Lo hicimos colectivamente. Hay una cierta fascinación en el fracaso. No nos dimos cuenta de que íbamos a dañar hasta la Coca-Cola. ¿Todo va mejor? Ni con Coca-Cola, porque si no la bebemos rápido, se pudre. No la venden, lanzan promociones, pero los graciosos consumidores imitan a Milei. "No hay plata", dicen, y la dejan en la góndola.

También está lo del INCAA: lo desguazan, declaran la inutilidad de lo útil, de lo que nos ayuda a vivir. "Pucha, qué es lindo estar vivo", queda como una frase perdida en el tiempo. No tiene futuro, no ahora, no hay plata.

Télam, afuera. Para periodismo estamos bien con Clarín y La Nación, ¿qué más quieren? Trabajadores, familias, derechos, sueños? Afuera, ¿para qué somos neoliberales si nos damos ciertos gustos, si no somos revanchistas en serio? ¿Y quién nos para ahora?

¿La iglesia con su comunicado? "Solo se preocupan de que cierren las cuentas", eso dice la carta de Cuaresma de los obispos de Merlo y Moreno. Otra vez el maligno murmura Milei. ¿Gente que dice danos el pan de cada día? ¿Y perdona a nuestros deudores? Afuera con eso.

Después el dolor de lo que pasa en Rosario, Milei dijo que prefería la mafia al Estado. La mafia tiene códigos, la mafia no te miente, en todo caso te mata. "Pero la mafia... yo estoy con la mafia, ¿entendes?", dice Milei. Y además... ¿cómo la voy a combatir si el Estado es criminal, un pedófilo? Además, los tenemos acorralados, somos ganadores de esta guerra, miren los diarios, lean a mis amigos, y y celebren.

Por suerte hay gente como Stoppelman o Paz y Rudy con un poco de humor. Dicen que el gobierno está con la movilidad ascendente porque Caputo los deja en la calle y Bullrich los sube a la vereda. Vamos a reírnos, para no llorar. ¿Qué si estos tipos funden la Coca-Cola? No se sabe qué podemos hacer para que todo vaya mejor.