Una de las figuras centrales de la Revolución Cubana, Ernesto Guevara, el Che, inspiró con su ejemplo a generaciones enteras de jóvenes luchadores. Hoy, a cincuenta años de su asesinato en Bolivia, Caras y Caretas lo homenajea con una edición especial, que estará mañana en los kioscos opcional con Páginai12. 

En su editorial, María Seoane recuerda: “El ‘67 fue un año oscuro, de heraldos negros. Gritar ‘Viva el Che’ era un acto de rebelión insoportable para el régimen. ¿Dónde está el Che?, nos preguntábamos en voz baja. El 9 de octubre de 1967 finalmente supimos. En el comedor universitario nos enteramos de que lo habían asesinado en La Higuera. Una compañera se trepó a una mesa y gritó: ‘Mataron al Che. ¡Viva el Che!’. En pocos minutos el lugar se llenó de guardias de infantería, el clima se hizo irrespirable con gases lacrimógenos y el bar fue clausurado para siempre. Pero nada impidió que el Che estuviera más vivo que nunca. Ya no nos preguntamos dónde estaba el Che. Teníamos ahora que contestar dónde estábamos nosotros y qué haríamos”.

En tanto, Felipe Pigna sostiene que “Guevara sobrevive al tiempo porque las encrucijadas de su vida siguen vigentes en todas las latitudes y, como a él mismo le hubiera gustado, seguirán siendo parte del imaginario popular mientras perdure también la desigualdad y la opresión. En este sentido, encarna la simbolización de sus propios enemigos”.

Desde la nota de tapa, Atilio Borón se pregunta: “¿Qué queda hoy del mensaje del Che para las actuales generaciones? Muchas cosas, pues sigue siendo fuente de inspiración para los luchadores sociales de todo el mundo. Queda su inquebrantable coherencia, la inescindible unidad entre teoría, pensamiento y práctica que rigió toda su vida; su convicción de que este mundo es inviable y que sólo una revolución a escala planetaria podrá salvarlo de la némesis que lo lleva a su autodestrucción. Suficiente para comprobar la excepcional actualidad del Che y la vigencia de sus enseñanzas, de sus escritos, sus discursos, su ejemplo”.

El periodista estadounidense Jon Lee Anderson vivió en La Habana durante tres años para realizar una de las mejores biografías del Che. En una columna que escribió especialmente para Caras y Caretas, recuerda: “El Che era visto por casi todos como el santo patrón de la revolución cubana –algo así como Jesucristo–, y lo veneraban como tal. El Che era el que había muerto sacrificándose por los demás, había sido siempre honesto, trabajador y heroico. Todos invocaban su ejemplo”.

Desde Cuba, el director de Radio Habana Cuba, Isidro Fardales, escribe sobre los festejos que prepara la isla para el Guerrillero Heroico, como lo nombran con orgullo los cubanos. “Como se trata de un aniversario cerrado e importante, el pueblo cubano comenzó los homenajes el pasado 14 de junio, por ser la fecha que marca el natalicio del Che”.

Fernando Amato escribe sobre la matriz política del Che: “Su pensamiento de base marxista contenía reflexiones sobre la forma de realizar una revolución y crear una sociedad socialista que le dieron identidad propia. Una de las características fundamentales del pensamiento guevarista fue su antidogmatismo. Supo discutir al propio Marx y al sistema económico impuesto por el Partido Comunista ruso”.

Telma Luzzani analiza el contexto de la época: “Si hubo algo que verdaderamente marcó la época en la que Che Guevara desplegó toda su acción revolucionaria fue la Guerra de Vietnam”. Stella Calloni escribe sobre las experiencias revolucionarias del Che en Africa y América latina. Eduardo Barcelona recuerda el encuentro de Guevara con el entonces presidente argentino Arturo Frondizi, cuando se celebró la cumbre de la OEA en Punta del Este. Ricardo Ragendorfer cuenta la historia de la primicia mundial sobre el asesinato del Che, que obtuvieron un periodista y un fotógrafo de la revista Así, de Héctor Ricardo García.

Y para cerrar, la edición incluye entrevistas con Juan Martín Guevara, el hermano menor del Che, y la socióloga Alcira Argumedo. Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.