Desde Sevilla

Con la atención puesta en el recuento de los votos emitidos por españoles residentes en el exterior, los partidos mantienen inamovibles las posiciones que fijaron desde la misma noche electoral. El PP de Alberto Núñez Feijóo confirmó este martes que se presentará a la investidura aunque no tenga los apoyos suficientes y volvió a reclamar al PSOE que asuma que ha perdido las elecciones. Los socialistas, mientras tanto, han iniciado conversaciones con los partidos minoritarios, especialmente del espectro nacionalista, a la espera de que el candidato popular fracase y se pueda configurar una mayoría alternativa que permita a Pedro Sánchez seguir en el Palacio de La Moncloa.

En paralelo, se ha sabido que Núñez Feijóo llamó al presidente socialista del Gobierno en la misma noche electoral, y aunque no se conoce en detalle el contenido de la conversación, el líder popular señaló que una vez que finalice el recuento de los votos emitidos por los españoles residentes en el exterior habrá nuevos contactos entre las dos fuerzas mayoritarias.

Escrutinio

El escrutinio de estos votos –la mayor parte procedentes de Argentina, donde hay censados más de 400.000 españoles- no es en absoluto baladí, ya que existe la posibilidad de que la actual correlación de fuerzas pueda sufrir alguna modificación. Aunque hay posibilidades de que se produzcan cambios en diez provincias, el más probable está en la circunscripción de Madrid, con más de 375.000 residentes en el exterior, donde el PP está a 1.700 votos de arrancar un escaño al PSOE

También podría quitarle un diputado a Vox por Cantabria y otro a Junts per Catalunya en la provincia de Gerona. Este último sería clave, ya que esta fuerza nacionalista catalana de derecha es la que en principio tiene la llave de la mayoría. De perder un escaño en favor del PP no bastaría con su abstención para permitir la investidura de Sánchez, sino que debería votar a favor, con lo que sus exigencias serían mayores.

Línea roja

De momento, los socialistas ya han señalado una línea roja ante las condiciones puestas sobre la mesa por Junts, cuyo líder, el ex presidente del gobierno catalán Carles Puigdemont, está huido de la justicia española y refugiado en la localidad belga de Waterloo. Los portavoces de esta formación adelantaron que exigirán una amnistía para los condenados por la intentona separatista de octubre de 2017 y un referéndum de autodeterminación, pero la respuesta del gobierno ha sido clara. 

La ministra de Hacienda, diputada por Sevilla y una de las figuras en ascenso del PSOE, María Jesús Montero, recordó este martes que el PSOE es un partido constitucionalista. “Eso significa que cualquier cuestión que abordemos o que traslademos tiene que estar estrictamente en el marco constitucional".

Paradójicamente, tanto en Cataluña como en el País Vasco, fue el PSOE la formación más votada, aunque los nacionalistas, que sufrieron serios retrocesos en ambas comunidades, tienen ahora la llave de la gobernabilidad.

Esta situación ha comenzado a levantar suspicacias en otras comunidades autónomas. Desde Andalucía, la más poblada de España y gobernada por el Partido Popular desde hace cinco años, su presidente, Juanma Moreno, ya ha advertido que no consentirá concesiones a los nacionalistas vascos y catalanes que supongan privilegios y un menoscabo de derechos para el resto de las regiones.

Reproches

Mientras, en el bloque de la derecha han comenzado los reproches. El jarro de agua fría que supuso el resultado del domingo, cuando todas las encuestas vaticinaban que la suma del Partido Popular y Vox iba encaminada a sumar una mayoría más que suficiente, ha desencadenado acusaciones mutuas.

En el PP entienden que el cambio de tendencia que no detectaron las encuestas se produjo en la última semana de campaña, con una movilización inesperada de un voto de izquierda habitualmente abstencionista provocada por el temor a la entrada de la extrema derecha en el gobierno. 

El portavoz del PP y considerado una de las voces más centristas de esa formación, Borja Semper, dijo que Vox se lo puso muy fácil a Pedro Sánchez con gestos que activaron el voto de la izquierda. "Hemos visto anuncios por parte de Santiago Abascal de que Cataluña iba a arder si el PP gobernaba con Vox y hemos visto gestos estrambóticos con miembros de Vox saliéndose de pancartas el mismo día en el que se había asesinado a una mujer delante de sus hijos", señaló. En su opinión, muchos electores que hubiesen votado al PP no lo hicieron ante el riesgo de que Vox condicionara la política española.

Los reproches también están volando en sentido contrario. En el partido de la extrema derecha atribuyen su fracaso -perdieron 19 de sus 52 diputados y 623.000 votos- a la desmovilización provocada a su juicio por Núñez Feijóo al darse vencedor ante de tiempo.