Dos ladrones se entregaron durante la madrugada de ayer después de atrincherarse durante ocho horas en un patrullero con dos policías como rehenes, tras intentar robar una veterinaria en Parque Chacabuco y luego  de ingresar en una vivienda vecina al comercio durante la huida, en la que retuvieron a un matrimonio y su hijo. Rodeados por más de diez patrullas, motos y camionetas policiales más un helicóptero de la fuerza que sobrevolaba la manzana, los dos hombres liberaron a uno de los rehenes luego de cuatro horas de negociaciones, y recién depusieron su actitud y dejaron libre al segundo uniformado varias horas más tarde, cuando llegó al lugar un canal de televisión, como habían exigido. El Juzgado Criminal y Correccional N° 54, a cargo de Walter Candela, ordenó el traslado de los dos detenidos a la Comisaría 12 bajo los cargos de “privación ilegítima de la libertad, robo a mano armada y lesiones”.

La secuencia de hechos que concluyó pasadas las 4.30 comenzó cuando dos hombres armados, Cesar Díaz y Frank Maldonado Cuello, ingresaron a la veterinaria de la calle Puan y la avenida Directorio, y un policía de la Ciudad que se encontraba en las inmediaciones, tras ser alertado por un vecino, intentó detener a los ladrones que huyeron a través de los techos.

En la huida, irrumpieron en una casa con terraza situada en planta alta en  Puan 635, a media cuadra de Directorio, donde redujeron a un matrimonio y su hijo.

El hijo del dueño de casa, Nicolás Rossetti, de 27 años, contó cómo siguieron los hechos: “Venían de robar en la veterinaria y se encontraron con el fondo de mi casa, que tenía la puerta abierta. Al primero que ven es a mí y me reducen”, dijo el joven, quien agregó que “por suerte, logro que no vayan para adelante, donde estaba mi papá que sufre de presión. Les digo: ‘Vamos para el fondo’ y quieren ir de vuelta para adelante. Piden plata. Preguntan si teníamos un auto para escapar porque lo primero que me dijeron fue: ‘Nos está siguiendo la Policía’”, detalló Rossetti y recordó que “en un momento hablaron por teléfono, se ve que con un campana que los esperaba afuera y dijeron ‘nos tienen rodeados’”.

Luego, los asaltantes introdujeron a Rossetti en una pieza, donde lo ataron de pies y manos. 

Las versiones a partir de ese momento son confusas. Según el joven, “tocan el timbre, mi viejo abre la puerta y entra la Policía. Mi vieja no se despertó. En la pieza, se cruzan los delincuentes con la policía. Hubo un disparo, que no sé quién lo da y pega en el piso”, relató el muchacho que logró escapar cuando los ladrones redujeron a los policías.

Graciela, la madre del joven, dijo que ella, su esposo y su hijo, permanecieron muy poco tiempo como rehenes porque a los pocos minutos le tocaron el timbre e ingresaron “entre 15 y 20 policías y nos hicieron salir, tanto a mí como a mi marido y a mi hijo”.

Según fuentes policiales, previo al ingreso de los policías, uno de los agentes que perseguía a los dos hombres “al subir a la terraza fue sorprendido por los delincuentes, reducido y tomado como rehén. Con el fin de preservar la vida de los damnificados, los demás efectivos policiales que formaban parte del operativo negociaron entregarse a cambio de la liberación del matrimonio y su hijo, siendo despojados todos los agentes de sus armas y chalecos antibalas, quedando esposados dentro de la vivienda dos de los oficiales”.

En cualquier caso, los dos ladrones tomaron a dos de los cuatro policías y escudándose tras ellos se subieron al patrullero de la comisaría 38 que se encontraba estacionado en la puerta de la vivienda, pertrechados con unas seis armas y dos chalecos antibalas de los dos uniformados que quedaron maniatados adentro de la casa.

Sin embargo, antes de que pudieran poner en marcha el móvil policial ya estaban cercados, con las calles cortadas y el helicóptero en sobrevuelo. En esas circunstancias se iniciaron las negociaciones: primero a cargo de un policía de la comisaría 12, luego de un mediador del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) y finalmente de un grupo táctico de la División de Operaciones Especiales Metropolitanas (DOEM).

Tras varias horas de conversaciones, a las 0.50, el mediador logró que 

uno de los policías fuera soltado. Luego se reinició el ciclo de tira y afloje entre los asaltantes y el negociador, al que le exigieron comida y la presencia de los canales de televisión. Cuatro horas después, a las 4.38, el último policía fue liberado y los dos hombres se entregaron.