Nicolás Giménez, el volante ofensivo que nació en La Matanza y deleita a los jeques con su pegada, concretó su nacionalización y de ahora en más representará a la selección de los Emiratos Árabes Unidos. A pesar de los turbantes, los hoteles mega lujosos, los autos de alta gama y el inmenso desierto que lo rodea en el Al-Wasl, la historia del futbolista tiene su inicio en el colectivo 126, ese que tomaba cada mañana en la rotonda de San Justo para ir a entrenar al polideportivo de Nueva Chicago con un objetivo: llegar a Primera y ayudar a su familia.

"Felicitaciones a nuestro jugador Nicolás Ezequiel Giménez por el honor de obtener la nacionalidad emiratí. Todo lo mejor para él en el servicio a nuestra querida nación". Con esas palabras el Al Wasl, club que supo dirigir Diego Armando Maradona, anunció la nacionalización del matancero, un futbolista que brilló en el fútbol argentino con Arsenal de Sarandí a fines de 2019, y que a pesar del interés de clubes como Independiente, River y Racing, optó por asegurar su futuro en la Liga Árabe del Golfo. Su pegada furibunda, los enganches infrenables y los toques de lujo, despertaron admiración en los jeques de los Emiratos, que después de intensas gestiones, se aseguraron al 10 para su seleccionado.

Si bien desarrolla su vida cotidiana en la capital de la fortuna mundial, Nicolás Giménez nació en Villa Constructora, un humilde barrio de La Matanza, el municipio más grande de la provincia de Buenos Aires. Miembro de una numerosa familia, Gimenez ayudaba a su papá en el taller mecánico y se tomaba el 126 para ir a entrenar al polideportivo de Nueva Chicago, club donde realizó las divisiones inferiores y debutó como profesional. En paralelo a su etapa formativa en cancha grande, Gimenez desarrolló su talento en la Liga Argentina de Baby Fútbol cuando vistió la camiseta de la Sociedad de Fomento Cultural Villa Constructora, ubicado en la calle Sarratea y Roque Pérez, en San Justo. Además, también se desempeñó en El 22 de Tablada, en calle Sarandí y Adolfo Berro.

En 2015, con 19 años y sin haber firmado su primer contrato, debutó con la camiseta de Chicago en la derrota 1-2 como visitante frente a Gimnasia de La Plata, por la fecha 5 del campeonato de Primera División. Días más tarde, estampó la firma y se convirtió en jugador profesional. Durante ese torneo, el conjunto de Mataderos llegó a la recta final con un plantel diezmado, y el joven Giménez tuvo apariciones que captaron la atención de todos. Su primer gol fue de tiro libre, ante Argentinos Juniors. Después, le facturó a Independiente en Avellaneda. A pocas fechas del cierre, cuando el "torito" necesitaba ganarle a Sarmiento en Junín para no descender de categoría, el técnico Rubén Darío Forestello lo llamó para ingresar del banco de suplentes y le suplicó: "pateá al arco". A los cincuenta segundos de haber ingresado, Gimenez la paró de pecho a 25 metros del arco y sacó un zapatazo de zurda que se incrustó en la valla rival, permitiéndole a Chicago tener una vida más de cara al cierre.

Su máximo ídolo es Juan Román Riquelme, motivo por el cual festeja con el famoso "Topo Gigio" cada vez que convierte un gol. Mientras desarrollaba su carrera como profesional en Argentina, Gimenez iba al club de su barrio para dirigir una de las categorías menores y acompañar a los más chicos en su formación. Consumado el descenso del "torito", Gimenez bajó al Nacional B para sentar las bases como titular del primer equipo, pese a que su paso por Primera División llamó la atención de clubes como Independiente o el Anderlech de Bélgica.  

Su paso por Mataderos, el barrio que lo vio nacer como profesional, tuvo un saldo de 10 goles y una asistencia en 24 partidos. A fines de 2016, Talleres puso sus ojos en él y lo compró por 8 millones de pesos. El conjunto cordobés, que había ascendido a la A sin perder un solo partido, apostó por el talentoso enganche para conformar el plantel del año siguiente. Luego de una temporada con altibajos y pocos minutos en cancha, que significaron apenas un gol en 32 encuentros, el matancero fue cedido a préstamo a San Martín de Tucumán en julio de 2018. Los tucumanos disputaban la Primera División y allí, Gimenez convirtió dos goles en 22 partidos. A pesar de sumar más minutos, el enganche no encontró su mejor versión y regresó a Córdoba, ya que Talleres era dueño de su pase.

En 2019, cuando su autoestima estaba por el piso y los pensamientos pesaban, Talleres lo cedió a Arsenal de Sarandí, club que regresaba a Primera y que buscaba buen pie para consolidarse en la máxima categoría. "Fue la vuelta a la vida", aseguró el jugador años más tarde. ¿Por qué? Sergio Rondina, técnico del conjunto del Viaducto, formuló un esquema que lo posicionó a Gimenez como armador de juego a espaldas de los delanteros, en tres cuartos de cancha. Esa circunstancia táctica, sumada a la confianza que el técnico depositó en él, hizo que el matancero saque a relucir todas sus virtudes y se convierta en el estandarte del fútbol de Sarandí. En 24 partidos, Gimenez convirtió 7 goles y cedió 4 asistencias, y fue uno de los futbolistas más destacados del torneo. Marcelo Gallardo, el entonces técnico de River Plate, expresó el interés en sumarlo a su equipo, pero el "millonario" no avanzó en las gestiones.

Su explosión futbolística lo inundó de ofertas. Los clubes más grandes de Argentina, instituciones poderosas de Brasil y hasta equipos europeos hablaron con Talleres de Córdoba para quedarse con el pase. Pero para la sorpresa de todos, el oriundo de Villa Constructora optó por un destino cada vez menos exótico en el mundo futbolero: los Emiratos Árabes Unidos. En 2020 y por 550 mil dólares brutos, lo adquirió a préstamo Baniyas, un club de Abu Dabi fundado hace 41 años. Un año más tarde, en julio de 2021, el conjunto celeste utilizó la opción de compra y adquirió su ficha por más de 2 millones de euros. En Baniyas, Giménez mantuvo su nivel, desplegó todo su talento y no le pesó para nada la 10. Lujos, caños, golazos de tiro libre y la jerarquía digna de un crack, generaron un combo que lo catapultó como figura indiscutida de la institución, tras alcanzar 26 goles y 21 asistencias en 88 partidos.

Mate y termo en mano, el matancero se convirtió en una referencia de la Liga Árabe del Golfo, a tal punto que en junio pasado fue adquirido por Al-Wasl. Tras cumplir su contrato, Gimenez paso, en condición de libre, al conjunto más importante de los Emiratos Árabes Unidos, que fue premiado por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol -IFFHS- como el mejor club emiratí del siglo XX. El conjunto amarillo, clásico rival del Al-Nassr de Cristiano Ronaldo, fue dirigido por Diego Armando Maradona entre 2011 y 2012. A pesar de su corta estadía Al-Wasl, donde registra un gol y  4 asistencias en 7 partidos, Nicolás Giménez tramitó la nacionalidad emiratí y ahora defenderá la camiseta de los Emiratos Árabes Unidos.

En su momento, su traspaso a Baniyas, un club pequeño de una liga menor, despertó el lamento en el mundo del fútbol. "¿Cómo va a ir ahí?", "¡Qué desperdicio!" se escuchó en más de una ocasión. Pero Nicolás Giménez, que vio a su madre hacer malabares para que coman todos sus hermanos, y a su padre engrasado hasta los hombros por dejar la vida en el taller de San Justo, encontró en el fútbol emiratí la oportunidad económica para que los suyos, por un buen tiempo, no lidien con las dificultades que acarrean millones de bonaerenses en su búsqueda por subsistir. El desarraigo de su tierra, la lejanía de sus seres queridos, el idioma inentendible y las costumbres raras, culminaron con un broche de oro que lo tendrá soñando, por qué no, con disputar el próximo Mundial de Fútbol.