AGENTE STONE - 4 puntos

(Heart of Stone; Estados Unidos, 2023)

Dirección: Tom Harper.

Guion: Greg Rucka y Allison Schroeder.

Duración: 122 minutos.

Intérpretes: Gal Gadot, Matthias Schweighöfer, Jamie Dornan, Alia Bhatt, Archie Madekwe.

Estreno en Netflix.

Chirle remedo de la saga Misión imposible –y, por interpósita franquicia, de los James Bonds que supimos conseguir–, Agente Stone se propone como la contracara femenina de tanto agente encubierto de masculinidad cruda o sofisticada, con o sin martinis sacudidos. Nada malo, a priori, excepto que la ejecución de los usos y costumbres temáticos y narrativos nunca logra estar a la altura de las ambiciones. Dirigida por el británico Tom Harper –ecléctico veterano, a pesar de su juventud, del cine y el streaming, cuya filmografía incluye paradas en series como Peaky Blinders y la popular en sus pagos This is England–, lo que podría ser el inicio de una serie de largometrajes ofrece poco y nada en términos de originalidad o excitación. 

Todo comienza con una misión del MI6 en los Alpes italianos, cuyo objetivo es un escurridizo personaje que debe ser entrampado y detenido. Las cosas no funcionan tal y como el equipo había planeado y, dado el entresijo, la agente Rachel Stone, habituada al trabajo de espionaje detrás de una computadora, se ve obligada a debutar en el campo de batalla.

La primera secuencia de acción de Agente Stone deja en claro que la protagonista de oficinista tiene poco y nada, y que su fichaje en el MI6 es apenas una fachada de su verdadero oficio: la protección del equilibrio de las fuerzas mundiales bajo las órdenes de una agencia de seguridad súper secreta que no le debe nada a gobierno alguno. En lo que se impone como un nuevo paso en la carrera de Gal Gadot como estrella del cine de acción y aledaños, en cuestión de minutos Stone baja la ladera de una montaña primero en paracaídas, luego colgada de un cable del teleférico y, finalmente, a bordo de una moto de nieve, todo para llegar al pie de la montaña antes que sus “compañeros”. 

En manos de Tom Cruise y compañía, o bien de otros talentos probados para la súper-acción cinematográfica, la secuencia podría haber derivado en un clásico set-piece lleno de adrenalina y emociones, pero aquí el resultado se parece demasiado a un videojuego: la construcción escandalosamente digital de los planos genera un efecto de distanciamiento insalvable (más tarde ocurrirá lo mismo, pero potenciado, cuando Stone se trompee con su némesis a bordo de un artefacto que orbita la tierra).

En clásico modo Bond/Hunt, la historia viaja de Italia a Portugal y de África Occidental a Islandia, mientras el auténtico villano muestra su rostro y una joven hacker de la India con traumas pretéritos amenaza con poner patas para arriba el orden mundial. Hay una super computadora que hace las veces de MacGuffin y algunas referencias directas e indirectas a Minority Report, además de un cameo de una actriz de renombre, pero lo más llamativo de todo es la burda y superficial manera en la cual Agente Stone introduce el concepto de sororidad en un mundo de hombres crueles y traicioneros. Cosas de la agenda y del cine de género entendido como regurgitación de conceptos, imágenes y clichés.