Le dicen garra charrúa pero en La Bombonera, ante los campeones del mundo, por momentos fueron también fútbol de lujo. Toque y toque, pases, siempre hacia adelante. Vean, si no, el final del primer tiempo. Uruguay, que acababa de dar el mazazo con el gol de Ronald Araújo, avanzaba a puro pase ante una Argentina aún en shock. La Selección de Scaloni tiene con qué salir de tremendo golpe. Con la inesperada derrota por 2 a 0 ante los uruguayos, el clásico de este martes ante Brasil tiene otros tintes.

La derrota no debería preocupar en la medida que sea algo aislado. Sólo el paso de las fechas dirá si el campeón llegó a su techo o si empieza a caerse. Lo que pasó en la cancha de Boca no es una alarma –al menos por el momento–: se puede tener una mala noche: el nivel individual fue, en líneas generales, malo. Ninguno de los campeones jugó bien. Muchos cayeron en la trampa de enojarse con los rivales. En eso, Uruguay también sacó ventaja.

El carácter

No hay que olvidar que el equipo tiene carácter. Lo demostró en el Mundial tras un arranque en derrota. Ahora deberá apelar a lo mismo. Y demostrar que los jugadores no se durmieron en los laureles. En ese sentido, un golpe de realidad no viene mal. Si reaccionan a tiempo, al plantel argentino le sobran condiciones para reencaminarse, más allá de la tabla de posiciones. Además, ganar en el Maracaná sería espectacular para despedirse hasta marzo, cuando se retome la actividad del seleccionado, que será intensa durante 2024.

Argentina irá con todo. Incluyendo la posibilidad de que Ángel Di María esté desde el arranque. Lo del Fideo es un caso aparte. Ya sabemos que se ganó a la gente, ya sabemos que es casi imprescindible y ya sabemos que se retira. Contra Uruguay pudo ser su último partido en Argentina. Su ingreso en el segundo tiempo marcó diferencias. Tuvo algunas chances claras pero por lo general lo dejaron solo. El fútbol es colectivo: es un deporte que deja en claro que nada se puede hacer individualmente. Di María necesitaba a esos compañeros que no estuvieron.

Y estará, claro, el gran Messi. En calidad, está muy por encima de cualquiera. Incluso, puede jugar caminando. Cuando pone el cuerpo para defender o ganar la pelota es inteligentísimo. En un metro la gana, en ese mismo metro deja mal parado a cualquier rival y –ahora puro instinto– queda a tiro para sacar un remate o habilitar al compañero que llega desde atrás y que sólo él puede ver con sus ojos en la nuca. Cuando se enoja, ese enojo puede impulsarlo a crear otra genialidad; o puede obnubilarlo y sacarlo del partido. Contra Uruguay pasaron ambas cosas. Justo en la noche en que la Selección fue tan messidependiente.

Brasil

Brasil, por más mal que venga, siempre es durísimo. Su crisis –quinto por ahora en las Eliminatorias– puede ser un punto de partida. Qué mejor para ellos que terminar el año con una victoria ante los de Messi y compañía.

En los clásicos no existen las previas. El que viene mal puede ganar y viceversa. Se juega por la camiseta. Este martes a las 21.30 Brasil deberá demostrar que tiene equipo para recuperarse más allá del mal clima que le pesa. Su técnico provisorio, Fernando Diniz, está cuestionado y la llegada del italiano Carlo Ancelotti para el 2024 está en dudas. Trascendió en las últimas horas que el Real Madrid quiere renovarle el contrato. No es lo único: en su condición de extranjero, Ancelotti no cuenta con el aval popular como para hacerse cargo de un seleccionado que se identifica con gente nacida en su propio país. Otra cosa a tener en cuenta en Brasil son las bajas de Neymar y Vinicius Junior.

Uruguay

Empieza a notarse la mano de Marcelo Bielsa. Uruguay fue prolijo y pegó cuando tenía que pegar. No es que Argentina fuese mucho menos, sino que no tuvo su mejor noche y los uruguayos vienen de menor a mayor. Están en un ciclo nuevo que muestra una cara mejor que la del Mundial, cuando tenían un vestuario dividido. En cancha de Boca se dio todo para que ganen.

En lo que va del ciclo Bielsa, ya le ganaron a Brasil y a la Argentina. También a Chile, que no es un dato menor. En la tabla de las Eliminatorias quedaron segundos, a dos puntos de Argentina. Este martes recibirán a un Bolivia que no se presenta complicada.

El Uruguay de Bielsa mantuvo regularidad en los 90 minutos contra los altibajos de Argentina. Tuvo seguridad en Sergio Rochet y en su defensa, compacta como debe ser una defensa. Sólo Messi podría haberla quebrado. Manuel Ugarte se impuso a los jugadores argentinos: demostró una personalidad tremenda. De La Cruz jugó un partidazo que deben celebrar los hinchas de River. Por último, destaquemos a Darwin Núñez, autor del 2 a 0, que llegó en un momento en el que Argentina estaba desarmado, como esperando más ese gol del último suspiro que el empate.

Está claro que la de Argentina fue una mala noche, algo que siempre puede pasar. Sobre todo cuando el equipo que está del otro lado es dirigido por Marcelo Bielsa. Con Brasil, mañana, está la gran chance de demostrar que la derrota no fue más que eso. Ojalá.