Al Mario periodista todos lo conocieron. Riguroso, arquitecto de palabras, comunicó lo complejo de forma simple. Hizo periodismo en mayúsculas: entrevistó a presidentes en ejercicio y ex mandatarios. Desde Raúl Alfonsín a Cristina Fernández de Kirchner, pasando por Rafael Correa, Evo Morales y José Mujica. Escribió uno de los libros más logrados sobre Néstor: “Kirchner, el tipo que supo”. Sus columnas de los domingos en PáginaI12 eran permanente referencia para el periodismo y también para la militancia. Fue una de las 200 personalidades distinguidas por la Universidad de Buenos Aires en su bicentenario. Mario era un militante, comprometido con su país y las causas populares, pero eso no lo cegó para hacer análisis críticos, agudos. No fue nunca un panfletario, siempre buscó hacerse preguntas, ir más allá.

Me sumé a su equipo radial en 2020, cuando la pandemia impuso la aventura por Zoom. Me sentía jugando en la Premier League: Mariana Enriquez, Martín Rodríguez, Irina Hauser y tantos compañeros descollantes. ¿Qué hago yo acá?, me pregunté varias veces. Mario fue un descubridor de talentos, un DT. Y no era mezquino: abría espacios, daba lugar. Vi como integraba a productores a columnas que fueron creciendo semana a semana, mes a mes, año a año. Le interesaban cosas que al resto de los conductores no: los debates presidenciales alrededor del mundo, por ejemplo. Veía casi todos los que podía. Sabía detalles sobre los candidatos que a mí se me escapaban. Peronista, Mario le daba gran importancia a la agenda internacional.

Se fue haciendo tele, radio y gráfica en simultáneo, en plenitud de funciones. En cada corte hablaba sobre sus hijos y nietos, a quienes amó con devoción. Cecilia de Palermo, su compañera de vida, ocupaba un lugar importantísimo en sus conversaciones cotidianas. Era futbolero y riverplatense, pero no solo veía a River: estos últimos meses veníamos conversando mucho sobre la personalidad de Rubén Dario Insua, DT de San Lorenzo. “Como está jugando el Perrito” me decía sobre Nahuel Barrios, en los pasillos de Radio Nacional. “¿Contra quién juegan este fin de semana?” me preguntaba cómplice cada jueves en la puerta de Maipú 555. Disfrutaba ver series y películas después de su apretada agenda laboral. Tenía una vida social plenamente activa: Mario disfrutaba la vida y hacía un ejercicio permanente del sentido del humor. Tenía una de las risas más características de la comunicación argentina. Se reía también afuera del aire. Era genuino, no impostado. Por eso el dolor es aún más grande.

En el último tiempo trabamos un vínculo, los dos, con Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia. Cada vez que venía a Argentina, Álvaro me preguntaba por “el profesor Mario”. Así lo llamaba. Esa fue la estatura intelectual, periodística y humana de Mario: una de las mentes más importantes de este continente estaba contento de verlo cada algunos meses, en el bar Lucio, para compartir un desayuno y análisis de coyuntura. “Estaba tan vital la última vez que lo vi. Es un terrible pérdida politica y personal estimado Juan Manuel” me escribió Álvaro al Whatsapp apenas se enteró.

Hasta siempre Mario, los que trabajamos con vos nunca te vamos a olvidar. Los que te leyeron, escucharon o vieron en la tele, tampoco.

Juan Manuel Karg es columnista de Gente de a Pie, programa de Mario Wainfeld en Radio Nacional.