El jueves se cumplieron tres años de la partida de Rosario Bléfari. Pero unos días antes, en un café de San Telmo, quedó demostrado que su recuerdo y legado tienen vida propia. “Hubo una banda llamada Suárez, y ahora encima la hija de Rosario se dedica a la música”, dice Nina Suárez, vástago de la música, actriz y poetisa, a manera de broma. O quizá de advertencia. A fines de junio, la artista de 21 años lanzó su disco debut: Algo para decirte. Algunos de esos 7 temas tuvieron la devolución de su madre, y hubo otros que no corrieron con la misma suerte. Y eso sí le genera extrañeza. “Fueron las primeras canciones que no pude chequear con mi aliada. En ese sentido, me sentí un poco huérfana. Ella me mostraba sus temas, y yo los míos. Cuando murió, viajamos a Santa Rosa, que era donde estaba. Ahí compuse ‘Quequén’ y ‘Corrida al arco’. Fueron los que iniciaron el proceso de este disco”.

-Desde ese instante, ¿no comenzaste a sentir más confianza en tu capacidad para componer?

-Fue un momento de quiebre. Esas canciones las tomé como punto de partida y de confianza de que puedo hacerlo sola. Empecé a imaginar que mi mamá ahora estaba adentro de mí.

-Aunque aún te encontrás desarrollando tu identidad artística, ¿en qué sentís que pudiste desmarcarte de tu mamá?

-En que soy más oscura. También me gustaría que mi proyecto solista fuera más colectivo. Queda mucho por hacer todavía, pero estoy contenta.

Nina se decidió por el formato de cuarteto para salir a defender en vivo su primer repertorio solista, lo que se podrá apreciar este sábado 8, cuando le abra a Massacre en La Trastienda (Balcarce 460), a las 20. O el próximo 15 de agosto, durante la presentación de Algo para decirte en el Espacio Cultural Moscú (Av. Córdoba 4335). Sin embargo, la música grabó estas canciones en plan de power trío, con ella al frente cantando y tocando la guitarra eléctrica. “La guitarra me la regaló mi vieja. Pero después me pude comprar una mejor”, aclara. “Cuando volvimos de La Pampa, mi casa era un quilombo. No queríamos ordenar nada. Estábamos atravesados por la situación. Un día encontré una caja, y vi que había dos pedales. Al principio no sabía usarlos. Pero se fue poniendo bueno. Me sorprendía que me saliera a mí lo mismo que escuchaba de otras bandas. Algo medio grunge, aunque con matices”.

-Tu madre solía decir que Suárez no era un grupo de música indie. Si bien tu disco está atravesado por ese sonido, ¿vos sí te hacés cargo?

-Yo tampoco hago música indie. Lo mío es el rock, y siento que el disco lo refleja. Hasta en las baladas.

Curiosamente, la primera vez que la también hija del músico Fabio Suárez entró en un estudio a grabar fue para cantar una cumbia. La invitación provino de Santiago Motorizado, quien pensó en ella para “El fuego cálido”, tema de la banda de sonido del relanzamiento de la serie Okupas. “Me vio en una obra de teatro, y a partir de eso pensó que mi voz podía funcionar”, especula Nina. “Escucho a The Strokes, pero bailo cumbia en fiestas. Nunca pensé en si debía hacerlo o no. A mí me gusta cantar. Y como no tomé clases de canto, supongo que mi clase de canto fue ésa”. No era la primera vez el tándem juntaba fuerzas. El artista platense convocó a Nina en 2019 para que fuera coprotagonista del video del single “El perro”, de El Mató a un Policía Motorizado, grupo que lidera. “Agradezco haber incursionado en la actuación porque me acercó a la gente con la que estoy tocando”, comenta.

Antes de probarse en la música, la cantante y compositora lo hizo en la actuación. De hecho, madre e hija participaron en la película La idea de un lago (2017). Pese a que le siguen llegando ofertas de castings, la frontwoman no piensa en otra cosa que en hacer canciones. Al menos en Buenos Aires, en 2018, fue habitual verlas compartir escenario. Nina comenzaba, y Rosario le secundaba. “No pensé en otra cosa que en dedicarme a la música. Desde que tengo recuerdo, siempre hice canciones y tuve ganas de mostrarlas. Quería ver cómo reaccionaba la gente frente a ellas”, confiesa. “Nunca me pesó la herencia. Todo lo contrario: me da fuerza. Rosario es una artista recordada entre la gente, pero el mainstream y la industria musical nunca le dieron el reconocimiento que merece. No siento que ella pueda opacarme, sino que soy una especie de venganza o de revancha”.

-Al igual que tu madre, elegiste la autogestión como modelo de trabajo. Vos mejor que nadie sabés todo lo que la peleó.

-Es lo que deseo hacer, y con esto me refiero a que quiero trabajar aún más la canción como formato. Siempre la vi trabajando mucho, y siento que algo de eso absorbí.

-A pesar de tu presente en el rock, tus orígenes en la música te encuentran en el hip hop. Lo que se nota no sólo en el trabajo que hacés con la métrica, sino también con tu dicción al momento de cantar.

-Dentro del hip hop, me gusta escuchar bien pronunciadas las palabras de mi idioma. Por eso el disco se llama Algo para decirte. Si no se entiende lo que digo, estamos en el horno. Es mi momento para que me escuchen. Cuando salió el disco, me escribieron personas de diferentes escenas. Me puso contenta, porque la canción trasciende los ambientes y los círculos.

-Amén de la ciudad y de la dialéctica, otro rasgo que atraviesa a tus canciones es el amor. ¿A qué tipo de amor te referís?

-Me gusta que cada persona que escuche mis canciones le de su propio significado. Si hablan de cosas que me pasaron o que imagino, no especifica para quién son. Algunos temas hasta tienen un carácter familiar, pero parece que son para otra persona. Las canciones se transforman: hoy podés escucharlas e identificarlas con algo, y años después tienen otro sentido.

-¿Sos consciente del poder de las canciones?

-Totalmente. Es una amenaza que me atrae.

-¿Entendés el rock como un espacio de militancia?

-Me basta con encontrar músicos o músicas que prioricen la canción. Eso es muy difícil de conseguir. No me interesa ocupar un lugar de mujer en el rock. No digo que esté bien o mal, sino que no es mi búsqueda. Me gusta mirarlo más desde afuera. Soy un punto flotando.

Más allá de lo estrictamente musical, en Algo para decirte la artista apeló asimismo por el aspecto visual para seguir delineando su identidad, y es autora del arte de tapa, inspirado en películas de terror. “Al mismo tiempo que descubrí mi manera de tocar la guitarra, me parece que conseguí mi forma de dibujar”, explica. No obstante, aunque exhale independencia, Nina, que reconoce en Galope su disco referencial de la banda de sus padres, no tomó distancia de su familia. “Con papá hablamos de todo. No puedo renunciar a contarle a alguien de mi familia las cosas musicales. A él le encanta, y me tira ideas. Sabe un montón, y lo vivió”, justifica. “Leí recién una nota de mi vieja que decía que le pusieron Suárez a la banda porque les divertía que pareciera una empresa familiar. Siento lo mismo. Por eso dejé mi nombre solista, por más que tenga espíritu de banda”.