La semana pasada fue a contramano de lo que esperaba el mercado. El dólar ilegal se calmó a fuerza de operativos y allanamientos en la city porteña pero principalmente porque se confirmó una noticia clave: el Banco Popular de China dio la aprobación para activar un nuevo tramo del swap de yuanes. Se trata del equivalente a 6500 millones de dólares que se sumaron a las reservas internacionales y que le permiten al equipo económico tener divisas frescas para el pago de importaciones y para intervenir en la plaza del dólar financiero.

Las críticas que los economistas del mercado le hacían algunos años atrás al swap son inentendibles. Llegaron a decir que los yuanes eran papelitos de colores que no podían activarse y que eran un invento contable de la autoridad monetaria. Sin embargo, la semana pasada se vio todo lo contrario.

La economía argentina, con el respaldo del Banco Popular, ganó margen para contener una corrida cambiaria de proporciones dantescas y evitar el salto sin control del tipo de cambio oficial. En otras palabras: el nuevo tramo del swap se convirtió en el principal repelente contra la especulación. Los yuanes que se sumaron a las reservas del Central tienen libre disponibilidad, permiten cubrir vencimientos de deuda de corto plazo y pagan una tasa de interés menor a la del préstamo del Fondo Monetario Internacional.

Actualmente la mitad de los activos que tiene el Banco Central se encuentran denominados en yuanes, y muestran el vínculo estratégico de la Argentina con la potencia asiática. Considerando números redondos, la autoridad monetaria tiene activos equivalentes a 25 mil millones de dólares. Unos 4 mil millones son oro, 6 mil millones liquidez en divisas y en treasuries, 6,5 mil millones yuanes que se activaron del nuevo tramo del swap, y 2 mil millones DEGs. Los 6,5 mil millones de dólares restantes son también yuanes del préstamo swap de China (y por el momento no se encuentran activados).

La entrada de fondos frescos a las reservas internacionales para contener la brecha cambiaria, intentar moderar las expectativas de devaluación del dólar oficial y suplir la falta de divisas que generó la sequía este año no implica que la economía argentina se encuentra arreglada, estable ni tranquila. Los peligros, las turbulencias y los riesgos se mantienen latentes en medio del clima electoral y la dificultad para anticipar que ocurrirá después de diciembre.

Una forma de pensarlo es con la cantidad sorprendente de escenarios e hipótesis que circularon la semana pasada para el día posterior a las elecciones. Se plantearon todo tipo de posibilidades para la macroeconomía y para las variables financieras en función del resultado electoral de este domingo. Uno de los ejemplos de estos informes fue de Portfolio Personal, que llevo el nombre de Cuatro caminos, una Argentina: ¿qué le depara al mercado?

En ese documento, se describió que el peor escenario en términos de volatilidad e incertidumbre sería una victoria holgada del candidato ultraliberal Javier Milei, en la cual cierre su discurso tras la publicación de los resultados de la votación ratificando su postura de dolarizar la economía.

El informe señala que los dólares financieros como el contado con liquidación posiblemente no tendrían techo. “Se desataría una búsqueda de refugio ya no sólo de las carteras de inversión, sino de saldos transaccionales, que empujarían al contado con liquidación a multiplicar varias veces al actual, lo que dejaría un piso a la brecha cambiaria de 300 por ciento”.

Ni los organismos internacionales como el Fondo Monetario, ni los bancos de inversión globales, ni los economistas y consultores locales creen posible implementar con éxito una dolarización. Se necesitarían unos 30 mil millones de dólares. Consideran inviable conseguir la cantidad de crédito en moneda extranjera que requiere esta propuesta para convertir todos los pesos que circulan en la economía interna por dólares, a lo que debería sumarse  la inviabilidad política en el Congreso. 

Sin embargo, en los últimos días las apuestas no parecen haber estado concentradas en un escenario de este estilo. Se puede ver con el movimiento de los bonos en pesos ajustados por inflación.

La contracara de una brecha cambiaria desatada por el riesgo que implica los anuncios de dolarización es una caída de los precios de los títulos en moneda local. Pero durante las últimas jornadas algunas cotizaciones como las del TX26, que ajusta por CER, anotaron rebotes de hasta 5 por ciento diarios. A su vez, algunos consultores comenzaron a plantear que la compra de bonos duales son una jugada de oportunidad que no debería dejarse pasar.