El país en el que nacimos y crecimos corre grave peligro, quizá de desaparición. Las formas bizarras hicieron pasar inadvertida la bomba que se incubaba: esta amenaza con mucho poder a la existencia misma de lo que llamamos la Argentina. “Que estalle todo, que se rompa todo” es todo. Solo con la mente estallada se puede cultivar tanto deseo de destrucción.

Si uno se limita a contar lo que pasa de acuerdo al ritmo periodístico, hay una siniestra comedia de enredos, de oposición que no se opone sino que hace su acumulación originaria en un nuevo régimen, muy diferente a todos los conocidos en el mundo.

Los gobernadores salvo excepciones que confirman la regla se portaron como almaceneros más que como estadistas.

Y es eso lo que no hay, es eso lo que hace falta, paradójicamente lo que ni un libertario ni un ultraliberal podrán ser jamás: estadistas. Ninguno de ellos, nunca, se sentarán a pensar cómo mejorar la dinamización y el beneficio estatal para, por ejemplo, mejorar la calidad del empleo.

Ya vivimos en una salvajada, en la que una jubilación mínima apenas supera los 100.000 pesos, y los sueldos corporativos alcanzan varios millones. Es la desigualdad que brota cuando prende un candidato que dice que la justicia social es una aberración.

Los gobernadores son un factor de poder que deberían actuar de dique democrático. Si le dan facultades delegadas a Milei, guárdense en biribiri. Lo que el gobernador cordobés llamó “una muy buena ley” sigue siendo la que hace retroceder a este país a antes de tiempos de Mariano Moreno, cuando ya estaba bastante claro que el país que exporta sin valor agregado, crea trabajo en el país al que le vende, pero no crea trabajo en su propio país. No hay que ser master en nada para entender lo evidente.

Y sobre Scioli, es casta política y Milei parece que quería no combatirla sino que lo aceptaran: buscaba cariño como un cachorro de mastín. Ya no parece tan mastín.

Por mi parte, creo que al mismo tiempo que tenemos que seguir negándonos a tener virrey, también tenemos que abandonar la idea de ampliar moderándonos. Los candidatos moderados nos han hundido. Si no nos enamoramos nosotros de un proyecto todo lo radical que imponen los tiempos, no vamos a enamorar más.

En algún momento los que nos quedamos sin nafta fuimos nosotros. No sé las respuestas, pero sí sé la bilis de militar candidatos que después nos abofetean. Scioli nos abofetea ahora. Si se confunde con sectarismo la necesidad de plantear la necesidad de luchar contra el macrimileísmo, entonces hay una puerta abierta, y de acuerdo a lo que se ve con los dos ojos, esa puerta está cerrada.