Días atrás, más de 1500 académicos reclamaron la inmediata aparición con vida de Santiago Maldonado en una declaración muy breve que buscó centrar la responsabilidad del Gobierno y fue consensuada entorno a la figura del Nunca Más. Esa figura que señalan como patrimonio del pueblo argentino explica para ellos el piso de consensos que hizo salir a la calle a miles de personas el domingo pasado, pero también la reunión de firmas tan diversas en el documento como Dora Barrancos y Atilio Borón ante las de Hilda Sábato, José Emilio Burucúa y Hugo Vezetti, parte de los intelectuales afines al gobierno de Cambiemos en las disputas sobre el pasado reciente. El sociólogo Emilio Crenzel y los historiadores Marina Franco y Daniel Lvovich fueron parte de los impulsores del documento. Aquí explican las razones de la declaración. 

–¿Cuál fue el origen de la iniciativa?

Crenzel: –Somos un grupo de investigadores del Conicet, profesores de universidades nacionales que trabajamos temas de historia reciente y memoria, que hemos impulsado distintas iniciativas previas, sensibilizados por el rumbo que asumía el panorama de derechos humanos. Lo considerábamos un proceso de retroceso a partir los anuncios en la campaña de Macri y que luego se fue verificando. Sin embargo, en este caso la iniciativa procuró ser más amplia y convocar a investigadores y profesores de las ciencias sociales y humanidades conmovidos por la desaparición de Santiago Maldonado y conscientes de la necesidad de producir un pronunciamiento rápido por la urgencia del caso y por el intento del gobierno de difuminar la responsabilidad del Estado. 

–La declaración tiene pocas líneas pero un punto específico: el Nunca Más. ¿Por qué eso?

Crenzel: –La consigna surge ante la idea de encuadrar el caso como producto de la responsabilidad estatal y bajo la figura de la desaparición forzada de personas. En ese sentido, el Nunca Más expresa un emblema ya canónico. Y como decimos en la frase que encabeza la declaración, es un patrimonio del pueblo argentino de rechazo al terrorismo de Estado, a la práctica de la desaparición forzada y a todo intento de represión con ejercicio de la violencia en manos del Estado. Nos pareció oportuno instalar esta frase que no sólo refiere a la construcción de la Conadep sino por su uso y resignificaciones en 40 años.

Franco: –En ese sentido, el carácter transversal de las firmas que fuimos recibiendo del ámbito científico intelectual da cuenta de que efectivamente eso está instalado de alguna manera. Y también es un reflejo de la masividad de las marchas por Maldonado y de la convocatoria del 2x1. Esto demuestra que hay algo instalado socialmente y que ese algo es políticamente muy amplio en relación con cierto umbral de intolerancia a políticas de Estado de carácter represivo. 

Lvovich: –En mi opinión, parece expresar uno de los puntos de consenso democrático que hay en la Argentina. Un límite que no se puede trascender si pretendemos seguir viviendo en democracia. 

–Parece un límite y un piso de consenso al mismo tiempo.

Lvovich: –Un piso mínimo, pero indispensable. Los organismos de derechos humanos hicieron mucho para la expansión de este piso, pero el Nunca Más vuelve a ser el punto cero.

–¿Pero es un punto cero? O, como decían antes, ¿incorpora resignificaciones?

Crenzel: –El intento de la declaración fue tratar de trascender las grandes dicotomías contemporáneas en términos políticos y pensar la desaparición de Maldonado en el marco de un conjunto de políticas que tienden a desarmar la política de enjuiciamiento en el marco de una habilitación a la respuesta represiva a las fuerzas de seguridad, de bajar los umbrales de la imputabilidad penal. Consideramos que era necesario pensar una respuesta que trascendiera la discusión política inmediata. Que acá lo que parece querer instalarse es un intento de desarmar un camino que trasciende tanto al momento fundacional que gestó la consigna del Nunca Más como a los avances posteriores de los doce años del gobierno kirchnerista en materia de derechos humanos.  

–¿Cómo entienden lo político en esta reacción social?

Franco: –En el conflicto político de los últimos años, toda la política de derechos humanos y de los organismos quedaron asociados al kirchernismo. Pero la repercusión totalmente transversal de esta reivindicación muestra que efectivamente la construcción de derechos humanos en el largo plazo no es patrimonio del kirchnerismo ni de los kirchneristas. 

–¿Como se reflejó la transversalidad en la academia?

Lvovich: –Se reunieron unas 1.500 firmas que expresan una parte muy importante del campo de las ciencias sociales en Argentina, de punta a punta del país. Fue una reacción rápida. 

Crenzel: –Convocó a investigadores del país y del exterior. Desde directores de centros latinoamericanos europeos, académicos norteamericanos que trabajan sobre Argentina y no sólo sobre derechos humanos y memoria. También múltiples apoyos de académicos latinoamericanos, en particular argentinos, chilenos, brasileño y uruguayos.

–¿Creen que la declaración también está incluyendo el rechazo a las críticas por el número de 30 mil desparecidos?

Crenzel: –Es un rechazo específico y una demanda de asunción de responsabilidad y respuesta del gobierno nacional a la desaparición de Maldonado. Ahora, para una importante porción de los que firmamos se inserta en el marco de la preocupación por la dirección que asumen las políticas del gobierno de Macri en materia de derechos humanos. Como dije, el intento de desarmar los grupos que apoyaban la investigación judicial. Debilitar y enlentecer el proceso de Justicia. Promover la excarcelación y aliviar las penas para los represores ya condenados. Y luego hay un ataque en términos discursivos en el campo de las representaciones al movimiento de derechos humanos que se suma a una insistencia en la búsqueda por despolitizar los derechos humanos. Este discurso oculta la propia intencionalidad política en torno a las políticas de derechos humanos porque si hay algo que tiene un carácter político, son los derechos humanos.

–¿Cómo juega esta dimensión de lo político en el caso?

Franco. –En el mismo sentido, el caso tiene una serie de elementos que permiten esta repercusión amplia, que se presenta como no política ni partidaria. Era blanco. No era pobre. No era militante. Está presentado como un idealista y fue detenido en el contexto de una represión que implica la imputación al Estado. Eso permite cierta transversalidad en el reclamo que no sucede en otros casos. Lo obvio: no es Maldonado el primer desaparecido, hay mapuches desaparecidos, hay pibes pobres del conurbano desaparecidos. Pero las características del caso permiten que adquiera relevancia, y por supuesto están las pruebas.

–No fue la misma reacción social que con Milagro Sala. 

Franco: –Es un buen ejemplo. Las reacciones contrarias quedaron atomizadas en relación con Maldonado no están atomizadas en relación con los mapuches. Hay un consenso más vasto de crítica y hostigamiento a la población mapuche. 

–También hubo ataques discursivos a la militancia o incluso al movimiento de derechos humanos.

Crenzel: –Efectivamente. El caso Maldonado sintetiza violencias estructurales de larga duración contra los pueblos originarios y con el privilegio del recurso a la represión para el control de la protesta social por parte del gobierno. El ataque discursivo contra el movimiento de derechos humanos y la militancia es su contraparte. La sensibilidad pública que logró instalar este movimiento es el gran escollo que enfrentan para desandar el camino de verdad, justicia y memoria respecto de los crímenes de Estado pero, también, para avanzar en una agenda que combina la pérdida de derechos sociales y la limitación de los derechos ciudadanos.