¿De verdad hay que volver a hablar de esto?

En realidad sí, en un país en el que la memoria es tema recurrente, siempre hay que hablar del pasado. Lo que duele es en qué términos, que todo arranque por la desmemoria: así como en el mundo de la política hay que señalar que la falta de registro histórico produce el regreso de Caputos, Sturzeneggers y Patricias a posiciones de poder, la dilución del pasado se extiende a otras áreas.

El sábado en Niceto Club se presentó el trapero El Doctor. El sábado en Niceto Club se encendieron dos bengalas de humo. El sonido se cortó de inmediato, se encendieron las luces, se activó el protocolo contra incendios, se procedió a la evacuación del público, no hubo nada que lamentar.

Bueno, sí. Hay mucho que lamentar.

Han pasado poco más de 19 años desde la masacre de República Cromañón. Aunque en el sitio hay un visible santuario y fue declarado Lugar Histórico Nacional, hay una generación de asistentes a conciertos que no vivió eso en tiempo real, pero es una herida demasiado grande para la sociedad argentina -no solo el espacio artístico- como para que no esté presente.

Y sin embargo sucedió: la misma malinterpretación sobre dónde debe estar el show, la torcida mirada sobre cómo debe ser "una fiesta", hasta el orgullo por darle un marco "épico" a un concierto. Las mismas deformaciones que llevaron a casi 200 muertes e incontables secuelas para centenares de personas.

"Repudiamos estos actos negligentes que aún siguen generando indignación y sobre todo dolor en la escena musical argentina", señaló el local en un comunicado. "Hacemos un llamado al público, y en especial a las nuevas generaciones, a tomar conciencia sobre el pasado y el peligro de usar bengalas, otros aparatos de pirotecnia y banderas en cualquier aforo, principalmente en los espacios cerrados. Debemos ser conscientes del impacto de nuestras acciones y trabajar juntos para crear un entorno seguro y acogedor para todos".

Niceto también se hizo cargo de su parte: "Si bien es nuestra obligación que ningún artículo de pirotecnia ingrese en la sala, estamos investigando aún lo sucedido". En algunos foros ya se intenta descargar toda la responsabilidad en el local, en un giro similar al que pretendió descargar toda la culpa a los responsables de Cromañón. Como dijo Daniel Grinbank tras aquellas muertes en un show en River, "uno monta un dispositivo de seguridad pero desde un sentido común: si a alguien se le ocurre que puede saltar de una tribuna a otra no hay mucho que se pueda hacer." En un show de Callejeros en Obras se secuestraron 200 elementos pirotécnicos en la entrada, algunos escondidos entre las ropas de chicos y bebés que venían en brazos de sus padres. Adentro llegaron a contar 160 bengalas encendidas.

Señalar al local por no revisar hasta la ropa interior del público es volver a eludir la esencia del asunto: después de Cromañón no debería existir ni la mínima intención de meter una bengala a escondidas. Y no es que no se haya hablado del tema para que el irresponsable alegue desconocimiento. 

Pablo Toro, El Doctor, dio a conocer su propio comunicado condenando lo sucedido. "Tanto yo como mi equipo repudiamos lo que sucedió y lamento que a 20 años de la tragedia que cambió las reglas en las que se lleva adelante los eventos en Argentina pase esto en un show mío (...) No iba a dar declaración pero lo hago por respeto a la gente, por respeto a las personas fallecidas y a las familias afectadas por Cromañón." El trapero señala que en el lugar estaba su familia y amigos y "jamás voy a querer que les pase algo a ellos, ni mis fans ni compañeros de trabajo", y afirma: "Gracias por los que nos salvaron y perdón por todo, por suerte no pasó nada grave, somos concientes y nuevamente no me gusta dar órdenes pero me veo obligado porque siempre los voy a cuidar a ustedes en los shows para que no nos pase nada a los fans ni a los empleados de las instalaciones".

Hasta allí, el texto es un acto de necesaria responsabilidad por parte del artista -que de todos modos tendría que haber detenido el show de inmediato, y no esperar a que la seguridad de Niceto tomara cartas en el asunto-, un obligatorio llamado de atención, un recordatorio de la historia reciente, un convite a la reflexión. Eso convierte en un total absurdo el párrafo final, en el que El Doctor derrumba toda razonabilidad expuesta en los anteriores: "Pero tengo en cuenta que la noche de Cromañón hace 20 años era otro tipo de pirotecnia la que generó la tragedia y era pirotecnia completamente diferente a las bengalas de humo".

Hay que retornar a la pregunta del comienzo. ¿De verdad hay que volver a hablar de esto? ¿Hay que señalar que no importa si son bengalas, bengalas de humo, candelas, tres tiros, petardos, que NO DEBE UTILIZARSE PIROTECNIA DE NINGUNA CLASE EN UN LUGAR CERRADO? (perdón, lectores, por las mayúsculas y "negritas". Pero frente a cierta ceguera parecen muy necesarias) Toda la sensatez inicial de El Doctor, que sí fue testigo de aquellos días -tiene 31 años-, desbarranca sin remedio en esas últimas líneas, que vuelven a relativizar algo que no puede, no debe ser relativizado. 

Entonces sí, hay que volver a hablar de esto: el show es arriba del escenario, no abajo. Tener una barra que agite con fuegos, humos y banderas no "mejora" el espectáculo, lo desnaturaliza. Creer que cuidarse y cuidar al otro es de caretas o "poco rockero" produjo muertes. Cromañón significó demasiadas cosas: ese significado, esa enseñanza, debe seguir tan presente como hace dos décadas. Y ya hay demasiado dolor como para permitir que un humo denso vuelva a borronear la memoria.