El 20 de noviembre de 2019 se sancionó la Ley 27.539, que establece un cupo de al menos 30% de artistas mujeres y otras identidades de género en los festivales. Los números no mienten: según un informe realizado por el Instituto Nacional de la Música, la participación femenina en los escenarios creció sustancialmente con la sanción: en 2017-2018 era del 15,21% y en 2021-2022 trepó al 32,19%. Ese aumento del 106% marcaba la necesidad de una ley que viniese a reparar las desigualdades históricas por razones de género y sexualidad, en un contexto regido por lógicas patriarcales.

Este viernes a las 15, en el marco de las actividades para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la Comisión de Género y Diversidades de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (AADET) junto al Consulado General de Italia en Buenos Aires invitan a “Música y Mujeres”, un encuentro gratuito y abierto al público que se desarrollará en el Teatro Coliseo (M. T. de Alvear 1125) y pondrá el foco en aquellas artistas que se desempeñan en el campo de la música en vivo. Habrá conversatorios en los que participarán distintos organismos de la industria musical y artistas como Tosca, Teresa Parodi, Emilia Parodi, Hilda Lizarazu, Barbi Recanati y An Espil, quienes además musicalizarán el evento.

El año en que se sancionó la Ley de Cupo se presentaron a los Premios Gardel un 250% más de creaciones de mujeres y, después de 19 años sin ganadoras, una mujer volvió a obtener el Gardel de Oro: Marilina Bertoldi. Por supuesto no todo es color de rosa y a pesar de esas mejoras sigue habiendo asignaturas pendientes como la repetición de artistas, la escasa publicidad para músicas emergentes, programaciones de corta duración, horarios inconvenientes y pagos desiguales, entre otras demandas. En diálogo con Página/12, Hilda Lizarazu reflexiona: “Yo estoy ‘saltimbanqueando’ en los escenarios de Argentina desde hace cuatro décadas y noto una construcción positiva de la presencia femenina en el mundo del espectáculo, algo que tiene que ver con mucho trabajo silencioso. La sanción de la Ley de Cupo, al principio muy cuestionada, luego fue comprendida. Hubo una suerte de imposición pero venía a reparar una situación para lograr una equidad que antes no se daba”.

Músicas siempre hubo a lo largo de la historia y Lizarazu lo confirma: “No es que no hubiese músicas sino que los varones se elegían más entre ellos, sobre todo los productores. Ahora, gracias a la ley y una transformación social, estamos equiparándonos en las actividades. Y dentro de lo femenino también existen otras identidades. Yo veo esta juntada en el Teatro Coliseo como algo constructivo. Me llamaron para compartir algo de mi vida en la música y mi discurso parte de mi propia experiencia”. En relación al rol del Estado y su intervención para impulsar objetivos como la equidad –que a veces no está dada per se por la regulación del mercado– la artista dice: “Creo que hoy estamos adentro de un enorme signo de interrogación, lo podemos ver como algo gráfico. A mucha gente le da alegría y a otra una profunda incertidumbre. Ante eso creo que tenemos que escuchar música, salir a caminar, tratar de construir cosas mejores y desde lo micro bajar la crispación. No sé qué es lo que va a pasar ni cómo será la auditoría del Estado en relación a esa ley a partir de ahora”.

Teresa Parodi, otra de las músicas que compartirá su experiencia en este fogón, agrega con entusiasmo que “la participación femenina en festivales aumentó más de un 100% según el Inamu”. Con respecto a su recorrido, recuerda: “Yo empecé hace muchos años. La Argentina era otra y grabar no era algo imaginable si no estabas en Buenos Aires. Cuando gané Cosquín en 1984, una compañía multinacional me propuso firmar un contrato para grabar un disco. Yo tenía 33 años y ya había hecho toda una carrera en Corrientes pero no estaba visibilizada, porque había que llegar a un escenario como ese para poder ir a un estudio”. Por aquel entonces el mundo era menos visual. A Buenos Aires llegaban las voces de los ganadores del Festival pero no sus caras, entonces uno de los principales desafíos para los artistas era darse a conocer al público. “Hoy si vivís en el campo y tenés los elementos necesarios podés hacer un disco extraordinario, pero antes no existía esa posibilidad”, señala Parodi.

Consultada sobre los desafíos, la autora de “Esa musiquita” afirma: “Como mujer me costó muchísimo. Además soy madre múltiple, tengo cinco hijos. Cuando gané Cosquín mi hijo mayor tendría 14 años y el menor 11 así que todavía estaba criándolos, era muy difícil. Afortunadamente conté con el apoyo de mi familia, pero por lo general la música era considerada mero entretenimiento. Yo, sin embargo, estaba trabajando de manera muy honrosa, para mí no era un hobby”. Parodi encontró sus faros personales en Mercedes Sosa, Ramona Galarza, María Elena Walsh, Eladia Blázquez, Chabuca Granda y Violeta Parra. “Si ellas pudieron, yo también. Tengo algo para decir y lo voy a hacer –pensaba–. Ellas fueron un incentivo muy grande y hoy hay una lucha colectiva extraordinaria: creo que dejamos cosas y las nuevas generaciones las fueron tomando”.

Tanto Parodi como Lizarazu imaginan un escenario ideal: que en el futuro ya no se necesite una ley para establecer la equidad de género, tal como ocurrió en el mundo de la política (la Ley de Cupo para las listas de candidatos en cada partido fue sancionada hace 32 años pero hoy casi nadie lo recuerda). En el evento también habrá un aporte valioso de la experiencia italiana de la mano de Tosca. La artista coincide en este punto con sus colegas argentinas: “En Italia la llamada ‘cuota rosa’ es una bendición porque el Estado está obligado, pero también es una maldición porque significa que lo único que importa es que seas mujer para cubrir un rol. Eso no es justo, yo soy buena en lo que hago. Veo pasos hacia adelante pero creo que se necesita más talento, capacidad y profesionalidad. No siento que haya que darnos algo para que nos quedemos calladas”.

Tosca compara la situación que se vive en el mundo de la música con el universo del deporte: “Yo jugué vóley durante mucho tiempo y en ese campo un hombre gana cuatro veces más que una mujer, tampoco hay dirigentes mujeres. Algo similar ocurre en la música, pero no hablo de los artistas sino de otros roles donde hay una gran disparidad. Quizás si borráramos este ‘rosa’ y lo nombráramos cuota de ‘talento’ o ‘capacidad’ todo sería distinto”. A la hora de reflexionar sobre su lugar en la música, la artista aclara que no le gusta demasiado la palabra “industria”: “Me siento mucho más cerca de la palabra artista que a su vez se vincula con la de artesana, el trabajo con la tierra, el cultivo y los tiempos para esperar que algo florezca. Creo en la idea de proyecto más que en la de producto porque eso trajo cierta decadencia. Hoy todo está ligado a los números y siempre digo que las notas son siete: combinadas de una forma son obras maestras y de otra, no. A veces la gente de marketing crea monstruos sobre la mesa”.

La italiana formó parte de la industria durante poco tiempo; después rompió los contratos y eligió “ser libre”. Hoy tiene su propio sello discográfico, produce sus cosas junto a su staff y se ocupa de buscar quien las distribuya. Cuando se le consulta por el aporte de las mujeres en el universo musical, dice: “Nosotras tenemos una gran fuerza creativa, también un discurso social y cultural muy importante. Creo que la mujer tiene que entender cómo alimentar su alma y su intelecto sin formar parte del eslabón de una máquina ni caer en el juego de las masculinidades de ser sólo un lindo cuerpo. En Italia hoy existe ese mal”. En la misma línea en la que Parodi citaba a sus referentes, Tosca encuentra en Rosalía alguien que hoy sintetiza lo mejor de una época.

*El encuentro se articulará en dos mesas redondas de disertantes, moderadas por la periodista Gabriela Rádice, con momentos musicales y videos testimoniales de Argentina e Italia. El público podrá participar de forma gratuita, con previa inscripción a través de un formulario.