El mundo era en blanco y negro en 1964 y los diarios anunciaban que los Beatles vendrían en pleno A Hard Day’s Night. Era mentira, claro. Pero la farsa se mantuvo hasta que empezó el show, patrocinado por el empresario kitsch Alejandro Romay. Los presuntos músicos salieron a escena en el estudio de Canal 9, con trajes y flequillos. Las chicas de la tribuna aullaban, unas por excitación y otras por furia: se habían dado cuenta rápido del fraude. Esos cuatro no eran Paul, John, George y Ringo. No eran los Beatles, sino los Beetles, con “e” de estafa.
El choreo más maravilloso (o el primero) en la historia del negocio del rock en Argentina –apoyado en las “lejanías” del mundo preglobalizado, en el que Inglaterra quedaba tan lejos como Marte para obtener datos o confirmaciones– es contado con ternura en El día que los Beatles vinieron a la Argentina, de Fernando Pérez. 
El documental, que incluye el no mítico show en Buenos Aires y entrevistas con estafadores, estafados, impostores y testigos –”Los Beatles hicieron playback, igual que Locomía”, denuncia, huraño, un veterano camarógrafo–, reconstruye una historia llena de elementos bizarros, como cuando los luchadores de Titanes en el Ring fueron convocados como patovicas en el aeropuerto.
“Lo que hacíamos era una joda, tocábamos en casamientos, fiestas privadas… y en Sudamérica”, se ríe el falso Lennon. “Los hechos reales son tan inverosímiles que hay una sensación de falso documental”, admite al NO Tomás Epstein, guionista de la película. “No buscamos la indignación sino explotar el absurdo, tratar la historia tan cómicamente como la veíamos”, señala. Y explica que “en una sucesión tan ridícula es difícil encontrar un ‘malvado’: en realidad hay una empatía que se genera con el ventajero, y que es más fuerte cuando los protagonistas, como acá, son jóvenes”.
* Domingo 4/12 en Festival Latinoamericano de la Clase Obrera, C.C. León León. A las 20.