Desde San Sebastián

Ricardo Darín, el actor más popular del cine argentino, recibió el Premio Donostia, que el Festival de San Sebastián instituyó en 1986 para reconocer el importante aporte al mundo del cine de grandes figuras que quedarán para siempre en su historia. En la gala celebrada en la sala del centro Kursaal, Darín recibió un galardón más que se suma a los varios que cosechó en su carrera, entre ellos la Concha de Plata al Mejor Actor que este mismo festival le otorgó en 2015 por su interpretación en Truman, el film por el que también obtuvo el Goya (en esa ocasión, compartido con el coprotagonista, el español Javier Cámara). Luego de recibir el Premio Donostia, Darín participó de la proyección especial de La cordillera, tercer largometraje de Santiago Mitre, donde el actor de películas muy recordadas en España como Nueve reinas y El secreto de sus ojos compuso a un presidente argentino de ficción. Darín es el primer artista latinoamericano en recibir el Premio Donostia. En esta 65º edición del Festival de San Sebastián, el lunes ya recibió también el mismo reconocimiento la prestigiosa cineasta belga Agnés Varda, a sus 89 años, y hoy será el turno de la gran actriz italiana Mónica Bellucci. 

"Recibir un premio como éste me genera ese tipo de situaciones que te obligan a mirar hacia atrás, cosa que normalmente no hago, y a revisar un poco el camino", señaló Darín en la conferencia de prensa previa, en la que no faltaron momentos de humor, como suele suceder con este artista, tan querido en la Argentina como en España. "Ineludiblemente, uno tiene que recordar a toda la gente con la que se ha cruzado, compañeros, colegas... No soy muy amigo de hacer revisiones históricas, pero en este tipo de ocasiones no me queda más remedio. Y estoy muy emocionado por eso, son demasiadas cosas que vienen a la cabeza. Es muy difícil procesarlas con tranquilidad", agregó el actor en una de las conferencias de prensa más multitudinarias del Festival de San Sebastián. 

Para dar una idea de la dimensión de la distinción que recibió Darín anoche basta con mencionar la larga lista de quienes recogieron el Premio Donostia. El primero de ellos fue concedido a Gregory Peck (1986), y luego lo recibieron Glenn Ford (1987), Vittorio Gassman (1988), Bette Davis (1989), Claudette Colbert (1990), Anthony Perkins (1991), Lauren Bacall (1992), Robert Mitchum (1993), Lana Turner (1994), Susan Sarandon y Catherine Deneuve (1995), Al Pacino (1996), Michael Douglas, Jeremy Irons y Jeanne Moreau (1997), John Malkovich y Anthony Hopkins (1998), Fernando Fernán-Gómez, Vanessa Redgrave y Anjelica Huston (1999), Michael Caine y Robert de Niro (2000), Julie Andrews, Warren Beatty y Francisco Rabal (2001), Jessica Lange, Bob Hoskins, Dennis Hopper y Francis Ford Coppola (2002), Isabelle Huppert, Sean Penn y Robert Duvall (2003), Woody Allen, Annette Bening, Jeff Bridges (2004), Ben Gazzara y Willem Dafoe (2005), Max Von Sydow y Matt Dillon (2006), Richard Gere y Liv Ullmann (2007), Antonio Banderas y Meryl Streep (2008), Ian McKellen (2009), Julia Roberts (2010) y Glenn Close (2011), John Travolta, Oliver Stone, Ewan McGregor, Tommy Lee Jones y Dustin Hoffman (2012), Carmen Maura y Hugh Jackman (2013), Denzel Washington y Benicio del Toro (2014), Emily Watson (2015), Ethan Hawke y Sigourney Weaver (2016).

PáginaI12 le recordó a Darín que no es adepto a los premios, pero que sin embargo días atrás había manifestado que el de anoche era el más importante que iba a recibir. "El Donostia lo considero un reconocimiento más que un premio", respondió el actor. "Esa especie de disyuntiva a la que me enfrento respecto a los premios tiene que ver más que nada con la contienda. Eso es lo que a mí me incomoda un poco. De pronto, nos vemos obligados a decir cuál película fue mejor que otra o qué actuación estuvo mejor que la otra. Esa dinámica de tener que resaltar una cosa para dejar de lado otra me parece un poco perversa y es con lo que siempre me sentí incómodo". Este cronista también le preguntó cómo es eso de verse a sí mismo en la pantalla pero siendo "otro". "Eso es rarísimo. Lo que nos pasa un poco a los actores es que no nos soportamos. Nos gustan otros actores, no nosotros mismos. Normalmente uno se fija más en qué cosas no hizo que en las que hizo, que podría haber hecho en lugar de lo que ya ha quedado plasmado en la película. Es un sistema un poco perverso y autodestructivo, pero tiene su lógica", señaló el actor, y luego a la conferencia se sumaron el director de La cordillera, Santiago Mitre, y dos actrices del film, Dolores Fonzi y la española Elena Anaya. 

Por otro lado, el cine argentino sigue ofreciendo sus películas en el festival donostiarra, como fue el caso de Una especie de familia, quinto film de Diego Lerman, que es uno de los dos largometrajes nacionales en la Competencia Oficial y que sería raro que no se llevara ningún premio el sábado. Actualmente en cartel en Buenos Aires, el film refleja la problemática de la adopción ilegal, las mafias que hay en torno del tema y de la desesperación que implica para algunas mujeres llegar a ser madres, como le ocurre a Malena, la médica que compone la actriz española Bárbara Lennie. "En la Argentina, hay un vacío legal y una ausencia del Estado que permite un montón de cuestiones alrededor de la adopción, sumado a un sistema que no funciona y que no es eficiente para las parejas que quieren adoptar. Hay niños que esperan en orfanatos ser adoptados y que no lo son y hay madres que dan en adopción a sus hijos por carencias, sumado a que en la Argentina el aborto es ilegal", explicó Lerman en la conferencia de prensa.

El cineasta señaló también que le interesaba bucear en "el lugar de la construcción moral a través del personaje de Malena; es decir, en cómo se construye la moral social con todas las ambigüedades que esto genera". El realizador argentino también habló del título de la película: "Hay algo de la búsqueda de estructurar una familia. La había pensado en su inicio contrariamente a mi película anterior, Refugiado, que sí era la desestructuración de una familia a partir del viaje de una madre y su hijo por una situación de violencia de género. Y aquí era un acto de ir a construir una familia a través de una adopción, que también refleja todas las trabas legales y morales que se va encontrando Malena en el camino. Y cómo eso le hace preguntarse constantemente sobre los límites; o sea, qué límites podría cruzar y atravesar, si se justifica cruzar esos límites para llegar a su objetivo y qué pasa en el medio con todo eso", agregó el director.

Al ser consultada sobre cómo se preparó como actriz y como mujer para un papel tan duro, Lennie subrayó: "Me enfrenté a uno de los personajes más complicados que he hecho hasta ahora por muchas cosas, no solamente por rodar en la Argentina, que para mí era la primera vez. Además, por un personaje como el de Malena, que hace un viaje muy complejo y que como actriz me demandaba muchas cosas. Diego me fue pasando muchas entrevistas y después me reuní con muchas mujeres que vivieron algo parecido a lo que vive Malena, o que tuvieron algún tipo de relación con la adopción y la maternidad. Por otra parte, estuvo mi preparación propia de empezar a entender sobre todo la energía de esta mujer que era un poco difusa. Diego me insistía mucho en la no forma, en no controlar, porque Malena es una mujer que va a llegar a un lugar y que antes de llegar a una conclusión, aunque sea una acción, cambia", concluyó Lennie.