El costo de la Canasta Básica Alimentaria que mide la indigencia aumentó 18,4 por ciento en enero mientras la Canasta Básica Total (CBT), que además de comida incluye otros rubros como indumentaria y transporte, subió en 20,4 por ciento el primer mes del año. Con la asistencia social congelada por parte del gobierno, la pobreza e indigencia aumentarán fuertemente. 

De esta manera, una familia tipo, con dos adultos y dos hijos necesitó percibir ingresos superiores a los 596.823 pesos para no ubicarse por debajo de la línea de la pobreza y a 285.661 pesos para no estar en situación de indigencia. Cabe remarcar que, en la suma, no se incluye el alquiler de una vivienda. Las subas porcentuales que marcaron ambos índices en enero estuvieron por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 20,6 por ciento. Los datos fueron divulgados este miércoles por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

La suba acumulada entre diciembre y enero desde el comienzo del gobierno de Javier Milei, es del 54,3 por ciento para la CBA y del 52,8 por ciento para la CBT, ambos guarismos por debajo de la inflación acumulada del periodo de 51,4 por ciento. En la variación de los últimos doce meses, la CBA acumuló un incremento de 296,4 por ciento, mientras que la CBT subió 264,9 por ciento. Nuevamente, ambas cifras se ubican por arriba de la variación del IPC, del 254,2 por ciento.

Por su parte, una persona adulta necesitó unos 92.415 pesos para no ser indigente y 193.147 pesos para estar por arriba de la línea de pobreza. Mientras que en un hogar de cinco miembros (compuesto por dos adultos y tres hijos) hizo falta más de 300.348 pesos y 627.727 pesos, respectivamente.

Pobreza estructural

El Indec tiene previsto informar el 27 de marzo el Índice de Pobreza e Indigencia del segundo semestre del 2023, año que terminó con una inflación del 211,4 por ciento, contra un índice de Salarios que subió 152,7 por ciento.

La semana pasada, más de diez mil personas hicieron fila en el Ministerio de Capital Humano para pedirle a su titular, Sandra Pettovello, asistencia alimentaria. “¿La gente tiene hambre? Yo voy a atender uno por uno a la gente que tiene hambre, pero no a los referentes”, había dicho la ministra a los dirigentes de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular que llegaron hasta su puerta —con varios centenares de manifestantes— para reclamar que el gobierno envíe insumos a los comedores comunitarios.

Agustín Salvia, el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (Odesa), había anticipado en diciembre del 2023 que "la pobreza aumentaría entre uno y tres puntos hacia 2024". De acuerdo a la UCA, La pobreza por ingresos alcanzó al 44,7 y la indigencia al 9,6 por ciento de la población urbana en el tercer trimestre de 2023 y remarcó que sin los programas de ayuda social del Estado, la indigencia hubiera alcanzado al 17,1 por ciento de los y las argentinas y la pobreza al 47,6 por ciento.

Lo cierto es que una de los programas de ayuda social más urgentes del Estado es hacer llegar comida a quienes necesitan. El Estado lo realiza mediante transferencias de dinero —la tarjeta Alimentar— o con camiones que llevan insumos a los comedores de las organizaciones sociales —que en un número menor también tienen las iglesias y algunas ongs—.  Si bien en estos dos meses el Gobierno aumentó el monto de la Tarjeta Alimentar —que actualmente es de 44 mil pesos—, ese dinero no asegura la comida diaria de todo un mes. Y lo recibe un universo acotado, de dos millones de niños con Asignación Universal por Hijo. En estos dos meses que lleva el gobierno de Milei, el Ministerio no ejecutó las partidas de los programas alimentarios destinados a comedores que por ley se habían renovado, replicando presupuesto de 2023. El área cuenta con financiamiento del BID para la compra de alimentos secos y frescos —el “Plan Nacional Argentina contra el Hambre”— y otros con fondeo local, que suman unos 180.000 millones de pesos. De ese presupuesto disponible hasta ahora se utilizó cero.