Desde Esquel

De la lectura pormenorizada de las comunicaciones de los gendarmes sobresalen dos aspectos llamativos y peligrosos al mismo tiempo. Por un lado, una marcada bronca u odio hacia la comunidad mapuche. Los gendarmes rasos no hablan del RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) sino que directamente utilizan todo tipo de adjetivos despectivos para referirse a ellos: “Indios, roñosos, mapu, vagos” y cualquier otro tipo de insultos. También surge otra línea de conducta de los gendarmes más jóvenes, que es un fuerte enojo con sus superiores. Y ese enojo, muchas veces tiene que ver con que no “reprimen más” a los integrantes de la comunidad.

“Qué indios de mierda como no los matan a todos”, escribió Ramón Vera, el 8 de agosto a las 12.41. Luego de la desaparición forzada de Santiago Maldonado se realizaron varias manifestaciones enfrente del Escuadrón 36 (Esquel). En los documentos enviados por la Policía Federal hay varios videos de ese momento, tomados desde el interior del regimiento. En esa ocasión, alguien de los presentes quemó una bandera argentina. Los gendarmes explotaron en insultos y un poco más. “Los que bajaron la bandera (de Gendarmería) no son argentinos sino terroristas y habría que reprimirlos con dureza”, sostuvo un gendarme que no fue identificado en el informe de la PFA.

Los pueblos originarios siempre estuvieron en tensión con los gobiernos, nacionales y provinciales, sufrieron episodios de represión y desalojos. Sin embargo, desde diciembre de 2015 los pueblos originarios, y puntualmente los mapuches en la Patagonia, son emparentados con el terrorismo, tanto por los empresarios rurales como por diferentes dirigentes políticos, como Mario Das Neves, gobernador de Chubut o el senador Miguel Angel Pichetto.

Si los gendarmes sienten este odio hacia los pueblos originarios, ¿qué puede esperarse de ellos ante cada situación conflictiva con las comunidades? ¿Habrá primado ese “odio” al momento de ingresar a la Pu Lof en Resistencia para perseguir (o cazar) manifestantes?

Los empresarios rurales que hablan de lucha antisubversiva o llaman terroristas a los mapuches, ¿serán conscientes del germen autoritario que contribuyen a construir? Los jóvenes gendarmes -no mucho más grandes que los jóvenes que forman parte de la Pu Lof en Resistencia- parecen ser el instrumento de esos empresarios.

La paradoja de todo esto es que los superiores de estos gendarmes -responsables por todos los hechos previos y posteriores a la represión del primero de agosto que desembocó en la desaparición forzada de Santiago Maldonado - son vistos como “cagones y maricones”. Sus subalternos les piden más mano dura, según develan los mensajes analizados por este diario. Hay un germen autoritario que recorre la Patagonia (y el resto del país).