Los países de la OTAN decidieron este martes que invitarán a Ucrania a sumarse a la alianza "cuando se cumplan las condiciones", durante una cumbre celebrada en Vilna, Lituania, en la que se aprobó un paquete de ayuda para la nación en conflicto con Rusia. El anuncio resultó insuficiente para el presidente Volodimir Zelenski, quien consideró "absurdo" que la OTAN no establezca una fecha de invitación para Ucrania. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con su par turco, Recep Tayyip Erdogan, y le agradeció por levantar el veto al ingreso de Suecia a la OTAN. En el trasfondo de este acercamiento entre ambos países estaría la promesa de avanzar con la venta de los aviones de combate F-16 de fabricación estadounidense, un viejo anhelo de los turcos.

"No es momento para sumar a Ucrania"

"Presentaremos una invitación para que Ucrania se una a la OTAN cuando los aliados estén de acuerdo y se cumplan las condiciones", dijo el secretario general de la alianza transatlántica, Jens Stoltenberg. Al ser consultado sobre las condiciones que Ucrania debería cumplir, Stoltenberg mencionó la modernización de las instituciones de defensa y seguridad, el combate a la corrupción y la interoperabilidad logística con el resto de la alianza. 

En la actualidad hay una guerra "y, por lo tanto, creo que los aliados están de acuerdo en que mientras la guerra continúe, no es tiempo para hacer de Ucrania un miembro de pleno derecho de la alianza", advirtió el jefe de la alianza. Estados Unidos cree que un ingreso de Ucrania a la OTAN en estos momentos implicaría otra guerra entre la alianza atlántica y Rusia. Alemania también objeta la entrada de Ucrania por el mismo motivo, contra la opinión de los países bálticos, entre ellos Lituania, el anfitrión de la cumbre, que pedían un calendario claro para sumar a Ucrania.

Aunque el ingreso sigue pendiente, varios países de la OTAN anunciaron más entregas de armas a Ucrania. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció la entrega a Ucrania de misiles SCALP de largo alcance. El ministerio de Defensa alemán adelantó el envío de nueva ayuda militar a la exrepública soviética por un valor de 700 millones de euros (unos 770 millones de dólares). El ministro ucraniano de Defensa, Oleksiy Reznikov, también presente en Ucrania, declaró que 11 países se asociaron en la firma de un memorando para iniciar en agosto el entrenamiento de pilotos ucranianos para operar aviones F-16.

Zelenski, recibido como un héroe

Antes de partir hacia Vilna en carácter de invitado, Zelenski expresó su decepción con el estado de las negociaciones. "Valoramos a nuestros aliados. Pero Ucrania merece respeto", tuiteó Zelenski. "Es absurdo que no se haya fijado un cronograma ni para la invitación ni para la membresía de Ucrania. La incertidumbre es debilidad. Discutiré abiertamente esto en la cumbre", agregó el mandatario que presentó la solicitud de adhesión de Ucrania a la organización en septiembre de 2022.

Zelenski habló este martes ante una multitud en la céntrica plaza Lukiskiu de Vilna, la capital lituana, donde los líderes de la OTAN ultimaban su declaración sobre un futuro ingreso de Ucrania en la alianza atlántica. Desde el escenario instalado en la plaza, Zelenski indicó que llegaba a Vilna "con confianza en los socios de la OTAN", una organización que, dijo, "no se doblará ante ningún agresor" y que "le brindará a Ucrania seguridad".

"Rusia nunca más volverá a atacar a los países bálticos, a marchar sobre Praga ni atacar a Finlandia, no volverá a ocupar Europa", proclamó Zelenski desde un emblemático lugar en el que fue recibido como una estrella de rock, entre miles de lituanos concentrados con banderas ucranianas. Cabe recordar que Lituania y Ucrania fueron repúblicas soviéticas hasta el derrumbe del bloque del este, a principios de los 90.

En Rusia el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo que la cumbre de la OTAN en Vilna tenía un "fuerte carácter antirruso", y aclaró que el gobierno "sigue la cumbre muy de cerca". Rusia declaró que una de las razones por las que invadió a Ucrania fue para evitar su ingreso a la OTAN, algo que considera una amenaza existencial. Peskov advirtió en ese sentido que el ingreso de Ucrania a la OTAN sería "potencialmente muy peligroso" para la seguridad en Europa.

El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, dijo que en caso de que Estados Unidos entregue bombas de racimo a Ucrania, Moscú "utilizará medios de destrucción similares". Shoigú recordó que ni Rusia, ni Estados Unidos, ni Ucrania se sumaron a la Convención sobre Municiones de Racimo, pero Moscú, "siendo consciente de la amenaza que representa esta munición para la población civil, se ha abstenido y se abstiene de usarlas" en el transcurso de su campaña bélica en Ucrania.

Gasto militar y planes de defensa

Más allá de Ucrania, los líderes de la OTAN acordaron un nuevo objetivo de inversión en Defensa, con el que se comprometen a destinar al menos el dos por ciento de su PBI al gasto militar cada año. En la declaración adoptada advirtieron que "en muchos casos" será necesario que los países inviertan más del dos por ciento "para remediar las carencias existentes y satisfacer las necesidades en todos los ámbitos derivadas de un orden de seguridad más disputado".

Los líderes de la alianza atlántica aprobaron una "nueva generación" de planes de defensa regionales que permitan defender rápidamente "a cualquier aliado que se vea amenazado". Además dieron luz verde a un nuevo plan de acción sobre producción de defensa que pretende acelerar las compras conjuntas y aumentar la capacidad de producción. 

No faltaron las alusiones a uno de los grandes enemigos de la OTAN, China. Para los líderes de la alianza, el gigante asiático emplea "una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y proyectar poder", al tiempo que "mantiene la opacidad sobre su estrategia, intenciones y refuerzo militar". En cualquier caso, los 31 aliados se manifestaron "abiertos a un compromiso constructivo" con China que incluya una "transparencia recíproca".

Biden y Erdogan, cada vez más cerca

En paralelo a la cita de este año en Vilna, el presidente estadounidense Joe Biden escenificó este martes un acercamiento con su par turco, Recep Tayyip Erdogan, quien aprovechó para declarar ante los medios de comunicación su intención de abrir "una nueva era" en la relación entre los dos países. Sentado al lado de Biden y con el logo de la OTAN y las banderas de los dos países de fondo, Erdogan agradeció al líder estadounidense que lo felicitara por su triunfo en las elecciones presidenciales de mayo, con lo que podrá seguir gobernando otros cinco años.

El político islamista, que ya lleva 20 años en el poder, aseguró que "ya es hora" de que los jefes de Estado de Turquía y Estados Unidos se reúnan más segudo y consideró que, por eso, el encuentro entre ambos era "un primer paso adelante". La reunión se produjo después de que Erdogan decidiera desbloquear el ingreso de Suecia a la alianza atlántica.

Erdogan oficialmente había dicho que su veto a Suecia obedecía a la postura liviana que, a su juicio, el país nórdico tenía con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una guerrilla que está considerada grupo terrorista por Turquía, Suecia, la Unión Europea y Estados Unidos. Sin embargo, el gobierno de Biden sabía que contaba con una forma de hacer que Erdogan cambie de opinión: la venta de los aviones de combate F-16 de fabricación estadounidense, que Turquía necesita para renovar su fuerza aérea y que el Congreso estadounidense viene bloqueando.

Según explicó Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Biden hizo un esfuerzo en los últimos días para enviar a Erdogan un mensaje "claro e inequívoco" de que él apoyaba la venta de esos aviones a Turquía y tenía intención de negociar con el Congreso para que la transacción salga adelante. 

Las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Turquía se habían empantanado después de que Erdogan suscribiera en 2017 un acuerdo con Rusia para adquirir los sistemas antimisiles rusos S-400, lo que desembocó en la imposición de sanciones estadounidenses e hizo que Washington suspendiera la venta a Ankara de los cazas F-35 de fabricación estadounidense.