Esta foto forma parte del registro de imágenes históricas de Caras y Caretas, que se encuentra en el Archivo General de la Nación. Es un retrato del músico, compositor y director de tango Joaquin Mauricio Mora. Nacido en la ciudad de Buenos Aires el 22 de septiembre de 1905, Mora se crió en el barrio de Palermo, donde inició su carrera como pianista en la orquesta de Hugo del Carril. Para la década del 30 había ganado reconocimiento por sus composiciones y tras varios éxitos, conformó su propia orquesta. Entre las obras más reconocidas se puede listar: “Cofrecito”, “Esclavo”, “Si volviera Jesús”, “Yo soy aquel muchachos”, y “Viejo barrio”.

La particularidad de Mora, es que además de ser un músico muy popular en su época, era un académico. Desde chico se formó junto a músicos reconocidos, y a los 16 años se graduó de profesor de piano del Conservatorio Santa Cecilia. Antes de cumplir 20 años ya se había desempeñado como violinista, pianista, y bandoneonista en varias orquestas típicas porteñas. A lo largo de su carrera viajó por distintos países de América y Europa como director de orquesta, compuso canciones para artistas importantes de su época, y se presentó en las radios y escenarios más destacados del país. Luego de una extensa carrera de éxito, falleció en Panamá el 2 de agosto de 1979.

En el reverso de la imagen que posé el Archivo General de la Nación se puede ver el sello del autor de la foto, y unas líneas escritas con máquina de escribir:

“Joaquin Mauricio Mora, compositor de éxito, que al frente de un nuevo conjunto típico se ha presentado en las estaciones Prieto y Argentina”.

El retrato fue realizado por Sivul Wilenski, un reconocido fotógrafo que durante la década del 30 y el 40 realizó trabajos parecidos para artistas de renombre como Tita Merello, Mirtha Legrand, y Libertad Lamarque. Incluso fotografió a Eva Duarte en su época de actriz. El registro de Joaquin Mauricio Mora hecho por este fotógrafo es un dato más que da cuenta de la importancia de este afroporteño para la cultura nacional a mediados del siglo XX. Hoy no solo queda como legado su obra, sino que su propia vida es un testimonio que contrasta con el discurso racista que niega la existencia de la comunidad afroargentina.