El sabor inmigrado

Pablo Mehanna

El lugar cumplirá, en 2018, su siglo de vida. Es la Asociación Gallega de Residentes de Vigo, uno de esos clubs de inmigrantes que dieron forma y sabor a la Buenos Aires de siglo pasado. Y ahí, traspasando una puerta, está su restaurante. “Nos gusta pensarlo como un comedor, como si estuvieses en una casa de familia”, dice Rosario, a cargo de la concesión del lugar. “Mi padres arrancaron hace 25 años. Mi mamá falleció hace cinco años, y empezamos a ayudar a papá”, cuenta. 

El salón es pequeño, simple y tradicional. Con las paredes mostrando platos, cuadros y regalos que les dan los clientes, El faro de Vigo ofrece unos de esos menúes largos, que repasan la amplia gastronomía española con clara influencia porteña. “Mi mamá era mezcla de argentina, italiana y española. Ella armó el menú”. Las opciones arrancan con unas tapas simples (aceitunas, boquerones, jamón crudo), incluye pastas (los sorrentinos de salmón, a $350 son muy pedidos) y platos como suprema a la napolitana ($195). Pero el lugar se hace fuerte en tres grandes capítulos: arroces, mariscos y pescados. Hay paella (de pollo y mariscos) a $710 para cuatro personas (media porción a $395), también de conejo y langostinos así como un perfecto arroz con mariscos ($725/$400), para chuparse los dedos. Cuando hay disponibilidad, hacen pulpo “a feira” ($750) y los distintos fritos salen secos y ricos: el tapeo de mar ($405), para 3 o 4 personas, incluye rabas, calamarettis, cornalitos y pescado frito. Siempre hay opciones de pescado fresco (trucha, salmón, abadejo, merluza y otros), con distintas salsas, desde una tradicional vizcaína a la vintage de roquefort. Y vale la pena pedir la tortilla, por ejemplo “a la española”, con cantimpalo, cebolla, morrón rojo y verde, que sale bien jugosa ($125). Todas las porciones son grandes, pensadas para compartir. En promedio, se gasta $350/$400 con la panza llena y el corazón contento. Al menos, así lo afirman los habitués que cada domingo llenan el lugar. Sabores porteños, de raigambre española. 

El faro de Vigo queda en Quintino Bocayuva 522. Martes, de noche; miércoles a sábados, mediodía y noche; domingos, mediodía. Fin de semana, con reserva.


La grasa de las capitales

Pablo Mehanna

Conseguir hoy, en esta Buenos Aires moderna, cosmopolita y repleta de maratones y discursos saludables, una buena empanada jugosa, no es una tarea fácil. Y mucho menos si se quiere que esa empanada sea frita, y frita en grasa, como debe ser, como manda la tradición criolla. Para colmo, y esto dificulta aún más la búsqueda, es que cuando se trata de frituras, deben estar hechas en el momento, sin marcarlas, idealmente desde una empanada cruda sin congelar, para asegurar una cocción perfecta, que no queme el exterior pero dejando bien caliente el centro. Pues bien: todo esto, y bastante más, es lo que asegura El Vasquito, un local pequeño y sin pretensiones estéticas, ubicado en los márgenes de Caballito desde hace más de 20 años. Allí, desde la mañana puede verse cómo, en la cocina, un par de empleados pasan el día completo cerrando empanadas, una tras otra, con sus distintos rellenos, que van luego a parar a una heladera exhibidora que está en el frente. De allí, al momento del pedido, mediodía y noche, van directo a la olla, repleta de grasa de calidad, a la temperatura justa. Cada empanada ($22) sale de color dorado, con su exterior crujiente y seco, sin burbujitas ni hojaldre. Una de esas empanadas que dan nostalgia de tan solo verlas. 

Hay varios sabores posibles: la de carne picante es bien picante, con ají pero también con mucho sabor a pimienta. Hay de carne suave picada por ellos, y también de carne cortada a cuchillo. La El vasquito es una de las más pedidas: lleva pollo rostizado, salsa blanca y cebolla. Es suave y apta todo público. Hay varias con queso, desde la clásica con jamón a la de queso y cebolla, pasando por una de pollo y roquefort o la que suma cantimpalo. Todas están bien rellenas, son intensas, sin escatimar sabor. Y, en el turno noche, se las ofrece también al horno (aunque son más ricas soufflé). 

Frente a una enorme oferta de empanadas que tiene la ciudad, en la mayoría de los casos decepcionantes, los 20 años de recorrido de El Vasquito son una buena notica. 

El Vasquito queda en Río de Janeiro 310. Teléfono: 4982-2220. Horario de atención: lunes a sábados, mediodía y noche; domingos, noche. Solo delivery y take away. 


Quebracho moderno

Pablo Mehanna

No hay nada que apele más a la tradición argentina que el asado. El sabor de la carne impregnada del calor del quebracho colorado, las mollejas en su punto, los chorizos y morcillas. Un golpe mandibular directo al corazón nacional. Así, no extraña que muchas de las parrillas de Buenos Aires opten por una decoración telúrica, mezcla de bodegón y campo, como para convencer de su autenticidad. No es, por suerte, el caso de Elauge Hermanos. Al revés: este restaurante, ubicado en pleno casco histórico porteño, apuesta a una estética bien distinta: azulejos rectangulares blancos y negros, mesas de madera sin vestir, sillas de diseño, el intenso poema Invictus (de William Ernest Henley) escrito en vinilo en una de las paredes: el lugar podría ser un elegante y moderno bistró de Palermo o Recoleta, salvo por esa preciosa parrilla ubicada al fondo, donde las carnes crepitan por encima de los fierros.

El menú de Elauge incluye los consabidos del asado nacional, pero también varios agregados propios. Hay jamón crudo cortado a cuchillo (una rareza por estas geografías), que sale con queso duro y longaniza, como entrada para dos personas ($322). Hay también unos deliciosos portobellos rellenos de verdeo y queso a $125. De la parrilla salen chorizo o morcilla (ambos, $68), mollejas ($230) y riñones ($138). Los 700 gramos de bife de chorizo con hueso cuestan $410, y salen al punto pedido. La lista continúa con varios hits conocidos: cuadril, entraña, costilla ancha y un bife de chorizo llamado “La bestia”, que suma cebolla caramelizada, toque de curry y huevos fritos, a $435. Bondiola y matambrito de cerdo, pollo, salmón, algún pescado blanco, además de un sabroso cordero patagónico (400 grs a $358) marcan los rumbos carnívoros más allá del novillo. Vinos de calidad, café Nespresso y cerveza tirada, terminan de diseñar la propuesta.  

En una zona con mucho público ejecutivo y turistas por igual, Elauge busca seducirlos con dos armas muy efectivas: un local que destaca y los sabores de la gran tradición parrillera argentina. 

Elauge queda en Hipólito Yrigoyen 640. Teléfono: 2007-5487. Horario de atención: lunes a viernes, mediodía y noche; sábados, noche; domingos, mediodía.