A fines de los años 60, Vicente Feliú comenzaba a transitar su camino como trovador con la conciencia clara sobre la importancia del rol asumido. "Cuando la sal de la tierra y los huesos se funden en huecos,/ no falta nunca un poeta que cante a los muertos./ Cuando el pedal de la historia y los ríos destruyen lo viejo/ no falta nunca un poeta que cante a lo nuevo", escribió en "Aunque el momento requiera poesía", una de las obras con las que pronto desembarcaría en el movimiento de Nueva Trova Cubana que fundó junto a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, entre otros. Una obra que incluyó en uno de sus últimos discos: Las flores buenas de Javier Heraud, obra compartida con Miryam Quiñones y dedicada al poeta y guerrillero peruano asesinado en 1963. Porque pasado y presente se funden en la voz del trovador que, a poco de cumplir sus 70 años, sigue apostando a la poesía como una herramienta para contar nuestros días, rescatando además voces necesarias de otros tiempos. Todo ello confluirá en el concierto que esta noche (a las 21.30) Feliú ofrecerá en El Aserradero (Montevideo 1518), donde sumará la compañía de Fernando Montalbano.

"Teníamos ganas de cantar juntos con Fernando, y no lo hemos logrado más que en alguna canción. Vamos a suplir esa deuda pendiente", dirá entonces Feliú en relación al concierto compartido con el músico rosarino, que aporta: "Vicente es mi hermano mayor en la canción. Uno sigue sus andanzas, sus aventuras. La idea es que él haga un bonito recital y yo cante alguna canción". "Algunas canciones", pluraliza el cubano en la redacción de Rosario/12, y anticipa: "Seguramente haremos también algunas canciones de autores que nos gustan a los dos, de Serrat, de Silvio. Por mi parte cantaré canciones que han sido escuchadas acá en Rosario durante muchos años, algunas canciones nuevas y otras tan viejas que no he cantado, canciones de los años 70 que he ido rescatando".

- El trovador tiene una doble responsabilidad: por un lado, ser la voz que permita que perduren en el tiempo músicas que pertenecen a la tradición oral, sosteniéndolas vivas. Y, por otra parte, un rol sustancial que es el de hablar de su tiempo, del presente.

- Sí, en este caso hay un par de canciones que no son nuevas, pero que he estado cantando y que siento que hay gente que las descubre, como "El último adiós", que nació en el año 99 por los desaparecidos de Argentina, después de tres tandas de encuentros con Víctor Heredia, y que ahora quiero dedicar a Santiago Maldonado. Y una canción a una compañera internacionalista portorriqueña, Ana Belén Montes, que siempre les decía a los presidentes americanos que Cuba nunca fue un problema para su seguridad nacional. Ella está presa, entonces le voy a dedicar la canción a ella y a Milagro Sala, que está en una situación similar: presa injustamente por delitos que no ha cometido. Son cosas que están en el tapete, están al día.

- "El último adiós" va a cumplir veinte años y sostiene vigencia. Una canción como "Apuntes para una canción al pueblo" (de 1971) también sigue vigente. Por un lado, y con justicia, puede elogiarse la vigencia de una obra, pero a la vez puede considerarse una cuenta pendiente de la sociedad. ¿Qué siente cuando descubre la vigencia de algunas de sus composiciones?

- A veces me duele. Hay canciones muy generales, pero cuando hay canciones tan específicas, urgentes, cuando se mantienen vigentes se sufre. Porque el problema está, no se acaba de resolver. Entonces la felicidad va a ser siempre una cosa muy controvertida, ¿por qué eres feliz? ¿por qué no lo eres? Hay cosas que uno quisiera cambiar, y cuando no cambian y se mantienen vigentes... resisto. No puedo hacer más que cantar.

- Sin despegarse de sus raíces, de su origen, los trovadores cubanos se convirtieron en ciudadanos de Latinoamérica. ¿Qué percibe en sus recorridos por los distintos países del continente, que evidenciaron un regreso fuerte al liberalismo, con gobiernos muy alejados de lo popular?

- Que hay que seguir. Creo que somos la resistencia perpetua. Parece ser que el mundo no va a mejorar nunca, entonces tenemos que seguir intentando tratar de ser mejores. Es lo único que nos queda.

- Junto a Teresa Parodi apadrina el encuentro Mujer Trova en el Espacio Cultural Nuestros Hijos de Buenos Aires; Fernando recién lo consideraba como un hermano mayor y es habitual que comparta proyectos con músicos de generaciones menores. ¿Siente que hay nuevas generaciones de trovadores que puedan sostener esa resistencia que menciona?

- Sí, estoy totalmente convencido. Sobre todo por el hecho de que haya surgido un espacio donde se puedan encontrar las mujeres cantores de Argentina, que aparecen cada vez más, sobre todo gente joven. No hay manera de evitar que surjan cantores, trovadores, y que vengan con la misma impronta de los grandes, de Atahualpa, de Violeta, Larralde, Chico Buarque, Jobim... Cada cual tendrá sus propios elementos e influencias, su propios tiempos y gustos, pero el espíritu será el mismo.