“Para mí, una de las cosas más sorprendentes del mejor jazz es el momento”. Para Rodney Jones, entre el antes y el después, el tiempo se mide a través de las cosas que suceden. Un presente ancho en el que puede volcar su experiencia musical, que atraviesa nombres y estilos. Referente de la guitarra del jazz global, el estadounidense llega por primera vez a la Argentina para tocar al frente de un quinteto que se completa con algunos de los más interesantes músicos del circuito local. Mariano Loiácono en trompeta, Ernesto Jodos en piano, Gabriel Balado en contrabajo y Sergio Verdinelli en batería, serán los anfitriones del guitarrista que se presentará en Bebop Club el viernes y el sábado, en doble función, a las 20 y a las 22.45. “Son músicos formidables, con los que tocaremos una gran variedad de música, desde el sentimiento ‘High Energy’ a la manera de (John) Coltrane, hasta baladas suaves. Haremos temas originales y algunos standars, pero siempre buscando la originalidad, nuestra propia voz”, anticipa Jones en diálogo con Página/12.

“A esta altura no intento recrear los estilos y mucho menos mejorar el pasado. Mi intención, sencillamente, es modelar lo que se hace posible cuando pasado y futuro se encuentran en el presente”, define el guitarrista. Durante muchos años fue integrante de la orquesta del célebre teatro Apollo de Harlem, antes de ser el director musical de la inolvidable Lena Horne y profesor de guitarra en la Juilliard School. Dizzy Gillespie, Ray Brown, Quincy Jones, Stevie Wonder, Elvin Jones, Kenny Burrell y Stan Getz son algunos de las figuras con las que Jones ha colaborado. “Dizzy Gillespie me enseñó a tocar contando historias, con verdadero sentimiento. Con Lena Horne entendí la importancia de los matices, la sutileza y el poder de la narración. Aprendí a valorar el significado de una canción, la letra y la historia que cuentan las notas. Ambos eran artistas auténticos y no les preocupaba la diferencia estilística, sino la verdad y el sentimiento artístico”, continúa el músico.

Entre todo eso, Jones también lideró sus propios proyectos. The Undiscovered Few (1998) y Soul Manifesto (2001), ambos editados por Blue Note, podrían estar entre los más destacado de una discografía variada y atractiva. “Crecí escuchando música de distintos géneros. Me interesé en el sonido de Jimmy Hendrix del mismo modo en que me enamoré de John Coltrane. Hoy el mundo nos pone músicas de las más variadas en la misma línea, y ante eso lo que distingue una música de otra es la sinceridad y el sentimiento”, asegura Jones. 

“Cada género y estilo le pide cosas específicas a la guitarra. James Brown y Maceo Parker son una estética, Kenny Garrett y Donald Harrison son otra y la guitarra puede adaptarse a esos estilos", marca. "Pero más allá de eso, lo más importante es encontrar la manera para hacer que la música sea siempre mejor y que los músicos que te rodean sean mejores. Es la única manera de tocar el corazón del oyente”.

–¿En la formación de su estilo fueron importantes sólo los guitarristas o también tomó como modelo a otros músicos?

–Los guitarristas fueron importantes, desde luego. Bruce Johnson, mi primer maestro y genio del instrumento, fue fundamental para mí. También Nathen Page, un innovador poco conocido, con un vocabulario muy moderno, y Barney Kessel, por su brillo armónico. De Grant Green me impresionó el blues y la economía de notas, de George Benson sus innovaciones técnicas combinadas con su vocabulario tan personal, de Kenny Burrell las baladas y de Wes Montgomery me gusta todo. Pero es John Coltrane mi favorito, por su espíritu creativo y su espiritualidad. Tuve la oportunidad de tocar con muchos de los grandes, de nutrirme desde joven y aprender a valorar lo importante en el jazz: ritmo, swing, sentimiento, creatividad y amor.

–Dedica mucha energía a la docencia. ¿Qué le interesa transmitir a sus alumnos?

–Que busquen las maneras de contar su propia historia, con brillantez artesanal e integridad artística. Que pongan pasión en la música... y en la vida.

–¿Qué significa el jazz para usted?

–Jazz significa poder decir mi verdad. Poder encontrarme con otras personas, cara a cara y corazón a corazón. Jazz significa compartir una experiencia con el oyente y crear momentos trascendentales de alegría en la música. Reunirnos y descubrir lo que la música puede revelarnos. Si somos muchos, mejor.