El paso por el cine, como guionista y director, volvió conocido a Frank Miller para el público no especializado en historieta. Para cuando llegó Hollywood, sin embargo, Miller ya tenía la vitrina llena de premios como dibujante. 

–Usted ya era famoso como historietista cuando se metió en el cine. ¿Por qué dio ese paso?

–Bueno, ¡porque sonó mi teléfono! Me llamaron para colaborar en la secuela de Robocop y como no había visto la primera, me la mandaron en videotape. Me encantó, me metí al proyecto y eso se convirtió en una aventura de dos años que se concretó con Robocop 2. Pero fracasó y pensé “bueno, supongo que se acabó para mí lo de las películas”. Hasta que llegó Robert Rodríguez con que quería hacer sin City y su visión de la película era tal que me puso en una posición de co-director. Aprendí muchísimo, fue una experiencia maravillosa, y logró una adaptación tan fiel de mi libro que aún hoy es una de las adaptaciones más fieles de una historieta que se hicieron en cine. Y la cosa siguió. Mi vínculo con el cine como realizador tuvo sus altibajos, pero en el balance, salgo bien.

–En esa época no era muy común la estética que utilizaron, que la llevaron del papel a la pantalla. ¿Cómo fue eso?

–No se acostumbraba, pero Robert fue muy meticuloso. Revisaba los originales y buscaba en la luz, en los efectos especiales, lo que hacía falta. El armero del set buscaba las armas correctas. Y bueno, estuvieron los dobles de riesgo, que son increíbles y hacen cualquier cosa, no conocen el miedo.

–¿Qué recuerda de su experiencia dirigiendo The Spirit?

–Fue todo un viaje. Me dieron el medio más poderoso del mundo del entretenimiento y pude juntar un casting fenomenal, y con eso traté de rendir homenaje a Will Eisner, un tipo que iluminó nuestro campo.

–¿Cómo lo influyó él?

–Profundamente, desde los comienzos de mi carrera. Ya en mi primer trabajo con Daredevil se pueden ver referencias directas a su obra, como esos pedazos de papel que flotan por la ciudad. O su absoluta devoción por la ciudad, que es la que lleva el peso de la historia. Yo aprendí lo fundamental de la narrativa historietística de Will Eisner y Jack Kirby.