No se dejen engañar por su aspecto de abuelita tierna. Debajo de ese traje de cordero habita una amazona que hizo temblar al reinado más conservador de los cómics tanto independientes como industriales. Cuando ese mundo era gobernado por machos alfa, en los años 70, esta mujer le hizo frente a prejuicios y obstáculos desde la acción y la ficción, irrumpiendo y adueñándose de un lugar que no le querían dar. Trina Robbins revolucionó los cómics under publicando la primera historieta protagonizada por una lesbiana, Sandy Comes Out, en 1972. Y es que si hay una palabra que define a esta dibujante, editora e historiadora feminista es “pionera”. En los años 80 se convirtió en la primera mujer en dibujar la tiara y los brazaletes de la Mujer Maravilla. Posiblemente el haber delineado las piernas musculosas e hiperfuertes de la diva de DC la haya convertido en una autora superheroína que, al igual que la Mujer Maravilla, fue un faro referente para quienes tenían que aprender cómo conquistar sus derechos. Les abrió las puertas a autores lgbti para que sean ellos, y ya no solo artistas hetero, quienes creen los cómics que retraten escenas  urgentes de la comunidad gay. Bocetó el camino de varias generaciones de autoras que solo veían la posibilidad de esa profesión en el terreno de la fantasía. “¡Nuestra princesa es invencible!”, gritaban sorprendidas un grupo de mujeres cuando la Mujer Maravilla entintada sobre papel les enseñaba la técnica para romper las ataduras. “Es fácil romper las cadenas si ustedes saben que pueden”, explicaba la heroína en una viñeta conmovedora. 

A diferencia del personaje de ficción, Trina demostró en su heterogénea carrera que no es necesario ser invencible para dar vuelta un tablero. Su salida: conjugar en una misma obra arte y activismo: desde fascinarnos con su original Paper Doll para vestirse como una lesbiana explosiva hasta generar conciencia sobre la situación con personas con HIV o las víctimas de violencia de género en USA.  Con 79 años, Trina Robbins sigue pisando con furia las infinitas convenciones de historieta que suceden por los distintos puntos del planeta Tierra, dando cátedra a través de sus libros de texto y antologías que descubren una cara de la historia de los cómics que difícilmente se ve. A partir de hoy y hasta el domingo, nos daremos el lujo de tenerla desfilando por los pasillos de La Rural, ya que es una de las invitadas principales de la nueva edición de Comicópolis. Antes de llegar a la Argentina, la inigualable Trina Robbins charló en exclusiva para Soy sobre sus inicios como pionera en el under, su rol como activista feminista e historiadora y su visión del pasado y el presente de la industria de los cómics. 

Trina Robbins es dibujante y vestuarista. A la izquierda su crítica a las paper dolls habituales con esta versión lesbi realizada especialmente para Gay Comix, en 1998.
Sandy Comes Out (1972), de Trina Robbins, forma parte de la antología Wimmen’s Comix, a la derecha.

 

Dinamitando el clóset

Corría 1972 y todavía en kioscos podían encontrarse revistas de historietas románticas, versiones yanquis de Susy, secretos del corazón. Por esos mismos días también había una tapa que rompía los esquemas: una pareja estilizada y algo andrógina se besa mientras una hippie panzona los mira con desprecio. Se trataba de Wimmen´s comix #1, donde entre sus páginas campaba la parodia feroz y el retrato moderno nunca visto. Ahí es donde Trina sacó del closet a Sandy, en el diario íntimo de una torta naciente. Pero, ¿quién era Sandy, la primera lesbiana que protagonizó un cómic? Sandy era la hermana del famoso historietista Robert Crumb. Luego de divorciarse, se mudó junto a su bebé a la casa de esta estrella del cómic, a principios de los años 70, porque no tenía a dónde ir. Al ver cómo Crumb quería encajarle a Sandy a sus amigos, para deshacerse de ella, Trina le ofreció un lugar dónde vivir. Así se convirtieron en compañeras de habitación, y luego en grandes amigas. Sandy Comes Out retrata las aventuras de su roomate a partir de que se declara abiertamente lesbiana. En las páginas Sandy toma clases de karate y visita por primera vez un bar gay, donde conoce a las primeras tortas. Recuerda lo enamorada que estuvo de una compañera de colegio a los 12 años, define al lesbianismo como una forma de luchar contra la opresión masculina y discute con Trina sobre feminismo desde la cama que comparte con su chica, mientras pelea con una fuerte resaca. Sandy Comes Out fue, y sigue siendo, revolucionaria en la historia de los cómics lgbti porque fue gracias a su aparición que muchos autores se animaron años después a continuar este legado. Y, también, a salir del clóset fuera del papel.

Fuiste la primera historietista en publicar un cómic sobre lesbianas sin eufemismos ni metáforas, en los años 70. ¿Cómo nace y cómo fue recibida?

-Escribí una historia para Wimmen’s Comix #1, la primera antología de historietas hechas por mujeres, y la que, además, ha tenido mayor duración: desde 1972 hasta su cierre, 20 años después, en 1992. Para ese primer número decidí que quería contar la historia de mi compañera de habitación, Sandy. Fue una persona real que lamentablemente falleció muy joven, y yo quería hablar de ella. No lo hice pensando que trataba acerca de lesbianismo, ni que sería la primera de ese tipo, ni nada de eso. Simplemente quería contar la historia de mi amiga.  

¿No pensaste que tal vez tu mirada no lésbica podía hacer un recorte en la perspectiva?

-Cuando mi amiga salió del clóset se fue a vivir a una comunidad gay hippie, en San Francisco. Sandy Comes Out está basada en las experiencias que vivió en esa época, así que ella también ayudó en el guion.

Siendo pionera en historietas que abordan tópicos lgbti, ¿qué opinás de la cantidad de cómics y antologías lgbti que surgieron en estos últimos años? ¿Cómo sentís que tratan estos temas hoy?

-Bueno, no tan recientemente. Gay Comix ya había empezado a publicarse en los años 80, editada originalmente por el historietista Howard Cruse, y luego por Robert Triptow, otro querido amigo mío. Así es que los comics de temática LGBTIQ existen desde hace un tiempo. Lo que sucede es que una vez que el primero es publicado la gente comienza a perder el miedo. Ven que hay personas haciendo comics que llevan sus nombres, sin tener vergüenza, y entonces dicen: “Si ellos pueden hacerlo, nosotros también podemos.” Cada vez que alguien decide hacerle frente a algo otros sienten que pueden hacerlo también. 

El mainstream, Marvel y DC, en los últimos años comenzó a incluir personajes gays, lesbianas y trans. Personajes que hasta ese momento eran propiedad exclusiva de las historietas independientes. ¿Qué opinás?

-Creo que en los comics independientes es donde se encuentran las representaciones más realistas de personajes lgbti. Las grandes editoriales comenzaron a incluirlos recién a comienzos de este siglo, pero me pregunto qué cantidad de esos escritores y creadores entienden a los personajes lgbti. En las independientes hay gran número de escritores y dibujantes lgbti, y hay algunos en las editoriales mainstream pero no muchos. O sea que no están escritos basados en la experiencia de dichos creadores. Y, por supuesto, al tratarse de superhéroes todas las lesbianas son hermosas. No digo que esté mal, porque hay lesbianas hermosas, pero no todas son hermosas de la misma forma.

En el año 1969 diseñaste el uniforme del personaje Vampirella, que fue considerado un estereotipo de la explotación sexual. ¿Cómo fue esa experiencia, cómo llegaste ahí?

-En esa época no existían personajes femeninos fuertes y Jim Warren quería empezar una revista que tuviera una protagonista de esas características, lo que me pareció fantástico. Mientras visitaba a Jim para mostrarle mi portfolio, recibió una llamada de Frank Frazetta, quien iba a ilustrar la portada del primer número de Vampirella. Frank había dibujado a Vampirella en una especie de bikini rojo pero Jim quería algo más sofisticado, así que mientras lo escuchaba describir lo que tenía en mente tomé una hoja de papel y comencé a dibujar. Le pasé el boceto que había hecho y cuando lo vio me puso al teléfono con Frazetta para que yo le explicara lo que Jim quería. A pesar de que hoy en día puede resultar algo muy sexual hay que recordar que era la época de Barbarella, que también era un símbolo sexual, y producto de esa época. No había existido nada semejante antes de eso. Podían ser sexys y fuertes al mismo tiempo.  

¡Viva la Woman!

Cuando Trina inauguró adolescencia su madre la obligó a tirar su colección de comics; eso no significa que los olvidara. Fanática de la protofeminista Mujer Maravilla original y de sus autores, Marston y Peter, era natural que llegara a encargarse de las aventuras de la amazona. Y en los años 80, protagonizó un evento sin precedentes: una mujer dibujando la Mujer Maravilla. Tras una preciosa saga que rinde tributo a las raíces del personaje, Trina siguió atenta a su evolución, criticando sin piedad las versiones machistas y grotescas donde la heroína pasa de ser un personaje inspirador de la lucha contra la opresión masculina a un objeto para el placer de adolescentes onanistas. 

Siendo hoy el mundo de la historieta un mundillo predominantemente masculino, ¿cómo fue para una mujer irrumpir en ese nicho a finales de los años 60?

-Terrible. Es un mundillo, como bien decís, predominantemente masculino. No creo haberme dado de cuenta de eso hasta el final de los años 60 y principios de los 70. Al mudarme a San Francisco descubrí que yo y otra chica éramos las únicas dos mujeres tratando de entrar al mundo del comic, el cual era entonces un club para chicos, y los chicos no querían que fuéramos parte de su club. Lo preocupante es que las cosas siguieron así durante los 70, y hasta los 90 incluso. Cuando buscaba trabajo en las editoriales mainstream y los editores contantemente me decían que las chicas no leían comics, a pesar de que yo sabía que eso no era cierto porque de chica leía comics, al igual que mis amigas.   

Hace un tiempo comenzó a circular, como si fuera una novedad, la bisexualidad de la Mujer Maravilla. Pero en sus orígenes, en los años 40, ¿esto no era evidente?

-Vagamente. Creo que la intención de William Marston, el creador de la Mujer Maravilla, es que fuera un comic para niñas y no para adultos. La Mujer Maravilla vive en una isla habitada solo por mujeres y donde no se permiten hombres, así que uno puede sacar sus propias conclusiones basándose en eso. Por supuesto todo eso ha cambiado y si uno lee los comics de la Mujer Maravilla publicados este año, directamente se dice que es lesbiana, pero ciertamente mucho estaba implícito. Quiero decir, es una isla llena solo de mujeres. 

Esas primeras historietas de la Mujer Maravilla, de William Marston y H. G. Peter, además del lesbianismo estaban llenas de referencias al bondage. ¿Por qué te parece que eso desapareció de la historieta en los años 50 y no volvió a verse?

-Marston falleció en 1947 pero había dejado guiones para ser ilustrados antes de fallecer, así que seguían usando sus guiones, con dibujos de H.G. Peter, al menos hasta 1948. Más tarde Robert Kanigher estuvo a cargo de escribir las historias, dibujadas por muchos otros artistas después de la muerte de H.G. Peter. Sospecho que a muchos de ellos no debía gustarles la Mujer Maravilla. Tampoco creo que Robert Kanigher la entendiera, o sea que existió un período de 50-60 años desde 1950 en el cual la Mujer Maravilla estuvo a cargo de creadores hombres a quienes no les gustaba el personaje. El bondage fue un elemento de moda en la década de los 40 en comics, presente en los pulps, en cuyas portadas siempre había una pobre chica atada a una silla, con el vestido roto, a la merced del villano, y de fondo veíamos al héroe que venía al rescate. Si en los años 40 hubieras abierto cualquier comic de superhéroes, protagonizado por un hombre, habrías encontrado a una mujer atada a la espera de ser rescatada por el héroe masculino. En los comics de la Mujer Maravilla, en cambio, ella era estada para que se libere por su cuenta. Sin la ayuda de un hombre.

¿Leés a la Mujer Maravilla de hoy? ¿Qué historietas actuales en general te interesan?

-Leo muchas novelas gráficas, porque es lo que más me gusta, y aunque leo la Mujer Maravilla porque me encanta, la mayoría de las historietas de superhéroes no me interesan realmente. Me gustan las novelas gráficas porque me parece que cuentan historias más reales. Por supuesto Persepolis; Fun Home de Alison Bechdel; Stitches de Richard Small, para que vean que también leo autores masculinos; Unterzakhn, de Leela Corman, Hark! A Vagrant de Kate Beaton

Papel, activismo, papel

En paralelo a su trabajo como historietista, Trina se dedicó con bríos a la edición de antologías que conjugaban la ficción y la militancia, como It Ain’t Me, Babe (1970), Strip AIDS USA (1988), colección de cómics destinada a informar y cuyos beneficios fueron destinados a personas con HIV, y War News (1991), historieta para protestar contra la Guerra del Golfo. Sin dejar de lado la redacción de trabajos histórico-periodísticos para visibilizar a las autoras de historietas que contribuyeron de manera notable a la historia de los cómics en USA: Women and the Comics (1985) y A Century of Women Cartoonist (1993).

Como editora en Wimmen´s Comix trabajaste generando un espacio para autoras mujeres. Como historiadora trabajaste, y trabajás, para mostrarnos que en cada década de la historia de los cómics de Estados Unidos hubo maestras de las que se habla poco y nada. ¿Cómo comenzaste a emprender este rol?

-Comencé a escribir acerca de las historietistas olvidadas, creadoras mujeres, a mediados de los ochenta. Las mujeres eran invisibles en los comics excepto como personajes hiper sexualizados. Y también eran invisibles las mujeres que trabajaban en el medio; y yo sabía que había muchas mujeres dibujando historietas. Mi forma de encarar mi trabajo es que si no hay nada escrito acerca tuyo, es porque te han olvidado, y estas mujeres fueron olvidadas, porque cuando los hombres escriben acerca de los comics escriben solo acerca de Stan Lee, Jack Kirby, Hulk y Spider-Man. No quieren hablar acerca de las mujeres que dibujan comics. Así que lo hice porque nadie más lo estaba haciendo, que es el motivo por el que uno hace las cosas: porque tienen que hacerse y nadie más las va a hacer.  

Con la antología Strip Aids USA llevaste el activismo en la historieta a lugares muy concretos en una época donde no era para común. ¿Cómo fue desarrollar un proyecto semejante en ese entonces? 

-El Sida estaba causando estragos cuando hicimos Strips Aids USA.  Era una época en la que el presidente ni siquiera quería hablar del tema. Yo acababa de estar en Inglaterra, donde unos amigos habían producido un libro titulado “Strip Aids” destinado a recaudar fondos para proyectos relacionados con el virus del HIV. Me pareció fantástico que tuvieran éxito al hacerlo pero también me pareció que eran comics acerca de cualquier cosa, sin tener relación alguna con el tema del SIDA. Inmediatamente pensé que podíamos algo mejor en Estados Unidos, asegurándonos de que cada historieta tuviera algo que decir acerca del SIDA. Contacté a mi amigo Robert Triptow, editor de Gay Comix, porque creía en que teníamos que tener una gran representación de la comunidad gay en las historietas. Luego hablé con Bill Sienkiewicz, quien había mencionado que quería hacer un comic para beneficencia acerca del SIDA, y lo invité a ser parte del proyecto. Eso fue muy bueno porque es un artista reconocido en el mainstream y, gracias a él, otros artistas famosos participaron en el libro. Luego llamé a Ron Turner, editor de Last Gasp, y le pregunté si quería editar un libro acerca del SIDA para juntar fondos. No había terminado de preguntarle cuando me interrumpió gritando “¡Sí!” 

¿Cómo ves que cambió el mundo de las historietas desde que empezaste? 

-Es sorprendente lo mucho que han cambiado. Jamás lo hubiera imaginado durante los años 80 y 90, cuando estaba furiosa porque no querían que las mujeres leyeran comics. Quiero decir, hoy hay más mujeres trabajando en la industria de los comics que en cualquier otra época, y son tan brillantes, tan talentosas. Y también hay hombres que hacen comics para chicas, bien escritos y dibujados. Nunca pensé que los comics podrían llegar a ser tan buenos como lo son ahora. 

Trina Robbins en Comicópolis: firmará libros el viernes 1° a las 14.30. El sábado 2 dará un taller a las 17 y una charla a las 18.30. En La Rural.