Si el tango es una de las formas de la nostalgia, ejercer la añoranza en ese género hoy puede llevar a lugares inesperados. Es el caso de Vieja escuela 90, el flamante disco de Quiero 24. El grupo de tango de Valentín Alsina venía publicando singles propios, un camino en el que lleva años reafirmándose. Pero sorprendió con un disco enteramente dedicado a reversionar clásicos... del rock nacional. Así, por Vieja escuela 90 circulan himnos de los Redonditos de Ricota, Fito Páez, los Fabulosos Cadillacs, La Renga, Divididos, Charly García y hasta Rata Blanca, entre otros. “Decidimos ir a nuestras raíces, a los años donde pasamos nuestra juventud y adolescencia”, explica el Cholo Castelo, frontman de la banda.

“Nosotros no nacimos escuchando tango, el tango nos encontró después de la crisis de 2001, pero en los ’90 toda la banda escuchaba rock, así que con alegría tomamos el compromiso de reversionar estas canciones sin que pierdan su esencia, pero que al mismo tiempo lleven el sonido de Quiero 24, que ya es más que un sonido meramente tanguero”, reflexiona el cantante. Los temas reversionados van al tango, la milonga, el valsesito criollo (la adaptación de “Cómo me voy a olvidar”, de los Decadentes, con la voz invitada del cantante de Los Tabaleros, es magnífica) y la murga. “A su vez, me parece que desde Fito, Charly, Spinetta, esa fue la continuación de la música urbana de Buenos Aires, el tango de ese tiempo”, plantea Castelo.

¿Qué significa la música de los ’90, más allá de la nostalgia de la juventud? “Para mí la música de los noventa representa el aguante, la resistencia al gobierno desestatizador de Carlos Menem, esos diez años tremendos que tuvimos de desindustrialización, de desigualdad y ahora cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia porque, te cuento, este disco estaba preparado hace un montón para sacar, desde marzo del año pasado”. En el espíritu de la música que plantea Castelo se mezclan los recuerdos políticos con las noches de ver zapar a Black Amaya, al Zorrito von Quintiero, del Roxy, de Cemento, de Obras, de la presentación de La mosca y la sopa, del Condon Clú y tanto más. El desafío, en todo caso, siempre pasa por plasmar eso y unir en espíritu esa época con la actual.

La producción musical del disco tiene varias particularidades. En principio, vuelve a girar en torno a los arreglos de su guitarrista, el Zurdo Alustiza. También confirma el crecimiento de Eva Fiori, cada vez más integrada al colectivo. Además, tiene una serie de invitados donde destacan José María Martínez de Tabaleros, pero también Ivo Colonna, Pitu Frontera y Dolores Solá y de fondo aparecen el violinista Limay Bartolomei (de Orquesta Típica La Vidú), el bandoneonista de la Fernández Fierro Manu Barrios y el piano de Daniel Kukerman, lo que acercó el sonido del grupo a una suerte de orquesta típica. Y de fondo, el laburo de Guido Iacopetti (de Sexteto Fantasma), uno de los productores en ascenso dentro del sector.

Finalmente, en la actualidad del grupo tiene un papel importante su constitución como cooperativa cultural gracias a la ley que las habilitó durante el gobierno de Alberto Fernández. “Antes teníamos una serie de embrollos y esto nos permitió laburar bastante. Fue una contención grande y una puesta en valor de nuestro trabajo, ahora estamos en permanente contacto con otras cooperativas, obviamente rechazando las medidas del nuevo gobierno, y listos para afrontar lo que venga en esta etapa de resistencia que se viene”.