Santiago Maldonado murió durante un operativo represivo de la Gendarmería.

Gendarmería ocultó pruebas: entre otras cosas, lavó las camionetas que participaron en el operativo y no mostró las fotos en las que se veía a Santiago en la comunidad mapuche el día de su desaparición. 

  La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el secretario de derechos Humanos, Claudio Avruj, y otros funcionarios y dirigentes del oficialismo pusieron en duda que Santiago hubiera estado en Cushamen el 1 de agosto pasado. “Hay un veinte por ciento de posibilidades de que esté en Chile”, dijo la candidata a diputada Elisa Carrió hace apenas dos días. Cuando apareció el cuerpo que ahora se sabe con seguridad que es el de Santiago, Carrió lo comparó con Walt Disney.

  Mientras los miembros de la comunidad mapuche señalaban que habían visto por última vez a Santiago Maldonado cerca del río Chubut cuando huía de la persecución de los gendarmes, el Gobierno y sus medios de comunicación afirmaban que los mapuches eran terroristas que recibían entrenamiento de grupos extremistas kurdos de Turquía y de las FARC colombianas. Y sembraban versiones que indicaban que Santiago estaba en cualquier lado: en Entre Ríos (“donde hay un pueblo en el que todos se parecen a Santiago”), en Tierra del Fuego, donde un matrimonio lo había levantado mientras hacía dedo, o en una peluquería de San Luis, donde le estaban cortando las rastas. Llegaron a decir que Santiago se ocultaba a propósito, que había “pasado a la clandestinidad” y que lo hacía como un “sacrificio”. No sólo eso. El Gobierno acusó a Santiago Maldonado de intento de asesinato, dijeron que era probable que hubiera atacado a un puestero de Benetton. Y muchos lo replicaban como si estuviera comprobado. Cuando esa hipótesis quedó descartada y la investigación comenzó a centrarse en la actuación de los gendarmes, el gobierno rechazó que expertos de Naciones Unidas intervinieran en el caso.

  Bullrich dijo también que su jefe de Gabinete, Pablo Noceti –que había anunciado que detendría a los mapuches sin intervención judicial– estaba presente en el lugar de la represión porque había “pasado a saludar”.

  Hay muchas cosas que aún no sabemos. No sabemos si el cuerpo de Santiago estuvo en el río durante 78 días o si alguien lo llevó allí luego. No sabemos aún cómo murió Santiago. Pero sí sabemos que murió durante un operativo represivo de Gendarmería. Y sí sabemos cómo se comportaron luego los gendarmes, el Gobierno y los grandes medios. No olvidemos.