La senadora Juliana Di Tullio no para. Sus movimientos son eléctricos, su gestos son firmes. Dicen que suele ser así, pero sus rasgos naturales se intensifican a poco más de una semana de las PASO, donde disputará su lugar en la lista del oficialismo para continuar en la Cámara Alta. Va y viene, de su despacho en la cámara a la reunión de campaña  y de allí a una recorrida. De esa maratónica agenda, resalta lo ocurrido en el reciente plenario de mujeres, en la localidad de Merlo, cerca de Morón, de donde es oriunda. "Vivo en el barrio donde nací, a 8 cuadras de esa casa, no es un country, hago las compras, hablo con todos", dirá, en un momento de la charla, como para diferenciarse de las principales figuras de la coalición opositora. 

Di Tullio, de 51 años, fue diputada entre 2005 y 2017 y actualmente ocupa la banca peronista bonaerense en el Senado de la Nación. Integra el círculo de dirigentes cercanos a Cristina Kirchner desde antes de su llegada a la Casa Rosada. En su trayectoria legislativa figura un férreo activismo en defensa de la despenalización del aborto, de las leyes de identidad de género y de matrimonio igualitario. Si algo le reconocen, propios y ajenos, es su costumbre de llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos.

--¿Cómo caracterizaría la etapa actual de la Provincia de Buenos Aires?

--Pocas veces vi un momento tan bisagra y tan clave como éste. No existe la República de Buenos Aires, somos una provincia argentina y, por eso, lo bonaerense y lo nacional son indisociables. A partir de eso, le pongo el cuerpo y juego para ganar. El mundo está difícil y Argentina, con este nivel de deuda, está en una situación de peligro: si vuelven quienes gobernaron entre el 2015 y 2019, pueden terminar de destruir todo el aparato productivo. En 2015, ni las familias ni las empresas ni los gobiernos, el nacional y los subnacionales, tenían deuda. En 2019, todos estaban endeudados: familias, empresas, provincias, Nación. Axel Kicillof demostró que tiene herramientas creativas y disruptivas para resolver la situación. Él y sus ministros laburan mucho, no descansan. Y los que ocupamos lugares de responsabilidad, damos todo. Así debe ser, porque nadie nos obliga a ocupar los lugares que ocupamos, fueron decisiones personales, entonces hay que estar a la altura. Una cosa más: Axel vive la vida de cualquier vecino del conurbano, no vive en una base aérea. Antes de que Sergio Massa fuera intendente, Tigre era un lugar oscuro, peligroso, pero él lo dio vuelta como intendente, mejoró la iluminación, el espacio público y la seguridad. ¿Cómo? Trabajando.

--¿La oposición no tiene el mismo compromiso?

--Les gustaría colonizarnos, pero no lo consiguen. El conurbano es la barrera que les impide cumplir sus fantasías. Por eso tienen esa mirada despectiva, peyorativa de nosotros. No sólo del conurbano, también de las demás provincias. La idea de que somos bárbaros y ellos nos tienen que civilizar. Sin embargo, ya van dos jefes de gobierno de la ciudad, primero Fernando de La Rúa y después Mauricio Macri, que asumen y la chocan toda. No pueden gobernar el distrito más rico y pretenden gobernar el país. No tienen ni una empresa pública, tienen subtes y no andan, porque matan a la gente, la envenenan con asbesto. No quieren a la patria, no quieren a la Argentina. No quieren a la mina de Florencio Varela que viene a limpiar, ni al obrero de Moreno que labura en la obra. Usan verbos terribles: eliminar, dinamitar. Yo quiero ganar y quiero gobernar, pero no quiero eliminar ni dinamitar a nadie. Ellos odian a la Argentina real o la odian casi toda, y sólo les gusta un pedacito muy chico. Por eso dicen “país de mierda” o “si este fuera un país normal…”. ¿País de mierda? Este es un país maravilloso. Frente a esto, yo elijo candidatos que quieren a la Patria.

--¿Defenderla cómo?

--Las listas legislativas de Unión por la Patria, hasta el último consejero escolar, están integradas por hombres y mujeres que quieren a la Patria y van a defenderla. La gente todavía recuerda la Argentina que teníamos en 2015, la que nos dejó Cristina, la del fifty fifty. Nosotros y nosotras vamos en esa dirección, pero para eso necesitamos mayorías y las mayorías se construyen con el voto popular. El poder popular es el voto y el voto se ejerce, no se regala. Si el pueblo trabajador regala su poder en vez de ejercerlo, se equivoca. 

--¿Qué implicaría una victoria de Juntos por el Cambio o Milei para las mujeres?

--Las mujeres sabemos perfectamente lo que hay en juego, sabemos individual y colectivamente el peligro que representa, para nosotras y nuestras familias, una posible vuelta de la derecha. Por eso pusimos el cuerpo contra Macri en su momento y volvemos a hacerlo ahora. Lo que la derecha llama orden y seguridad es lo que nos puede lastimar. Cuando el peronismo habla de orden, al contrario, se refiere a un ordenamiento social y económico. Hoy, se trata de sacarse de encima al FMI y que el que quiera volver a endeudarnos reúna dos tercios de ambas cámaras. El orden pasa por desendeudarnos. Estuve en Merlo, en el plenario de mujeres, hace pocos días. Fue toda una jornada de trabajo en comisiones, éramos más de tres mil militantes: mujeres que el día de la elección fiscalizan, preparan viandas, manejan autos para llevar gente a las escuelas, cuidan pibes para que otras puedan hacer todo eso, lo que las mujeres peronistas hicimos toda la vida. Bueno, ahora los candidatos lo reconocen, lo valoran y agradecen. Eso es lo novedoso.

--¿Y en cuanto a la agenda específica de género? ¿En qué se diferencian ambos proyectos?

--Hay candidatos que proponen cerrar el Ministerio de Mujeres, Diversidades y Género, ¿Por qué? Porque nadie quiere entregar sus privilegios. Esta es una pelea desigual y el ministerio trabaja para igualar, es decir, contra los privilegios. La contracara de eso estpa en Buenos Aires, donde el gobernador tiene plena conciencia respectoa a esa realidad y ha demostrado tener pleno compromiso con estos temas. Por eso queremos que reelija, no nos da lo mismo este gobernador que cualquier otro. No es lo mismo tener un Presidente comprometido con equilibrar sueldos que no tenerlo, porque las mujeres seguimos ganando menos remuneración por igual trabajo. No es lo mismo tener un Presidente como Sergio Massa, comprometido con las moratorias previsionales, que permitieron que 100 mil mujeres accedan a un haber jubilatorio recientemente, con la perspectiva de que otras 800 mil lo hagan, que no tenerlo. Las mujeres, en promedio, aportamos 6 horas diarias de trabajo de cuidado no remunerado por día. Eso es el 16 por ciento del PBI. Ninguna actividad aporta tanto, ni el comercio, ni la industria, ni los servicios.

--¿Cuál es, específicamente, la respuesta a eso en materia de política pública?

--En cada distrito bonaerense, un polideportivo y un centro de cuidados especiales. Más centros de desarrollo infantil. Porque, cuando no hay infraestructura pública, todo ese peso recae sobre las mujeres de los sectores populares. En las escuelas, hay que agregar expertos en prevención, en atención primaria de la salud, porque los educadores no pueden saber de todo. Cuando gobierna el peronismo, tiene que fortalecer todas esas instituciones, que son profundamente igualadoras. El plan FinEs, que facilita a los adultos el acceso a los estudios primarios y secundarios, es el último gran igualador, el último gran motor de inclusión. Hace poco una señora de 96 años aprendió a leer y a escribir. El plan los pone en un sendero, en una trayectoria de educación y formación, que empieza y no tiene por qué concluir.

--¿Entonces no está mal llenar el conurbano de universidades?

--Que un pobre pase tres meses en una universidad ya es un éxito. Si pasa más tiempo, mejor. Si se recibe, mejor todavía. Hace poco estuve en la inauguración de un jardín de infantes en Tres Algarrobos, una localidad muy chiquita del partido de Carlos Tejedor. Un edificio de más de 400 metros cuadrados que, por su calidad, por sus características, podría estar en cualquier capital de occidente. Ahora Tres Algarrobos va a empezar a recibir a los chiquitos de localidades vecinas.