Hace más de 20 años que parecen no terminar de entenderlo. O, realmente, no les importa tanto.

Tal vez desde aquel tiro de Jasikevicius que no entró en Sydney 2000. O, mejor dicho, desde aquel 4 de septiembre del 2002, cuando nuestra amada Generación Dorada le dio un verdadero baile y le sacó un invicto de 10 años y 58 partidos desde que jugaban los NBA. Una gesta que se hizo más grande cuando nuestros héroes repitieron en Atenas 2004.

Antes o después, nunca más perdió el oro, cuando fue con sus mejores jugadores. Y, cuando hablamos de mejores, hablamos de sus megaestrellas. Así taparon carencias. Su soberbia. Ganando. Pero necesitaron todo lo mejor. Lo llevaron a los Juegos Olímpicos, desde Kobe hasta LeBron.

Y tuvieron a Mike Krzyzewski, el único que entendió cómo era. Y por dónde era. Coach K asumió en la previa del Mundial 2006 y ahí, en Japón, de primera mano vio cómo era el básquet. Se comió el primer palo, aquella dura derrota ante Grecia en semifinales, pero se dio cuenta por dónde había que ir. Un programa amplio, a largo plazo, entendiendo que en el mundo, ya sea Juegos Olímpicos y Mundiales, se jugaba a otra cosa, incluso con otras reglas, y era Estados Unidos el que debía cambiar. O, al menos, adaptarse. También, claro, hizo el trabajo fuera de la cancha, gestionando, convenciendo a los mejores, haciendo que ellos tuvieran la humildad de los grandes, que bajaran línea y dieran el ejemplo.

Así ganaron los Mundiales 2010 y 2014, además de los Juegos Olímpicos 2008, 2012 y 2016. Fueron diez años en los que Estados Unidos volvió a las fuentes. Y a reinar. Tuvieron récord de 88-1, sólo perdiendo aquel partido ante Grecia, en 2006. Pero tuvo un tipo que se dedicó a entender el contexto, no sólo a mirarse el ombligo. Argentina fue su inspiración. Coach K admitió que se basó en el espíritu argentino para la formación del programa, buscando desarrollar un sentimiento que marcara para quién estás jugando, no solamente ponerte una camiseta.

“Recuerdo que en Beijing nosotros debíamos enfrentar a Argentina en la semifinal. Estábamos por entrar al campo, en el túnel, donde el público no te ve, y unos metros atrás estaban los argentinos, bailando abrazados, saltando, gritando, alentándose. Yo iba con Mike D'Antoni, uno de mis asistentes, y al ver eso le dije 'Mike, olvidate del scouting que hicimos, es a esto a lo que debemos vencer. El compromiso que tenían esos muchachos hacia su país y hacia el compañero, su hermandad, es lo que ocurre cuando tienes continuidad, compromiso y talento'. Y eso es lo que busqué replicar con nuestro seleccionado”, reconoció.

Y lo logró, por una década. Pero Coach K, ya retirado, se fue y nadie ha podido llenar sus zapatos. Ni siquiera Gregg Popovich, otro maestro, que consiguió lo que pudo (de figuras) para el Mundial anterior y Estados Unidos fue séptimo. Una verdadera deshonra para la potencia número 1 del básquet mundial. Tampoco Steve Kerr lo consiguió ahora. Porque, más allá de que no están las superestrellas, los que conformaron este equipo son figuras en sus equipos y en la NBA, especialmente Jalen Brunson (de los Knicks), Anthony Edwards (Minnesota) y Brandon Ingram (New Orleans).

Pero el problema sigue siendo el mismo: no terminan de entender cómo se juega en FIBA y poco les interesa saber cómo. Quiere ganar como juegan ellos, de forma prepotente, jugando 1 vs 1, haciendo valer su talento, su capacidad física, sus múltiples recursos… Pero, con otras reglas, otras estrategias, otras forma de cobrar los jueces, no tienen los espacios, libertades y facilidades que en disfrutan en su NBA. Así, generalmente, los equipos de ellos juegan peor de lo que indica su talento sumado.

Y, además, fallan en la preparación… Tienen supuestamente a los mejores entrenadores y pareciera que no preparan los juegos. Ya no sólo no cambian en ofensiva, para atacar mejor a lo que les proponen los rivales, sino que da la sensación de que no estudian bien a los rivales. Alemania, hoy, les metió 113 puntos, con 58% de campo. Fue un papelón. Y eso que, además de Kerr, en el cuerpo técnico están Eric Spoelstra, Top 3 hoy en la NBA, un tipo que sabe mucho de defensa y estrategia, y Tyronn Lue, asistente importante en los Clippers.

En esta semi, encima, Alemania les ganó (113-111) jugando su juego. En el pasado, para vencerlo, era una clave decisiva jugar a otra cosa, bajando el ritmo, las posesiones, en un partido a tanteador bajo. Hoy los germanos, únicos invictos del torneo, le ganaron en su terreno, jugando de igual a igual, en el palo por palo y este domingo, desde las 9.30, jugarán la final ante Serbia, que venció a Canadá (95-86). Gran final europea.

Por lo pronto, USA se llevó otra lección para casa. ¿Volverán a aprenderla o seguirán subido a la soberbia que dice que el campeón de la NBA es el campeón del mundo?