Las margaritas no siempre tienen la misma cantidad de pétalos; el resultado de deshojarlas es imprevisible. La 47° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que termina este lunes, arroja un balance paradójicamente “exitoso” y dispar -una caída leve en las ventas y 1.245.000 visitantes, un 5 por ciento menos de público que en la “espectacular” edición del 2022, que alcanzó el récord de 1.324.500-, que refleja las distintas realidades del universo editorial, golpeado por las sucesivas estampidas del dólar, la inflación y la escasez del papel. 

Aunque hay excepciones y algunos expositores informaron que vendieron más libros que el año pasado, la gran mayoría llegó al Predio de La Rural con el temor de que ante un mercado en retracción en las librerías desde hace varios meses el impacto de un contexto económico complejo se tradujera en una feria con una estrepitosa disminución de ventas y visitantes. Como las expectativas eran bastante pesimistas, la performance general de esta edición, que tuvo como invitados destacados a la poeta uruguaya Ida Vitale (que cumple 100 años en noviembre), al poeta chileno Raúl Zurita y los españoles José Luis Rodríguez Zapatero (que presentó No voy a traicionar a Borges, editado por Octubre), Fernando Aramburu e Irene Vallejo, fue satisfactoria y se menciona una “mentalidad del aguante” y “antibajón” que caracteriza a los argentinos.

José Luis Rodríguez Zapatero

 

Carlos Díaz, director editorial de Siglo XXI, calcula que las ventas terminarán un 4 por ciento menos en ejemplares que el año pasado. “Esta feria es una muestra fantástica de la pasión por la lectura que hay en Argentina en términos de público, de vitalidad, de la cantidad de actividades que hubo y la respuesta de la gente”, explica el editor las aristas de un fenómeno que no se puede reducir únicamente al “resultadismo” de las ventas. “En la feria te encontrás con políticos, con escritores, con dirigentes de base, con compañeros de la facultad, con profesores, con amigos de cualquier lado. Hay una vitalidad fabulosa que este año se repitió. Esto es fantástico y habla bien de la Argentina porque el contexto claramente es complicado y hasta podría ser medio depresivo. La Feria 2023 es una muestra de la mentalidad del aguante, por llamarlo en términos medio coloquiales, de la mentalidad antibajón que tenemos los argentinos. Y esto vale tanto para el público como para las editoriales”, plantea Díaz a Página/12. “Las editoriales nos imaginábamos una feria complicada porque están complicadas las ventas en las librerías. Pero en Siglo XIX, y creo que también en otras editoriales, nos adaptamos, hicimos promociones de hasta 12 cuotas sin interés, pusimos una mesa de ofertas espectacular, que fue un éxito. En ese sentido, creo que fue una buena feria en términos comerciales, aunque vamos a terminar un 4 por ciento abajo”.

Lo primero que aclara Raúl Carioli, director editorial de Prometeo, es que el año pasado el stand estaba en el Pabellón Azul y este año se mudaron al más codiciado, el Pabellón Verde, donde están los grandes grupos editoriales y donde también circula más cantidad de visitantes. Prometeo incrementó las ventas en un 30 a 35 por ciento. “La feria fue buenísima; están todos más o menos en los niveles del año pasado o un 2 o un 5 abajo como mucho. Como nosotros planteamos los precios para la feria en marzo, quedaron bajos comparativamente respecto de cualquier otro consumo. El precio promedio de nuestros libros es 4.800-4.900 pesos y este año no hubo quejas del tipo ¡qué locura los precios!, que en algún año hemos tenido”, compara Carioli.

Un lugar de encuentro

Carioli comenta que lo que más le llamó la atención de la Feria del Libro es que “ya no es una feria de libro”, sino “un lugar de encuentro en el que la gente va a participar de actividades una vez al año”, precisa el editor de Prometeo que este año publicó (y presentó en la Feria) el nuevo libro de Rita Segato, Escenas de un pensamiento incómodo. “La gente viene a ver las charlas, a pasear, a caminar, a encontrarse con amigos. La Feria del libro es un lugar de encuentro que superó la idea del libro como objeto a comprar,  en una sociedad que ha hecho de la Feria del Libro una tradición cultural”, reflexiona el editor y añade que otra sorpresa es la cantidad de jóvenes que vio en el Predio de La Rural, “gente de menos de 40 años” y “muchísima gente de menos de 25”. Pero algo más le llamó la atención y busca las palabras adecuadas para decirlo. Tiene que ver con la presencia de “sectores populares o subalternos, gente sencilla o común, digamos, nada de señores gordas comprando libros de élite; una cosa absolutamente democrática y popular en el mejor de los sentidos. El libro tiene propuestas para todos; se pueden leer grandes libro por mil pesos o menos. Yo he comprado libros por 700 pesos”, admite Carioli.

El sábado a la tarde una marea de personas copó el stand de HD Libros, una librería de saldos ubicada en el Pabellón Azul con ofertas que arrancaban desde los 600 pesos. Mariel no sabe si vendieron más o menos que el año pasado, pero subraya que al estar “tan económicos” los libros muchas personas compraron alguna novela clásica en oferta y aprovecharon algunas de las promociones que permite, por ejemplo, llevarse 8 libros por 3.000 pesos. “La librería de saldo ofrece cierta democratización de los libros, aunque es cierto que quizá no tenemos muchos autores argentinos. El otro día me preguntaban si tenía algo de (Osvaldo) Lamborghini y lamentablemente no tenemos. Sí hay más clásicos y también textos para los chicos, algo de historia y biografías. Hay que revolver y buscar. Cada tanto encontrás algún librito de Juan Gelman. Cuando empezó la Feria, teníamos un libro de Gelman, pero vino el batallón y se lo llevó”, cuenta con una sonrisa y destaca también el hecho de que la Feria sea un lugar de paseo para muchas familias y mujeres que se organizan y traen “hasta el mate y la torta” para evitar pagar los precios “exorbitantes” de las cafeterías y bares del Predio de La Rural. “Hay cierta polémica en torno a las librerías de saldo, pero yo no voy a entrar en esa polémica porque no es mi tema. Yo no soy parte de la industria, soy simplemente una vendedora -advierte-, pero me parece bien que las personas que vienen con poco dinero se puedan llevar dos o tres libritos”.

No hay plata en el bolsillo

Menos presencia de público y menos intención de compra. Así resume Matías Reck, editor de Milena Caserola, lo que sucedió en el stand colectivo “Todo libro es Político”, donde participaron con sus catálogos sellos como La Cebra, Tinta Limón, Hekht, El cuenco de Plata y DocumentA/Escénicas, en otros. Aunque habrá qué esperar las cifras exactas, cree que la ventas cayeron entre un 25 a 30 por ciento. “Evidentemente estamos atravesando un momento muy delicado económicamente; no hay plata en el bolsillo. Nosotros vinimos a la feria con la intención de discutir determinadas problemáticas. Este año elegimos la consigna ‘alquilar o leer’ y en ese sentido pudimos instalar un debate a lo largo de la feria, en los medios de comunicación y en varias charlas que organizamos”, reconoce Reck. A la hora de realizar una autocrítica estima que la propuesta del stand “la vimos un poco débil en un año donde la discusión pasa más por la política electoral y de candidatos” en comparación con el tipo de iniciativas que se despliega desde “Todo libro es político”. “Nosotros proponemos otra política, una política del encuentro, una política de la amistad, de la lectura, de la mirada crítica, y quizás la gente, los lectores, no quieren este proyecto o estas discusiones y se contenten con una novela más naïf o más snob... utilizo esos términos porque en la feria se percibe otro tipo de discursividad no tan reflexiva, más masiva, más popular, y quizá nuestros proyectos funcionan muy bien fuera de la feria, en librerías y en nuestros propios espacios”, compara el editor de Milena Caserola.

Desde Corregidor, Juan Manuel Pampín traza una suerte de preludio para contextualizar cómo le fue a la editorial en esta edición. “La Feria no es una isla y refleja lo que está sucediendo en las librerías con el mercado del libro retraído. El año pasado la gente usó el libro como excusa para el reencuentro y por eso fue una feria excepcional, extraordinaria, desde donde se la mire. Quien tiene un par de ferias encima no esperaba replicar el fenómeno del año pasado y eso es lo que sucedió. Lamentablemente esas expectativas se cumplieron y nosotros terminamos teniendo una feria buena, pero tirando a regular, con una caída en las ventas de entre un 15 a 18 por ciento. La gente respondió, los pasillos se llenaron, pero se veían pocas bolsas con libros. En los corrillos de la Feria se habla de que muchos están 20 por ciento abajo”, revela Pampín. “El mercado del libro viene súper retraído. Más allá de que la gente en la feria tiene ánimo de gastar, lo cierto es que termina pagando la entrada, el estacionamiento y mil pesos un pancho y todo eso hace que tenga un poco menos de plata a la hora de comprar un libro”.

Foto: Enrique García Medina

“Empate técnico”

Santiago Satz, gerente de Comunicaciones del grupo Planeta, habla de un “empate técnico”, expresión a la que se apela con asiduidad, especialmente cuando se hace referencia a los resultados electorales. “Calculamos que estaremos un 3 por ciento arriba”, precisa respecto a las ventas en el stand de este grupo que tiene sellos literarios como Tusquets y Seix Barral. “El año pasado fue una Feria pos pandemia y rompió todos los récords -recuerda Satz-. El comportamiento del comprador fue muy similar a la de otras ediciones; van por los tanques editoriales. Las promociones con distintos bancos lograron que el visitante pudiera comprar libros con descuentos, en cuotas y sin interés. Por eso fue llamativo ver a compradores con bolsas cargadas de libros”. Desde Penguin Random House, Valeria Fernández Naya, directora de Marketing y Comunicación, afirma que “estamos un poquitito por encima en unidades respecto del año pasado, a pesar del contexto económico de este año, y que en en 2022 veníamos de un pos Covid en que la Feria tuvo una súper extra convocatoria”. Aunque para Fernández Naya se trató de una feria “muy concurrida”, la percepción es que “no fue la misma cantidad de gente que el año pasado, aunque igual fue muy buena”, pondera y enumera la gran convocatoria que tuvieron las presentaciones de libros de Claudia Piñeiro, Eduardo Sacheri, Dolores Reyes, Arturo Pérez-Reverte, Gustavo Rodríguez e Irene Vallejo.

La española Irene Vallejo (foto: Verónica Bellomo)

 

Fila para entrar y para pagar

Impresiona la cola que hay para entrar al stand de Kel Ediciones, la principal distribuidora argentina de material en inglés, el sábado a la tarde. El año pasado, repasa Pablo González, no estuvieron con stand propio en La Rural para el público en general. “Esta es una de las mejores ferias de los últimos cinco años. Tenemos fila para entrar y fila para pagar todos los días”, resume el fenómeno de un stand que es el único donde se consiguen libros en inglés. Para González hay un cambio de público marcado por los que él llama “sub 30”, jóvenes que serán el público de Kel, según augura, en los próximos veinte años. Dos de los títulos más vendidos son The secret history, de Donna Tartt; y Normal people, la novela de la escritora irlandesa Sally Rooney que se convirtió en una exitosa serie de televisión en 2020, durante la pandemia. “Hay una alineación entre series y libros, como también hay una retroalimentación permanente con las redes sociales y los influencers”, analiza González y cree que otro factor que apuntala la presencia de público y las ventas es que el precio promedio de los libros en inglés es de 4.000 pesos. “Nuestros precios están por debajo del promedio de los libros en español. Los libros en inglés siempre fueron más económicos. Muchos nos dicen que con lo que pagan un libro en español acá se compran casi dos en inglés. Hay un público que lee vorazmente en inglés”.

 

Otra situación excepcional se vivió en el stand de la distribuidora de Big Sur, que representa a más de treinta sellos editoriales literarios e infantiles de Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela, México y España. En esta edición, la segunda feria en la que participan con espacio propio, Federico Gori informa que vendieron “un poco arriba” en ejemplares, pero no puede dar un número. “Tenemos libros muy buenos y estamos haciendo un laburo muy fuerte para comunicarlos. Lo que no se comunica no existe, así que le ponemos mucho amor a las recomendaciones”, justifica Gori.

En el stand del Grupo Octubre

Carla Lorenzo, encargada del stand del Grupo Octubre en la 47° Feria Internacional del Libro de -Buenos Aires, confirma que en el stand se vendieron “muy bien” varias de las novedades de la editorial Octubre que se presentaron en esta edición, como El manuscrito Bonaparte, de Luis Bruschtein; Semillas al viento, de José “Pepe” Mujica; Las cartas del Capitán, de Hugo Soriani, director general de Página/12 (libro que fue presentado este domingo, con la participación del autor junto a León Gieco, Taty Almeida, Rep, Nora Veiras y Eduardo Aliverti); y Metapensar. Los mejores editoriales de Víctor Hugo en la 750, el libro de Víctor Hugo Morales que incluye una selección de los editoriales que desarrolla en el programa radial La mañana por la AM 750.

En términos generales, señala que fue “una buena feria” en comparación con la del año pasado, a la que se refiere como “excepcional” por la cantidad de público y las ventas. En ese sentido, dice que se vendió “un poco menos que en 2022, un cachitín”.

La propuesta cultural del Grupo Octubre se completó con las presentaciones de libros No voy a traicionar a Borges, de José Luis Rodríguez Zapatero; El amor vence, de Marina Olmi; Qatar, volver a vivir, de Juan José Panno; y un entrañable homenaje a Hebe de Bonafini en el que participaron su hija Alejandra y Ulises Gorini, abogado, periodista y autor de Hebe de Bonafini. Los caminos de la vida. Lectores y socios del diario, además de público en general, siguieron con atención el debate sobre la Constitución de 1949 en la que participaron el economista José Sbatella, el jurista Jorge Cholvis y el sociólogo Eric Calgano durante la presentación del libro El campo popular saluda a la Constitución Nacional de 1949, en el que diversos autores prologaron el texto proscripto por la autodenominada “Revolución Libertadora”.