“La pequeña Suiza es una potencia literaria”. La afirmación del semanario Die Zeit anuncia un complejo universo a descubrir para los lectores del vasto sur del mundo. La literatura de esta potencia se escribe y se publica en los cuatro idiomas oficiales: alemán, francés, italiano y romanche. Al repasar nombres de suizos reconocidos, aparecen escritores en lengua alemana como Robert Walser, Gottfried Keller, Max Frisch, el dramaturgo Friedrich Dürrenmatt, y narradores y poetas más recientes como Nora Gomringer, Martin Suter, Lukas Bärfuss –publicado en la Argentina por Adriana Hidalgo– y Peter Stamm; escritores en lengua francesa como Jean-Jacques Rousseau, Blaise Cendrars y Philippe Rahmy; o en lengua italiana como Fleur Jaeggy. El listado –tan incompleto como arbitrario– es apenas una muestra de algo mucho más diverso. La escritora y editora Eva Roth junto con el escritor Peter Stamm, la editora Caroline Coutau y representantes de varias editoriales suizas –Kein&Aber, Rotpunkt, Zoé, Limmat, Dörlemann, La Joie de Lire, Baobab y Atlantis– participarán de la charla abierta “Paisaje de las letras suizas”, hoy a las 18 en la librería Eterna Cadencia (Honduras 5582). Coordinado por Ariel Magnus y Carla Imbrogno, el encuentro es una actividad previa a la apertura del 9° Festival Internacional de Literatura (Filba), organizada por Pro Helvetia, la Casa de Traductores Looren y la Fundación Filba.

La escritora y editora Eva Roth –que creció en el cantón de Appenzell y vive en Zúrich– trabajó muchos años como maestra. Autora de la novela para adultos Blanko, es la responsable del programa editorial del sello de literatura infantil y juvenil Atlantis. “Yo hablaría de cuatro literaturas suizas que se orientan a su respectivo espacio lingüístico y cultural. Eso es algo que también tiene que ver con el mercado: el mercado editorial suizo es pequeño en comparación con los grandes países vecinos; algunos estados federados de Alemania, por ejemplo, tienen un volumen de venta editorial mayor que toda la Suiza alemana. La literatura romanche probablemente sea la que está más vinculada con la suizogermana. Su área lingüística es muy reducida y comprende cuatro dialectos –explica Roth a PáginaI12–. En el ámbito del libro infantil ilustrado, esa orientación al respectivo espacio lingüístico también se percibe en el lenguaje visual: por ejemplo, en el libro ilustrado, las editoriales francesas tienden a jugar más con la estética del cómic, mientras que el mercado alemán se centra más en el libro ilustrado clásico de cuño narrativo”.

Caroline Coutau, directora editorial de Editions Zoé, advierte que sería más adecuado hablar de varias literaturas suizas. “Más aún: si hoy puede decirse, con cierto ánimo de provocación, que no existe ‘la’ literatura suiza, lo mismo puede decirse de la literatura suiza escrita en francés. Es verdad que se reconocen ciertos rasgos comunes: la relación con la naturaleza es muy fuerte, y la introspección, potente e importante –la tradición protestante determina tal vez la necesidad de una relación directa con la verdad—, pero ¿de qué literatura no podría decirse algo semejante hoy? La movilidad contemporánea –la web y el transporte rápido y barato—, hace que los autores compartan una realidad más bien global; lo importante es que cada uno encuentre la expresión de su propia voz en diálogo con su música interior. Ahora bien, es posible que esta literatura suiza escrita en francés tenga un privilegio: el de no estar en París. Estar en los márgenes da cierta libertad en cuanto a las modas”, plantea Coutau.

¿Hay diálogos, intercambios, entre esas literaturas? ¿Comparten preocupaciones similares o temas? “No existe un aire de familia –advierte Roth–. Pero de la literatura suiza que se escribe en alemán se podría decir que estos escritores y escritoras tienen en común cierta relación de ‘no autenticidad’ con la lengua escrita: el suizo alemán es una lengua oral, la lengua escrita se adquiere con la alfabetización. Esta naturaleza traductora de base es fuente de juegos y experimentación con el lenguaje, que se pueden ver por ejemplo en la escena del spoken word. A nivel institucional, el intercambio se promueve en festivales plurilingües, en asociaciones de escritores y mediante la promoción de la traducción entre las lenguas de Suiza”. Coutau se lamenta por la poca integración: “Cada una de estas literaturas le habla más bien al gran vecino del mismo idioma: Francia de un lado; Alemania y Austria del otro; el caso del Tesino es un poco diferente. Como si el idioma fuera más importante que el vínculo político...  Ahora, si lo pensamos bien, parece bastante natural. De la literatura suiza escrita en alemán puede decirse que es muy sensible a las cuestiones orales por los dialectos. Y, en general, todos aprovechan el multilingüismo de este país –en Ginebra, por ejemplo, el francés se integra más bien con idiomas como el inglés, español, portugués, croata, etcétera—, y eso estimula cierta creatividad y riqueza dentro del idioma: oxigena”.

El Programa Sur de apoyo a las traducciones facilitó que varios escritores argentinos fueran publicados en editoriales suizas en los últimos años, como Ángela Pradelli, María Teresa Andruetto y Rodolfo Walsh (Rotpunkt), Alfonsina Storni (Limmat), Diana Bellessi (Teamart), Héctor Tizón (Edition8), Claudia Piñeiro y Pablo De Santis (Unionsverlag) y Hernán Ronsino (Bilgerverlag). La delegación de editores suizos tendrán reuniones con traductores y editores argentinos para presentar a una serie de autoras y autores suizos todavía desconocidos por estos pagos de la lengua como Meral Kureyshi, Martin Walker, Julia Weber, Aude Seigne, Catherine Safonoff y Leta Semadeni, entre otros. “El 80 por ciento de los suizos lee al menos un libro al año, y un tercio de estos lee entre 4 y 12 libros al año; el 20 por ciento lee 13 o más libros por año. Si consideramos los espacios lingüísticos por separado, en la Suiza alemana el porcentaje es apenas superior, porque el 82,4 por ciento lee al menos un libro al año, mientras que en la Romandía el porcentaje es del 78,8 por ciento y en el Tesino del 77 por ciento”, compara Myriam Lang, de la Asociación Suiza de Libreros y Editores, coordinadora del grupo de editoras que se encontrarán con sus pares argentinos. “Con respecto a la traducción, por experiencia personal puedo decir que los libros anglófonos suelen leerse en su versión original. No ocurre lo mismo con nuestras literaturas nacionales. Por eso suelen traducirse escritores suizos de una a otra de las lenguas oficiales”, aclara Lang.