La psicóloga, escritora y pedagoga argentina Emilia Ferreiro, de 86 años, murió este último sábado en México, país en el que estaba radicada desde 1976.

Egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), enfocó su trabajo en abarcar los misterios de cómo los niños aprenden a leer y escribir.

Durante la década del 70, después de finalizar sus estudios universitarios, se doctoró en la Universidad de Ginebra bajo la guía de Jean Piaget, publicando su tesis titulada Las relaciones temporales en el lenguaje del niño. 

A lo largo de su trayectoria fue reconocida con siete títulos Honoris causa de distintas instituciones educativas, así como con el Premio Konex – Diploma al Mérito por su carrera y sus aportes en el campo de la psicología. 

Además, recibió la Orden Andrés Bello del gobierno de Venezuela y la Orden Nacional de Mérito Educativo del gobierno de Brasil.

El golpe militar de 1976 la llevó al exilio, y Ferreiro decidió radicarse en México, donde se convirtió en Investigadora Emérita del Sistema Nacional de Investigadores.

"Desde UTE lamentamos profundamente el fallecimiento de la gran Emilia Ferreiro, maestra de maestros, psicóloga y pedagoga argentina cuyos aportes en el campo de la alfabetización revolucionaron la enseñanza", la despidieron desde la Unión de Trabajadores de la Educación.

"Sus aportes al campo de la psicogénesis de la lengua escrita y la alfabetización nutrieron a miles de docentes y educadores no sólo de nuestra patria sino del mundo y transformaron los procesos de enseñanza-aprendizaje. Seguirá con nosotros a través de su obra y su legado revolucionario. Hasta siempre querida Emilia", agregá la UTE en unb comunicado.

Internet, los nuevos dispositivos y el "fracaso" de la repitencia

En 2017, Ferreiro viajó hasta Argentina para participar de las jornadas de celebración por los diez años de la Maestría en Escritura y Alfabetización de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata.

Allí, dialogó con Página 12 en una entrevista en la que puso el acento sobre el significado de los primeros escritos de los niños. "Que se aprende antes de ir a la escuela ya está bastante aceptado, lo que no se acepta tanto es que el aprendizaje focalizado por la escuela se pueda iniciar antes. Lo trabajó Piaget: la noción de número comienza antes de la escolarización y lleva mucho tiempo hasta que se incorpora. Lo que él nunca trabajó es el lenguaje escrito. Ahí es donde creo que hice mi contribución”, explicó.

Sobre el rol que juegan Internet y los nuevos dispositivos en los cambios del idioma, señalaba: "Son objetos muy atractivos para los chicos. Son la generación de los botones, todo lo hacen apretando sobre un dispositivo. Para mí, el problema es que se vuelve difícil construir nociones de tiempo y causalidad. ¿Cómo se le explica a un chico que no es lo mismo mandar un mail desde Buenos Aires a alguien en Rosario que enviarlo a Australia, y que por ahí el que mandó a Australia llega antes? Ciertos usos tecnológicos confunden a los chicos respecto de la relación de tiempo y espacio recorridos.Se pierde esa relación, y eso desconcierta".

En relación a la repitencia escolar y el grado de responsabilidad de las instituciones educativas y los docentes, manifestaba: "Es muy fácil delegar en el chico el fracaso. El maestro debe asumir con convicción que en el curso todos van a aprender. El problema es que, lamentablemente, y esto está comprobado que sucede en muchos países, el maestro hace una tipología del alumnado en su cabeza: estos son los que estudian, aquellos los más rezagados, los otros son los revoltosos. Lo que uno hace como adulto ante un chico cuando está convencido de que va a aprender no es lo mismo que hace con el preconcepto de que el alumno va a fracasar".

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