La Barra de Chocolate es una banda de los orígenes del rock argentino. La Cueva la parió. Su líder era “Pajarito” Zaguri. Sus discos fueron cuatro -tres de ellos, simples-, pero una canción la salvó del ostracismo: “Alza la voz”. Le hizo ganar el Festival de Música Beat de 1969, además de vender 40 mil copias. “Pensé que era un título posible para esta reunión, porque se trata de una canción que dice mucho acerca de aquel espíritu que se abrió camino en momentos difíciles… 'Alza la voz, aunque no escuchen álzala igual', implica una clara invitación a manifestarse desde el lugar que sea…”, señala León Gieco, uno de los cuatro músicos que precisamente será parte del espectáculo cuyo nombre es el de aquella canción, que se concretará los días 1º, 2 y 3 de setiembre en el Teatro Coliseo (Marcelo T de Alvear 1125). “Pajarito es un pionero en muchos aspectos, y un músico tal vez no reconocido en toda su dimensión. Tuve la suerte de conocerlo, de compartir pensamientos y música con él, y de profundizar también en su poesía”, extiende León.

Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale e Hilda Lizarazu son quienes amplían la grilla, además de los invitados especiales, la cantante y compositora An Espil, y el multiinstrumentista tucumano Manu Sija. “Con Juan, Hilda y León nos encontramos asiduamente en distintas juntadas artísticas y tenemos como particularidad una hermandad de haber arrancado nuestros caminos musicales escuchando y tocando música de rock, y dándole mucho cauce o mucho lugar a lo que es también llamado cultura rock, esa cultura de libertad, digamos… de ponerle el acento a ser profundamente libres en nuestras vidas”, se explaya Vitale.

La juntada tiene un antecedente directo en el Encuentro de la Medicina del Dolor, movida que agrupó a los cuatro en torno de un fin solidario. “Con Lito, Hilda y Juan solemos encontrarnos en muchos escenarios, pero fundamentalmente en los eventos solidarios, esos que llevan un mensaje y en los que hacemos algo por alguien, o apoyamos alguna causa que nos movilice”, señala Gieco, en puntual referencia a ese encuentro, cuyo móvil fue apoyar la acción de médicos de varias partes del mundo, vinculada a consultas gratuitas sobre cuidados paliativos para pacientes terminales. 

“En aquella oportunidad, lo diferente fue que podíamos presenciar la actuación de cada uno desde la platea, y la verdad es que hacía tiempo que no nos disfrutábamos de esa forma. Esa linda experiencia dio origen a esta reunión: volver a cantar juntos, hacer las canciones que nos gustan y plantear un recorrido dentro del rock desde los inicios hasta hoy”, amplía el rosquinense, que viene de otra cruzada solidaria, basada en “Tu razón de ser”, canción compuesta por Ricardo Mollo y Pedro Irigaray, y grabada por Gustavo Santaolalla -además de Gieco y Mollo- bajo el también solidario fin de apoyar organizaciones como la Red Solidaria, Conduciendo a Conciencia y el Movimiento Ambiental Hurlingham, entre otras.

El concierto de los cuatro en aquella oportunidad tuvo como espacio físico a la Universidad Católica Argentina. “Fue un laburo increíble, hermoso”, recuerda Baglietto. “Ni nosotros ni León habíamos tenido la oportunidad de sentarnos en la primera fila a ver lo que hacía el otro, o por lo menos esto no sucedía hace muchos años. Y la verdad es que nos llevamos una gratísima sorpresa, además de pensar que valía la pena que fuera una cosa más orgánica, más organizada. De hecho, León me llamó y me dijo 'Escuchá, esto está bárbaro ¿por qué no?…' y la verdad que sí, hagámoslo. Así nació Alza la voz”.

Los conciertos prevén, bajo la dirección de Leonardo Kreimer, una cuidada puesta escena anclada en el diseño audiovisual, además de las predichas participaciones de Espil y Sija. “Para mí, esta juntada es mágica”, asegura el tucumano de Simoca. Kreimer, por su parte, ancla en lo que está más allá del concierto. Lo que lo completa. “El espectáculo no es sólo un concierto de rock. También es algo arriesgado, innovador, sorprendente, divertido y emocionante, porque la música también entra por los ojos”, revela el actor, posado en una juntada que Lizarazu proyecta “mancomunada y hermosa”, y de la que Espil -invitada por Hilda y Lito-, siente el orgullo de estar.