Con el estreno de 22 de agosto: Y si después de tantas palabras, Sabatino Cacho Palma vuelve a poner pie en escena y lo hace en la forma de un unipersonal íntimo, con varias capas de lectura. Como él dice: “Desde el primer renglón, escribí pensando en que iba a ser yo el actor”. El estreno es hoy a las 21 en Arteón, con nueva función mañana a las 19 (con debate y desmontaje posterior a cargo de Humberto Lobbosco), y permanencia en cartel durante los sábados del mes.

“La primera idea tuvo que ver con hacer un arco poético que fuera político, social y cultural. Tenía un montón de material acumulado, donde hay cosas que tengo guardadas de hace 30 o 40 años; algunas estaban escritas, otras en la memoria, y se fueron hilvanando. Pero se estaba volviendo una obra monstruosa, interminable. Tenía, literalmente, 160 páginas. A partir de ahí comenzó el trabajo de elegir lo que era esencial. En noviembre le pasé un primer texto a una decena de amigos vinculados al arte, y tuve devoluciones. Comencé a ensayar en enero, hice una muestra, y luego me puse a corregir para lograr esta versión definitiva”, explica Sabatino Cacho Palma a Rosario/12.

El título de la obra privilegia una fecha, donde Palma hace coincidir varias cuestiones: “Hay una fecha inolvidable para mí que es el 22 de agosto de 1972, cuando fue la masacre de Trelew. Yo tenía 14 años y esa mañana sacamos a toda la Dante a la calle. En el patio, cuando izamos la bandera, empezamos a comentar lo que había pasado y a las 10 de la mañana salió toda la escuela a la calle. Esto implicó mi paso a la militancia, a un mundo de sueños. Hoy no creo para nada en la lucha armada, creo que fue un gran error, así como plantear una revolución al límite en un país que en ese momento tenía 5% de pobreza. Había otros proyectos para ese país, pero tuvo que venir mi madurez política y cultural, y eso llegó con los años. Yo tenía 14 y soñaba con cambiar el mundo”, señala el actor.

-¿Cómo llegaste a las otras referencias que coinciden en la fecha?

-Te cuento. Hace un año recordaba, por un amigo al que tenían que hacer una operación, a un paciente de cuando hice la residencia en el hospital psiquiátrico, el Agudo Ávila. Resulta que este paciente nos dice que nos va a contar algo, y nos cuenta cómo había vivido una sesión de electroshock. Esto era algo que yo tenía anotado, pero lo había borrado de la memoria. En ese taller literario había también un paciente, César, que un día nos mete una poesía como si fuera propia, pero que era del gran César Vallejo. La cuestión no termina ahí. Estábamos invitados a un congreso en Cuba, en el año ’85, y fuimos con todo este trabajo de apertura de un manicomio cerrado y siniestro, al que habíamos transformado en una máquina permanente de creación, donde había talleres todo el día. Llevé el poema de mi paciente, y ahí me entero que él se había hecho pasar por el gran poeta. Esto iba a ser parte de la obra, pero de golpe me encuentro con otro hallazgo. Vallejo comenzó a ser conocido en los ‘70 por el disco Traigo un pueblo en mi voz, donde Mercedes Sosa musicaliza un poema suyo, “A mi hermano Miguel”. Todo esto lo sabía, pero cuando voy a buscar las fuentes, me encuentro con que Miguel muere el 22 de agosto de 1915. Y a mí, para colmo, ¡me gustan los números! Resulta que yo debuté en teatro en los talleres de Arteón y con una obra emblemática, Cómo te explico, el 22 de agosto de 1980. No se trató de una obra más, Cómo te explico marcó a una generación totalmente silenciada, donde su protagonista, que era mudo, iba a contar lo que había sido la adolescencia en dictadura. En dos años, a la obra la vieron 30 mil espectadores, con 350 funciones al hilo, trabajando viernes, sábados y domingos, con dirección de Chiqui González.

-Todo esto tuviste que traducirlo para la puesta escénica, ¿cómo fue ese proceso?

-Desde hace 5 meses venimos trabajando con un equipo de 10 personas para toda la realización artística, entre sonido, video, vestuario, objetos escénicos. La idea es que esto sea transmitido a través de un vehículo, y eso es lo que es el arte. Hubo que darle un estatuto estético, escénico, que es lo que me gusta llamar “poesía en el espacio”; hay que pasar esa poesía al espacio y al cuerpo del actor, que es quien tiene que soportar todo esto. Por eso, antes que nada, hice un juramento interior, en el sentido de decirme: “Cacho Palma, te vas a bancar esto, ¿no?”. Asumido este compromiso, estoy muy feliz con lo que estoy trabajando.

-¿En qué consiste el debate de mañana, a cargo de Humberto Lobbosco?

-Entre los amigos que han venido y acompañaron la obra hay quienes tienen un recorrido literario importante, son tres compañeros memorables: Roberto Retamoso, Roberto García y Humberto Lobbosco. Humberto quedó maravillado y me dijo que quería hablar de esto; él es, además de un gran lector, alguien que enseña a leer, y me pareció muy bueno que al terminar la obra, como va a suceder este domingo, él haga un trabajo de lectura con la gente. Estoy contentísimo, porque es un aval, un reconocimiento, e implica algo que reconforta.

Luego de las presentaciones en Arteón, 22 de agosto: Y si después de tantas palabras tiene previsto continuar en Buenos Aires durante dos meses, “y en febrero y marzo del 2024 visitar París, Madrid y otras ciudades de España. Si va bien, estaremos tres o cuatro años trabajando, siempre y cuando este cuerpito aguante, o conseguiremos otro actor (risas)”. Además del grupo que hace posible la obra, que Palma destaca como “trabajo en equipo”, dice el actor: “Comparto el unipersonal con un técnico que es una especie de hombre orquesta: hace proyección, audio, sonido, luz, interviene con textos grabados y sube al escenario varias veces. La fábula sucede mientras la sala se está cerrando y el actor insiste en hacer la obra una vez más. El técnico lo banca y le hace el soporte, mientras la sala es desarmada. Este técnico y actor es mi hijo, que tiene 24 años y desde los 14 hace teatro. Lautaro es el gran eslabón para mí, porque pone el cuerpo y porque acompaña a este viejo que tiene todavía algo para contarle. Él es el futuro y yo creo en la juventud”.

22 de agosto: Y si después de tantas palabras cuenta con dirección actoral y laboratorio teatral a cargo de Alejandro Casavalle; el equipo de realización artística y puesta en escena está conformado por Sabatino Cacho Palma, Alejandro Casavalle, Néstor Aliani, Lautaro Palma, con la supervisión general de Néstor Zapata; vestuario y arte de Lorena Salvaggio; asistencia de dirección, de montaje y escenografía de Néstor Aliani; entrenamiento vocal y laboratorio de la voz por Temis Parola; material audiovisual de Juan Carlos Frillocchi; gráfica de Lautaro Palma; dibujo de Antonio Pipi Ramos; y producción de Sabatino Cacho Palma, Néstor Aliani y Arteón.