Bordar lo popular, detenerse en los feminismos, abrazarse y pensarse como un colectivo numéricamente mayoritario aunque jerárquicamente sometido. Desobedecer amasando conciencias y construyendo nuevas emociones. Gestos y acciones imprescindibles ante las amenazas de supresión de derechos de estos tiempos electorales.

Con las distintas oleadas y con su situación particular en el tiempo y en el espacio, el movimiento de las mujeres en la Argentina se caracteriza por las múltiples expresiones de su ser y su estar siendo. ¿Una esencia ontológica? ¿Una existencia idealista? Nada de eso. En todo caso, una praxis que se va transformando en el decurso de la historia, con conquistas que se agencian y problemáticas que siguen pendientes de resolución.

En la miniserie documental Desobediencias (que comenzó a emitirse el miércoles pasado a las 22.30, por Canal Encuentro), la socióloga María Pía López, su conductora, da cuenta del amplio universo de los feminismos populares. Lo hace aportando no sólo un trabajo de campo en los territorios que habitan las mujeres, sino una perspectiva reflexiva y crítica, proveniente de su formación académica y su vasta militancia.

El programa aborda la educación, la justicia, la migración y el trabajo, temas que permiten ver los logros, conflictos e interrogantes de la organización y las luchas contemporáneas de mujeres heterosexuales, lesbianas, trans y travestis. Una vez emitido podrá verse por youtube.

Los cuatro capítulos tienen 26 minutos cada uno, fueron producidos por la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, una casa de altos estudios que, como sus instituciones hermanas públicas, invierte en investigación y generación de contenidos.

En la primera entrega, dedicada a la educación, docentes populares conversaron con María Pía López en un aula y una plaza sobre la posibilidad de torcer destinos y abrir el porvenir para quienes solo tienen a disposición la repetición del pasado. La pedagogía es una apuesta que implica una discusión sobre la (des)igualdad y un cuestionamiento de la relación de poder entre el que enseña y su alumno. No se trata, como indica la etimología de la palabra alumno, de alumbrar desde fuera lo que en su interior está vacío y oscuro sino, como sucede en el Centro Educativo Isauro Arancibia, de desplegar una experiencia que busca futuros desde la equidad. El Arancibia contiene a estudiantes en situación de calle o en condiciones de vida muy precarias. Del mismo modo lo hace la escuelita y galería de arte Belleza y felicidad, de Villa Fiorito, Lomas de Zamora, al borde del Riachuelo, donde se dictan talleres, se organizan comidas y se diseñan resistencias feministas.

“El canal hizo un llamado a licitación, UNNOBA (Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires) presentó su propuesta y el proyecto le fue adjudicado”, cuenta a Las12, Vanesa Pagani, productora del programa y docente de la UNA Audiovisuales. “La serie fue tomando forma con Maayan Feldman a la cabeza de un equipo estable con el que cuenta la universidad, Canal Encuentro y María Pía”.

En Migración, el capítulo de la próxima semana, se verá a Karambenor, un grupo de mujeres de origen senegalés que se juntan para ayudarse y contenerse en la experiencia de desplazamiento y hallazgo de un nuevo territorio Para vivir. También habrá un encuentro con La Voz de la Mujer, parte de la federación de Organizaciones de Base, en el barrio de Lugano. Descubrirse diferente a quien se era antes, con otros recursos, posibilidades y deseos forma parte de la travesía audiovisual.

"La perspectiva feminista estuvo desde el comienzo: diseño y música a cargo de artistas mujeres: Cecilia Mur que trabaja con serigrafía y otras técnicas con muchas organizaciones sociales, y Noelia Sinkunas, como parte de Cachitas Now!, una banda transfeminista de La Plata; del mismo modo, la mayoría del equipo artístico y técnico fueron mujeres", agrega la productora.

Trabajo es el tema del capítulo 3, en el que laburantas sexuales nucleadas en el sindicato AMMAR reflexionan sobre sus luchas históricas y cotidianas. La fotografía ilumina nuevos sentidos para pensar los trabajos visibles y los que no lo son, los remunerados y los llamados gratuitos o en el nombre del amor.

El formato está guiado por una impronta donde el orgullo, la potencia, lo colectivo y lo luminoso que generan estas organizaciones en vidas y territorios concretos olvidados, denostados y señalados como culpables de todos los males”, asegura Feldman, la realizadora. El equipo pensó los feminismos en plural y de forma genealógica. Se trabajó con archivos, se pensó que las luchas se entraman, que hay referentes, aprendizajes, huellas que se enraízan, redes que tejen oportunidades que el sistema capitalista neoliberal y patriarcal destruye y organizaciones que Igualan, hermanan y vitalizan.

El último capítulo está dedicado a la Justicia y se centra en la organización Yo no fui, que construye redes de acompañamiento dentro y fuera de la cárcel, con una lógica no punitivista. También se abre la voz de las disidencias y mujeres que se nuclearon en torno a la Asamblea por la Absolución de Higui, víctima de violencia misógina y de la falta de perspectiva de género del Poder Judicial.

“Desde el comienzo, se buscó un formato centrado en las conversaciones que Pía tendría con las protagonistas, tanto referentes como mujeres travestis y trans que se sumaron desde diferentes lugares a la orga y que vieron sus vidas transformadas en esa colectividad inesperada”, aporta Pagani. La serie está atravesada por la escucha, abre preguntas y debates que aún la sociedad se adeuda.

"Como dice López, pensamos en Desobediencias en un doble sentido: para nombrar que todas esas militancias irrumpen contra las prácticas sedimentadas del género y con los roles asignados, pero también que desobedecen a la lógica neoliberal de producción de vidas desechables."

Tal como suele suceder, el rodaje se realizó en menos jornadas de las deseadas, apenas diez, pero previamente hubo un trabajo de preproducción previo al rodaje con la mayoría de las organizaciones. “Fuimos a conocer sus espacios, su historia como organización, a sus protagonistas, todos los frentes y actividades que tienen que siempre son muchos y enormes, construir una confianza y un recorte de lo que íbamos a mostrar en conjunto dentro de esta serie. Pudimos terminar de pensar la estructura de los guiones y las conversaciones que María Pía tendría en la serie, después de encontrarnos con ellas”, señala Pagani.

La gran sorpresa del rodaje fue la alegría, la real felicidad, que encontraron en todas las organizaciones; aún con sus problemáticas y la supervivencia diaria, aún siendo espacios de lucha y resistencia tramados desde los feminismos más profundos y urgentes, todas las organizaciones se erigen como espacios de hermandad. “Era muy energizante ir a filmar en tiempos tan críticos y que los problemas que llevan día a día contra los prejuicios, el olvido, el abandono, las precariedades múltiples, se reconstruyeran con dignidad y con lazos”.

Productora y directora recuerdan la sonrisa rebosante de Eusebia - de La Voz de la Mujer- diciendo que “pertenecer a la organización la convirtió en una plantita viva que antes estaba sola, achicharrada”. “Al filmarlas sentí el privilegio de escucharlas, conocerlas, que me inyectaran de esa fuerza y lucidez. Ojalá puedan ver la serie para que, en estos tiempos tan horribles, llenos de violencia y odio, encontremos dónde y cómo se construye la justicia social, los derechos a la educación el arte el trabajo la dignidad la vivienda el placer el futuro”, se esperanza Feldman.