El día después del atentado deja muchos caminos por explorar. A la identificación de las víctimas mortales (se dice que hay muertos de 35 nacionalidades) se suman datos con el correr de las horas y el avance en las investigaciones. Ayer por la noche se supo que una de las víctimas fatales es Silvina Alejandra Pereyra, de 40 años, residente en Barcelona hace diez, con doble nacionalidad argentino-española. La confirmación se efectuó a través de contactos mantenidos con familiares residentes en Bolivia y luego del reconocimiento del cuerpo llevado a cabo por una prima de la fallecida, en la morgue de Barcelona, según un comunicado difundido por la Cancillería argentina a partir de información brindada por el Servicio de Emergencias de Cataluña.

Nicolás Padín, un argentino que hace quince años vive en Barcelona, contó: “La camioneta que se usó para el ataque era alquilada. Cuando los mossos (la policía) empezaron a seguir la pista, llegaron hasta Ripoll, una ciudad que está muy cerca de Barcelona, donde vive el dueño de los documentos que se usaron para el alquiler. Entonces se enteraron de que este hombre, de unos veintitantos, había denunciado hace unos días que le habían robado los documentos. Y cuando se enteró de que habían encontrado sus documentos en la camioneta fue a la comisaría a aclarar las cosas. A partir de él llegan a su hermano, el joven de 17 que están buscando. Acá pasa a menudo eso de que un joven que se radicaliza y la familia de ni se entera, por eso el hermano no sabía nada”.

El atentado se produjo en el centro neurálgico de Barcelona, uno de los lugares con mayor concentración de turistas de todo el mundo. En pleno agosto y poco después de las cinco de la tarde. “Las Ramblas tienen un montón de terrazas que se llenan de gente, tomando algo, comiendo, descansando en medio del paseo”, describió el testigo. Un panorama habitual que contrasta con el de hoy, “con un silencio que aturde. Poca gente, muchos negocios cerrados,” continúa su relato.

“Con la camioneta atropellando personas se desató un caos. Al estupor y la confusión hay que agregarle los gritos, la conmoción que provoca semejante desastre. Por suerte la televisión catalana es bastante poco morbosa. En medio del caos, las cadenas de televisión interrumpieron su programación para informar al espectador de lo acontecido y enseguida la Policía Nacional y la Guardia Civil solicitaron a los medios respeto por las víctimas y sus familias para intentar evitar así la emisión de imágenes de heridos. Y el pedido se reiteró en las redes sociales. Me contaron unos vecinos que algunos kioscos se negaron a vender algunos diarios porque traían imágenes de las víctimas en la portada. Hoy (por ayer) hubo en un bar cercano una tertulia con una psicóloga que explicaba que las víctimas de un atentado no son sólo los muertos o heridos. Es muy impresionante ver muertos en la calle, muchos muertos”, siguió contando.

“Cuando se desató el caos, la gente empezó a correr para todos lados y se metió en los negocios. Mi hija menor, Valentina, trabaja en la Casa Batllö, que está a unas tres calles de donde la camioneta entró en el paseo, que es peatonal, y alrededor de las seis de la tarde toma el tren para volver a casa en la Plaza Cataluña. Por suerte pudo avisar inmediatamente que estaba bien. Se refugiaron en las mazmorras (las antiguas caballerizas del edificio, una de las joyas de la ciudad) hasta que pudieron salir. Pero, por organizado que esté todo, pasa mucho tiempo hasta que la situación se aclara. Hubo gente, por ejemplo, que se refugió en la Munich, una confitería de la zona, y recién sobre las nueve de la noche la policía los dejó salir”, explicó.

Y después dio un panorama más general de las reacciones frente al atentado: “La derecha española –en el sentido más general de ‘derecha’– viene haciendo una fuerte campaña en la que acusa a los independentistas catalanes de favorecer a los jihadistas. Esto es absolutamente falso. Los objetivos son completamente distintos, no tenemos nada que ver unos con otros. Por eso hoy Carles Puigdemont (el presidente de la Generalität) tildó de ‘miserables’ a los que insisten en relacionar a los que queremos la independencia de Cataluña y los grupos radicalizados. Eso fue durante el homenaje a las víctimas, en Plaza Cataluña, cuando estuvieron todos juntos (el rey, Rajoy, Puigdemont). Eso es muy fuerte, porque acá tienen un estilo mucho más protocolar, es muy raro que un político use un lenguaje tan gráfico. Inclusive, una gran proporción de catalanes están convencidos de que Rajoy (jefe del gobierno español) no hizo caso adrede de los avisos de la CIA de que habría un atentado en las Ramblas. Y para muchos es sospechoso que este atentado se haya producido justo ahora, cuando dentro de un mes hay elecciones en Cataluña y el tema de la  independencia está en primer plano”.