeros que redactarán la nueva constitución que reemplazaría a la de Pinochet y que se votará en diciembre de este año. El mismo sector político que desde un principio se opuso al proceso constituyente y que ahora, paradójicamente, deberá liderar este segundo intento. 

Aunque no fue del todo una sorpresa -los sondeos del gobierno ya estaban en conocimiento del presidente Gabriel Boric-, el triunfo de una derecha más extrema encarnada en el Partido Republicano en las elecciones de consejeros constitucionales, cambiará el mapa político chileno no sólo en cuanto a los contenidos del nuevo proyecto de nueva constitución que será elaborada desde junio y votada en diciembre, sino también con vistas a las elecciones presidenciales futuras. 

Su lista (la “C”) con el 95% de las mesas escrutadas obtuvo un 43,1% de los votos (22 consejeros) , por sobre el 33,3% (17) del oficialismo de la lista “D” bautizada como “Unidad Para Chile “(Frente Amplio, Partido Comunista, Partido Socialista) y el 21,6% (11) de la lista “E” formada por la derecha tradicional (que en Chile se tiende a llamar en los últimos tiempos “centroderecha”) bajo el nombre de “Chile Seguro” (UDI, RN, Evópoli). La lista B, “Todo por Chile” (Democracia Cristiana, PPD y Partido Radical) y el Partido de la Gente (lista “A”, liderado por Franco Parisi quien obtuvo el tercer lugar en las elecciones presidenciales, se quedó sin ninguna de las 50 plazas que redactarán la nueva constitución para Chile. A esto se suma un cupo a pueblo originario, asegurado antes del cierre de esta edición.

El éxito de su lista, la “C”, se debe entre otros factores a la figura de Kast, su fundador, quien disputó la segunda vuelta presidencial, obteniendo 44,13% de votos (3.650.088) vs el 55,87% (4.620.890) de Boric. Ya a las 20:00 horas, cuando recién se empezaban a escrutar los votos, el ambiente en su sede era de fiesta .“Ya no (somos) un partido recién llegado” dijo a la prensa Luis Silva, uno de los candidatos del partido que aún estaba esperando saber si resultaba ganador. "Definitivamente cualquier intento de minusvalorar el significado del Partido Republicano en el escenario se va a ver ridículo porque va a ser tratar de tapar el Sol con un dedo, pero espero que las relaciones sean buenas (…) Creo que (las fuerzas políticas) se van a reconfigurar para bien porque me consta que muchas personas de los partidos de Chile Vamos quieren lo mejor para Chile y compartimos muchas de esas ideas. Yo veo este proceso con mucha esperanza", aseguró.

Kast, admirador de Pinochet

Coronó estas palabras el mismísimo Kast, que desde el principio se opuso a cambiar la constitución de Pinochet -de quien ha señalado su admiración públicamente- que señaló sin poder disimular su alegría de volver a primera división del debate político del país, tras un largo periodo de bajo perfil. “Hoy no hay mucho que celebrar, porque Chile no está bien. Es tiempo no de celebrar, sino de trabajar en unidad por el bien de Chile. Hoy los chilenos derrotaron el desgano, la apatía y la indiferencia, han concurrido a las urnas para dar una señal claras sobre el rumbo que quieren para el país. No sólo nos han elegido por nuestras ideas, sino por nuestra conexión con los problemas del día a día que viven los chilenos que sufren por su patria (…) Han triunfado las ideas del sentido común (…) “Chile ha derrotado a un gobierno fracasado (que) ha sido incapaz de enfrentar la crisis de la inseguridad migratoria, económica y social. Un gobierno donde muchas cosas están subiendo como el costo de la vida”, se envalentonó Kast en un discurso paradójico en su tono, conciliador y provocador a la vez. Algo que sólo hace más latente una de las principales críticas del sector incluso desde la misma derecha: su inexperiencia y amateurismo a la hora de hacer política, al no “modular” bien su discurso, generando confusión en el electorado.

En un estilo muy parecido a las campañas de Trump o Bolsonaro, la construcción de relato del partido ha ido pasando de los memes y los chistes de dudoso gusto hacia una mirada más conservadora —apostando por la familia, la lucha contra la delincuencia, el control de la migración y el libre mercado— también señaló que buscarán acuerdos con la izquierda para una carta magna, aunque al mismo tiempo dijo contradictoriamente a la prensa que, para generar cambios, “Chile no necesita una nueva constitución”. Una paradoja que muy posiblemente se convierta en un tema de discusión para las semanas que vienen en el país.


Boric llama a pensar el futuro

En un escenario donde la derecha sería mayoría, el oficialismo deberá rearmarse nuevamente y para eso ya hay programado un encuentro a mediados de esta semana liderado por Gabriel Boric donde se tomarán decisiones importantes en torno al programa de gobierno y si éste deberá adaptarse aún más ante un voto que, aunque lo han negado en público, ciertamente puede leerse como una evaluación negativa a su gestión. 

Por otro lado, existe la posibilidad de llamar a votar “rechazo” a esta nueva constitución ya que será evidentemente de un carácter más derechista que la anterior como insinuó el senador y presidente de Revolución Democrática (perteneciente al Frente Amplio), Juan Ignacio Latorre. “El peligro está en que si la derecha más la extrema derecha logren sumar los 3/5, el texto te puede quedar peor que la Constitución del 80. Se arriesga rechazar el texto”, señaló la semana pasada, siendo criticado por sus propio sector, aunque no demasiado. Algunos inclusos piensan que un fracaso de este proceso podría llevar al país en una crisis de proporciones.

Lo complejo es que, para diciembre, ya con un texto constitucional finalizado, los chilenos deberán por quinta vez en menos de tres años para la cada vez más difícil decisión de mantener la constitución de 1980 —el mismo año que se conmemoraran los 50 años del Golpe de Estado— o apostar por una, realizada por una derecha que, desde el principio se opuso al proceso constituyente. Una paradoja tan chilena como llamar “derecha” a la “ultraderecha” encarnada en un principio por el rostro de los flamantes ganadores Republicanos.

“La democracia se defiende con democracia”, señaló Boric en una aparición televisiva que, de alguna forma fue una respuesta pacífica y conciliadora a los dichos de Kast y Cia. “Este dìa se ha cumplido una nueva etapa del proceso constituyente iniciada en 2019. Volvemos a tener una oportunidad de construir con diálogo y encuentro una nueva Carta Magna que represente de la mejor manera posible los anhelos que queremos construir los chilenos. Esto no deber ser pensado en función de una nueva elección, sino que para las generaciones futuras. Una constitución debe durar décadas y debemos ser capaces de cerrar exitosamente este debate”. El presidente hizo una autocrítica al anterior proceso constituyente que fue un “fracaso” porque “no supimos escuchar a quienes pensaban distinto”. Por lo mismo dijo: “Quiero invitar al Partido Republicano que obtuvo una primera mayoría incuestionable a no cometer el mismo error que cometimos nosotros en su momento. Este proceso no puede ser de vendettas sino de poner a Chile y a su gente primero”. Por eso invitó a pensar en la legitimidad de una Constitución que de estabilidad a un país que necesita certezas para el futuro.

Sus palabras, donde también enumeró los esfuerzoa del gobierno por superar el tema de seguridad y económico que Kast acusaba, incluyeron una reflexión interesante:

“Cuando el péndulo de la historia se mueve de un lado a otro, siempre son las personas mas vulnerables las que sufren los efectos del enfrentamiento entre las elites. El liderazgo se la juega en detener este movimiento pendular, en un equilibro hacia un progreso compartido por todos. Esa es mi tarea como presidente”.

El agotamiento constitucional

Estas elecciones de los 50 consejeros constituyentes es un capítulo más del accidentado camino de los chilenos hacia una nueva constitución que los ha tenido yendo a votar desde 2020, primero para aprobar el proceso con un apabullante 78% , luego para elegir a la convención constituyente dominada por la izquierda y el progresismo (2021) y posteriormente por el texto constitucional (2022) que terminó siendo rechazado por el 61% de la población.

A pesar del supuesto desinterés de los chilenos por el proceso, como señaló la encuesta Criteria, ampliamente difundida el sábado donde el 56% señalaba estar “cansada del tema constitucional” y un 62% reconocía estar poco informada del tema, fueron millones los ciudadanos que fueron a votar en un proceso que operó sin mayores problemas. Es importante señalar que al ser voto obligatorio, también se arriesgaban a multas que por encima de los 100 dólares e incluso reclusión nocturna. Algo que también afectaba a quienes no votaron en las elecciones anteriores, donde el 61,89% rechazó en septiembre de 2022 la primera propuesta constitucional elaborada por una convención constituyente, elegida por los ciudadanos y dominada por la izquierda. Un resultado que hasta el día de hoy ha afectado el programa del gobierno y ha sido interpretado por la derecha como un triunfo.

Aquella constitución de corte progresista —que el gobierno repartió gratuitamente y las librerías convirtieron en best seller—  y que tenía como temas relevantes la paridad de género, la plurinacionalidad el medio ambiente y un reordenamiento del modelo económico, educativo y de salud, fue el resultado de un proceso político originado con el Estallido Social de octubre de 2019, con protestas multitudinarias, violencia callejera y cacerolazos que tuvieron en vilo al gobierno del entonces presidente Sebastián Piñera. Un mes después, gracias a la gestión del mismo Gabriel Boric y el resto de los partidos políticos, éste terminó aceptando iniciar un proceso constituyente para modificar la constitución de 1980 promulgada por Augusto Pinochet y reformada —en parte— por Ricardo Lagos en 2005.

Sin embargo, el proceso que terminó siendo rechazado tuvo múltiples dificultades, entre ellas la descoordinación y disputas de los partidos de izquierda que conformaron la convención constituyente (elegida por la propia ciudadanía), la férrea oposición de la derecha a cualquier propuesta, el surgimiento de movimientos con amplio apoyo mediático como “Amarillos pro Chile” (que advertían sobre los supuestos graves efectos de la plurinacionalidad o el fin del senado que se incluiría en el texto) y la proliferación de fake news en redes sociales incluyendo rumores sobre el cambio de la bandera y el fin de la propiedad privada. Ni los analistas, intelectuales y actores políticos se ponen de acuerdo sobre la derrota del año pasado.

Todo esto, generó que tras el rechazo, la derecha hizo un rayado de cancha frente a un gobierno que optó por no reconocer el resultado como derrota sino como una manifestación del pueblo chileno que, de todas formas, quería continuar discutiendo una nueva constitución. Tras varios meses de debate, el escenario quedó así: los partidos políticos seleccionaron 24 expertos que ya están trabajando en un borrador de constitución donde expresamente no se cuestionará el sistema político (incluyendo el senado), tampoco la plurinacionalidad o el modelo económico. En base a este texto trabajarán los 50 consejeros electos en esta jornada.