¿Qué comunica la moneda virtual?

Ensoñar deseos y actuarlos como ya cumplidos, da resultados. No es magia… si en la vida real existen medios y condiciones para convertirlos en hechos. Un ejemplo, es un relato surgido a partir de la crisis financiera mundial del 2008. Comenzó con la leyenda libertaria interpretada por Genial-Héroe-Anónimo-Oriental donando a La Nube (no sin antes patentarla) los lineamientos de la moneda virtual.

Desde entonces, pasó de facilitar ayuda humanitaria a amenazar a los Bancos Centrales del planeta, con el reemplazo de sus monedas nacionales por la criptografía, controlando emisión y transferencias de dinero. Blockchain (algoritmo que almacena transacciones en bloques) ofrece depósitos directos, seguros y gratuitos; gracias al ahorro en instalaciones bancarias, clearing y… trabajadores. El cuento muta a fábula. La moraleja incluye a millones de clientes aún no bancarizados, pero con celular. Gracias a una aplicación, apta para el smartphone de la dama o la PC del caballero; la billetera digital se ha convertido en un acto de libertad posmoderna y a medida de bancos, proveedores de IT y Web-Ones (consumidores acríticos de la web) sensibles a la baja autoestima, pues: “Hay un dato más deprimente que enterarse de cuánto valdrían nuestros ahorros hoy si los hubiéramos puesto en acciones de Amazon hace diez años: hacer la misma cuenta de lo que perdió de ganar con las monedas virtuales”  El lenguaje y la comunicación están preñados de cargas de valor variable. El dinero, también.

La moneda se sostiene sobre la confianza. Un ejemplo son las monedas cooperativas que preservan trabajo y mercado local, sin suplantar el rol del Estado. Otro, las monedas digitales y redes de dinero bancario, con respaldo exclusivamente virtual y, cuyos oferentes son los beneficiarios de todas las crisis.

La ilusión de saberes exactos, cero-ideológicos y asépticos permite a los organismos financieros internacionales imponer la adquisición de tecnologías de registros digitales; que les “garanticen la confiabilidad de los depósitos, neutralidad de las redes y privacidad de los datos”.

El cifrado impediría hackeos (y hasta el control de su propia billetera a las mayorías) pero, al igual que la promesa de identificar delincuentes y evasores, no afectará demasiado a las grandes empresas, con tecnología de punta.

La idolatría científica tanto justifica fraudes electorales y pérdida de empleos, PyMEs e investigadores, como la transferencia de soberanía y recursos a las corporaciones.Los medios descalifican a gobiernos con proyectos de independencia mientras, el Banco Mundial, el BID, la OMC, Santander, Deutsche Bank, Citi, JPMorgan, etc., ajustan sus cadenas de bloques y monedas digitales junto a las tecnológicas del Silicon Valley y startups del circuito corporativo.

Para Steven Hawkings, muy pronto, la humanidad enfrentará a autómatas (objetos inteligentes) por el control mundial. Es una advertencia a medias.

Aunque no nombre a sus progenitores, ni autómatas ni monedas nacieron de repollos.  Ninguna moneda convencional, diría Gresham, vencerá a aquella que no inflaciona por emisión monetaria (usa algoritmos), no tributa y opera desde servidores ilocalizables. El Estado pierde recaudación impositiva (siempre pro-cíclica: si hay crecimiento recauda más, con recesión recauda menos) y su rol de asignador contracíclico de recursos.

Los accionistas de corporaciones conducidas por CEOs y Bolsas, con el único objetivo de acumular ganancias, viajan hacia el horizonte de Hamelín.

También ellos serán reemplazados por computadoras propietarias del capital. Enfrentamos un grave problema. Toda la teoría económica y la legislación mundial se basan en humanos poseyendo capital.

Los imperios promueven aculturación.

Requieren subjetividades formateadas en lenguajes binarios y dóciles a una de dos verdades absolutas; consumidores e instituciones sin vínculos comunes, en un mar de referencias violentas. Piratas y bucaneros del s. XXI continúan recreando, en nombre de la civilización, proyectos para enriquecer a las más poderosas coronas de su tiempo. Las criptomonedas son una solución corporativa que conspira para reemplazar a los Estados democráticos y concentrar el poder y la riqueza global. El único freno posible a esta estrategia son buenas leyes. La propaganda es mundial pero, pocos expertos consideran urgente una nueva legislación.

Las propuestas de ensoñar y actuar deseos como si ya se hubiesen cumplido, pueden funcionar.

La premisa tanto vale para sueños como para pesadillas.

* Antropóloga UNR.