“Hay un ahuecamiento de la base imponible del Impuesto a las Ganancias, lo están llevando a ser un impuesto inútil”, afirmó el profesor Ricardo Koss. “La reforma tributaria es un territorio de falso consenso, todo el mundo está de acuerdo en su necesidad, pero las razones y objetivos son completamente diferentes”, agregó el académico Alejandro Otero en la presentación del número 90 de la Revista del Plan Fénix dedicada la Reforma Tributaria en Argentina.

Otero afirmó a su vez que “nada más político que un impuesto, porque redistribuye cargas de un sector a otro”. No obstante, su par Arnaud Iribarne, miembro del Plan Fénix, reconoció que difícilmente este año de elecciones presidenciales podría el país avanzar en esta discusión. A diferencia de lo que ocurrió en Chile en 2014, la reforma tributaria no es eje en ninguna de las plataformas electorales de la Argentina actual. Eso es un problema ya que “las partidas del gasto público tenderán a aumentar en los próximos años -aseguró Iribarne- tanto en salud como en educación y otras partidas, todas a distintas velocidades".

La regresividad del sistema tributario argentino fue analizada en detalle por el profesor Alfredo Iñiguez, siguiendo una metodología empleada en los años noventa por la Cepal. Así, al circunscribirse al período más reciente, encuentra que la regresividad tributaria aumentó durante el gobierno de Mauricio Macri y que su pico fue de 12 por ciento del total de los impuestos en el tercer trimestre de 2018 para luego mejorar en el último año paradójicamente a causa del acuerdo con el FMI que impidió la rebaja de retenciones y la eliminación del impuesto a los Ingresos Brutos con el objetivo de mejorar el resultado fiscal. “Con el gobierno de Alberto Fernández se ve una tendencia a la progresividad aunque más clara desde 2022”, aclara el estudio.

Iñiguez también remarcó que mirando la historia argentina reciente la recaudación tributaria como porcentaje del PBI aumentó sostenidamente solo durante tres períodos en la historia: en el primer gobierno peronista, en la década del noventa y durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Pero solo durante el primer gobierno de Perón y en el kirchnerismo dicha presión se dio a la par de una mejora en la progresividad.

Ricardo Koss, reconocido miembro del Fénix, aseguró que “la presión tributaria argentina es más baja que en Brasil y muchos países de la OCDE, por ejemplo, aunque esté por encima de países como Chile y México”. Sobre el Impuesto a las Ganancias afirmó que “los dividendos pagan el 7 por ciento y la gran mayoría de los intereses están excentos, entonces se paga más sobre las rentas ganadas (salarios y honorarios) que sobre las pasivas (dividendos, intereses y regalías)”. “Esa situación da como resultado el aumento de las deducciones que adelantó el ministro Massa, porque es la herramienta que tienen las personas físicas para reducir su carga propia” y aseguró que se está ahuecando la base imponible del impuesto.

Por su parte, la exposición de Magdalena Rúa, docente universitaria y miembro del Plan Fénix, se centró en los problemas de la evasión fiscal, y asestó: “Buena parte del patrimonio de las personas residentes en Argentina no está declarado, ese fenómeno está asociado a la fuga de divisas y a la creciente evasión fiscal”, para luego puntualizar en que “los regímenes de blanqueo que han aplicado todos los gobiernos terminan alentando este círculo de la evasión.” Por otro lado remarcó que la regresividad impositiva también tiene un carácter de género “porque las mujeres están sobrerepresentadas entre las personas más pobres”.

Rúa también mencionó los problemas que hay a escala global en tanto la “planificación fiscal” que practican las grandes empresas “ha incrementado la opacidad del sistema”. El uso de las guaridas fiscales es un ejemplo pero, aclaró, “varios países centrales se comportan de igual modo y son llamados centros de inversión por la OCDE en tanto por tener esquemas fiscales laxos atraen grandes capitales para invertir”. María de los Ángeles Jauregi, profesora de grado y posgrado en la UBA, también habló de un obstáculo en la regulación a nivel global que es “cómo deben gravarse los ingresos generados por las actividades transfronterizas”, es decir los servicios digitales. Una discusión ávida en pandemia que no ha sido saldada y supone un cambio de paradigma.