En un deambular, como paseantes, las escenas nos increpan. Hay en las imágenes algo espectacular que se sale del cuadro y se convierte en un episodio poético. Por un lado una directora de escena a cargo de Victoria Roland que, en apariencia nos guía aunque la propuesta tiene más que ver con el caos y lo desconcertante. 

Los músicos del Ensamble Erató y los cantantes del Instituto Superior del Teatro Colón ofician de unidad, las voces ayudan a crear la situación barroca. El tema hace referencia a la misma autora. El personaje es Nicola Constantino decidida a hacer una ópera sobre ella misma junto al compositor Esteban Insinger.

El cuerpo de la artista ya era soporte y motivación en varias de sus obras. Rapsodia inconclusa (que formó parte de la Bienal de Venecia en el 2013 y se proyecta en una de las paredes del centro experimental del Teatro Colón) es una suerte de performance audiovisual donde Nicola interpreta a Eva Perón y hace de ella una sucesión de figuras delimitadas por sus atuendos, por el modo de desplazarse en un escenario que recuerda el film de Fassbinder, La libertad de Bremen.

En Artista Ex Machina la propuesta es un montaje de algunas de sus obras donde conviven la fotografía, el material fílmico, la performance con arcillas florales y piezas construidas a partir de animales novatos, bajo una forma dramática que es aleatoria pero también trágica. Podríamos decir que la puesta en escena (a cargo de Roland y Martín Antuña con la dirección musical de Juan Martín Miceli) relata la muerte de la artista, el memento Mori pero también la materialidad de un cuerpo que se desarma. La naturaleza muerta es su cuerpo descuartizado, exhibido como una suerte de instalación. Un episodio donde ella está en un nicho y nos habla para después salir de esa cúpula vidriada y subirse a una especie de grúa que alude al deus ex machina de la tragedia griega. En tacos, vestida con una marcada actualidad (pensemos que la ropa en esta obra orbita en temporalidades muy distintas) se esgrime en las subidas y bajadas de un cuerpo impenitente como proclamando un manifiesto.

Nicola tiene una ambición renacentista, se postula como una Leonardo Da Vinci del siglo XXI fascinada por unas máquinas extrañas y antiguas, por un sistema que oficia de invención. Lo que se propone es desaforado. Allí están los seres que deambulan con un pescuezo de pollo en la boca, personajes salidos de El verdadero jardín nunca es verde, una instalación que Nicola realizó en el año 2017.

En esa estructura de ensamblaje, donde diferentes puntos de la obra de la artista dialogan pero, a la vez, son forzados a salirse del marco de una disciplina, los límites entre el efecto performativo de una obra visual o las propiedades dramáticas que se trasladan a la ópera o al recorrido escénico, pierden sentido. Lo que se expone ya no es simplemente una pieza que se observa sino que suscita una situación ligada al recorrido. La figura de ese cerdo nonato que se mueve en una cinta colgando del techo funciona como contraste de esas flores coloridas, resabio de la última muestra de Nicola que son la reproducción de una técnica japonesa. Estos nonatos habían sido personajes silentes en la versión de Medea meditativa de Pascal Quignard que realizó Emilio García Wehbi el año pasado en el teatro Cervantes. Las personas tienen algo de entidad tenebrosa, de personajes desaforados, de festín loco donde la figura de Nicola parece el resultado de una invocación.

Lo que define la propuesta es una exigencia de abarcarlo todo y allí reside la discusión de Nicola con la producción artística contemporánea. La artista rosarina está hablando de ir hacia el pasado para fagocitar la historia del arte, para apropiársela en una versión renacentista de la antropofacia. Ella ve una estética en los personajes históricos y los deglute, hay algo de trituradora en esos artefactos medievales que resultan anómalos en la actualidad pero que se combinan con esos vestidos barrocos. La novedad está en el pasado, parece decir Nicola, en hacer del pasado la escena de un bricolaje donde se le da un espacio a las formas arabescas del mundo animal, de las plantas esotéricas y de los cuerpos devenidos en autorretratos desplazados, camuflados, confundidos.

Artista ex máquina se presente el viernes 3 y el sábado 4 de noviembre a las 20 y el domingo 5 de noviembre a las 17 en el Teatro Colón.